Noticias antiguas en torno al inmortal Cervantes

¿A quién puede no interesar una biografía completa, que sea un recorrido minucioso, rico en detalles, disgustos, pesares, alegrías, suspensos, de un hombre, un escritor venido al mundo para entretenerlo y hacer más ligeras y gratas sus horas?

Son tantas las personas que leyendo la obra Don Quijote de la Mancha encontraron un poco más justificados sus días y menos ociosas sus noches porque son tan decididos la predisposición, el arte, el ingenio con que se describen las muchas como mezcladas andanzas de un caballero de juicio perdido.

Entre viejos libros, con su cargamento de ácaros, protagonicé un encuentro con un texto llamado El ingenioso hidalgo Miguel de Cervantes Saavedra.

He ahí, en sus muchas páginas y en su lenguaje de trazo lento y puntilloso, pero abarcador de contextos y de situaciones históricas, los penosos días que vivió don Miguel de Cervantes en la cárcel de Sevilla durante cinco años.

Francisco Navarro y Ledesma hizo una pintura real de la situación de aquellas almas que purgaban su condena junto al escritor: «Hay que pensar hasta qué punto aquellos hombres se hallarían hambrientos de conversación y sedientos de nuevas, y cómo aprovecharían las ocasiones para reunirse y contarse luengas mentiras con que nutrían su decadente esperanza. ¿Cómo podremos representarnos el estado del alma de casi todos los cautivos sino recordando que muchos de ellos habían olvidado los sucesos anteriores a la cautividad, y algunos, hasta sus apellidos paternos?». Y me pregunto yo: ¿Cómo entrar en la sicología de Cervantes que estaba preso en un sitio donde prosperaban las garrapatas, los piojos y todo tipo de alimañas, pero también se mantenía firme en su determinación de dar vida a don Quijote? Conociendo, evaluando hasta dónde llega la degradación humana, la maldad, la perfidia, casi ya en el otoño de su vida, con proyectos de fuga que se veían frustrados, Miguel de Cervantes, con su argolla al pie y su cadena arrastrando, buscó apoyo y refugio en la fe.

A propósito de su fe traigo a este espacio el siguiente párrafo: «Pero no vaya a creerse que Miguel se metió a predicador y catequista solamente por conseguir una ayuda para su libertad. No. Precisamente este año 1579 es decisivo en el alma de Cervantes. Las conversaciones y pláticas devotas con el doctor Sosa, con el doctor Becerra y con el doliente mártir fray Jorge del Olivar y los mismos arranques de abnegación que un día y otro hacían estremecer su espíritu, influyeron sin duda en el ánimo de Miguel, y en él crearon una devoción varonil y robusta, una adhesión fuerte a la fe cristiana, que en sus andanzas de soldado no había tenido ocasión de manifestarse, salvo en la visita a Loreto».

El mal vecino Lope de Vega

Y cuan plácidamente transcurría la existencia para Lope de Vega, contemporáneo y además vecino de Cervantes. Con sus comedias y poesías obtuvo popularidad y reconocimiento en el círculo de los literatos. Un soneto con el que quiso soterrar a nuestro autor escribió. Estaba él ya en la cumbre de la gloria, y de Miguel solo conocía La Galatea y algunas piezas teatrales, que habían de parecerle malas porque ventaja le llevaba el Fénix de los Ingenios en materia de teatro.

Asperezas hubo entre ambos que revolucionaron no solamente la poesía y la narrativa de la España de aquellos tiempos, sino además influenciaron en el pensamiento de las gentes.

Hay que reconocer que circulan muchos libros que no son para todas las inteligencias, pues están guardados dentro de la densidad y la hondura de un lenguaje destinado solamente a aquellas personas doctas, cultas y de gusto casi selecto. Por citar ejemplos voy a El aleph, de Jorge Luis Borges; la Divina Comedia, de Dante Alighieri, o La náusea, de Jean Paul Sartre.

Sin embargo, Miguel de Cervantes, cabalgando en el humor y tomando el panorama de la existencia en sus diversos colores, escribió para todos los lectores, o sea, para todos los gustos. Gana pues la inmortalidad y la gloria aquel autor sobre cuyo libro se inclina la cabeza del pueblo.

La vida había de ir bajando lentamente el telón sobre nuestro escritor. Con magros recursos económicos y muy escaso de salud, Cervantes recogía los socorros materiales del arzobispo don Bernardo. Sin sentirse desengañado por la existencia, pero sabiendo que su final estaba ya próximo, escribió una carta al arzobispo que durante un tiempo solía presidir las sesiones solemnes de la Real Academia española: «Ha muy pocos días, muy ilustre señor, que recibí la carta de vuestra Ilustrísima y con ella mercedes. Si del mal que me aqueja pudiera haber remedio, fuera lo bastante para tenerle con las repetidas muestras de favor y amparo que me dispensa vuestra ilustre persona; pero al fin tanto arrecia que creo acabará conmigo, aun cuando no con mi agradecimiento. Dios lo conserve ejecutor de tan santas obras para que goce del fruto dellas allá en su santa gloria, como se la desea su humilde criado, que sus magníficas manos besa. En Madrid, a 26 de marzo de 1616 años – Muy ilustre señor: Miguel de Cervantes Saavedra».

Apurado por los dolores, por la disnea, propia de los enfermos cardíacos, y entregado ya a su mejor ideal, el de la fe cristiana, recordó quizás la simpleza de su criatura, Sancho Panza, cuando recibía explicaciones de su amo en torno a ciertos territorios humanos: «Nuestras obras no han de salir del límite que nos tiene puesto la religión cristiana que profesamos». Acompañado de doña Constanza de Figueroa, doña Isabel de Saavedra, doña Catalina de Salazar y el clérigo don Francisco Martínez Marcilla, falleció. Lope de Vega, vecino de enfrente, enterado del deceso a través del alborotado vecindario, entró a ver el cadáver del Ingenioso Hidalgo Miguel de Cervantes de Saavedra. Es de suponer que se habrá persignado.

No hubo una gran ceremonia fúnebre, ni mucho menos. Los hermanos terciarios de San Francisco llevaron el ataúd. No fue colocada sobre la fosa lápida ni inscripción alguna. Mas cuando era enterrado, el muy valiente don Quijote seguía por los caminos del mundo, dispuesto a arremeter contra los gigantes, es decir, contra los perturbadores molinos de viento.

Fuente: ABC Digital

Comentarios2

  • Pruden

    Muy bueno, Delfina. Hacía tiempo no publicabas y me preocupaba tu silencio. Un día, leyendo otra reseña tuya (procedente del ABC Digital) me encontré con una dirección de correo electrónico para dirigirse a tí. ¿Puedo unsarla?
    Un abrazo y que no nos tengas tan largo tiempo sin noticias. Pruden

    • Delfina Acosta

      Hola, Pruden !!! Se ha dado nueva configuración a computadora y perdí muchos correos. De a poquito los voy recuperando. Tal vez eso explique mi "silencio". Pero estoy siempre escribiendo, semanalmente, al pie de las teclas. Por supuesto que puedes usar mi correo electrónico.
      Te mando mi cariño.

    • Jacaranda

      No soy un lector asiduo o fanático, pero si ansioso.- Cuando tomo un libro, lo leo de una sola vez.-
      He leído algo tuyo, realmente muy bueno y tus comentarios causa placer leerlos.-
      Y no lo digo porque tengamos el mismo apellidos, sino por que lo siento de corazon.-



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