Las muchachas sencillas 
dudan que el mundo sea un balneario 
para lograr bronceados excitantes 
y exhibirse como carne en la parrilla 
de una hostería al aire libre. 
Las muchachas sencillas 
no cultivan el arte de reptar hacia la fama 
ni confunden a las personas con peldaños 
ni practican ocios ni negocios 
ni firman con el trasero contratos millonarios. 
Las muchachas sencillas 
estudian en liceos con goteras, 
trabajan en industrias y oficinas, 
rehúyen las rodillas del gerente, 
hacen el amor con Luis González 
en hoteles, en carpas, en cerros, en lugares sencillos. 
Las muchachas sencillas 
se convierten en madres, en esposas sencillas, 
luchan largos años como sin darse cuenta, 
llenándose de canas, de várices y nietos. 
Y cuando abandonan este mundo 
dejan por todo recuerdo sus miradas 
en fotos arrugadas y sencillas.
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