El conde Lucanor

He estado leyendo un libro por demás precioso. Nada mueve más a la voluntad y a la imaginación que aquellos textos de las primeras horas de la literatura española. Razón tiene (parece) un amigo mío, que es también poeta como yo, y vive en España, al decirme que la escritura de los últimos tiempos se está viniendo abajo.

Yo mantengo la esperanza de que en algún período de la historia, ella, la escritura, pueda reflotar por lo menos, bajo la presión de la indiferencia.

Quiero remontarme a los lejanos capítulos literarios (antes de que corriera el desesperado tren del siglo XX) en que la narrativa era de por sí sabia y aleccionadora.

Leí con entusiasmo una obra llamada El conde Lucanor, escrita por el infante don Juan Manuel.

Lo que de provecho, de interés y de precioso hay para quien gobierna un Estado, o un reino, es la confianza y la amistad halladas en un buen consejero. El conde Lucanor prestaba atención suprema a Patronio, hombre apegado a los consejos y a las cátedras.

El infante don Juan Manuel escribe obras que se caracterizan por la intención didáctica de su contenido, del que mucho podrá aprender el lector, pues esas enseñanzas han llegado inspiradas a la literatura moderna, sin que haya variación o cambio en su esencia. Total: los males y los bienes de ayer y de hoy son los mismos y, para ellos, el antídoto o el remedio son también iguales.

En un tiempo de guerras y convulsiones nace el infante don Juan Manuel. Todo es transformación económica, política, religiosa y cultural.

El escritor viene al mundo en 1282 en la ciudad de Toledo. Español de cuna privilegiada, es sobrino de Alfonso el Sabio. Es su madre, la condesa Beatriz de Saboya, quien dirigió su educación al quedar huérfano tempranamente. Estudió latín y árabe. Sus intereses, a diferencia de muchos contemporáneos suyos, eran amplios y exigentes; buscó sobresalir en el terreno de la poesía, de la historia y de la moralidad. Se hizo famoso por su libro de enseñanzas que lleva por título El conde Lucanor o Libro de Patronio o Libro de los ejemplos.

Ya en la escuela yo había leído versiones breves sobre la historia de unos truhanes que deseaban engatusar a un rey diciéndole que le harían un traje con hermoso hilo que solamente los hijos de buen padre podrían verlo. También recuerdo la historia de la zorra zalamera que alababa el plumaje negro y los ojos también negros de un cuervo con un pedazo de queso en el pico.

La zorra, con mucha picardía, le dice al animal que muy bello ha de ser, sin lugar a dudas, su cantar, y le pide una muestra de su habilidad; sin dudarlo, el ave abre el pico y pierde su merienda.

Estas enseñanzas leídas en edad escolar fueron extraídas del libro que ahora comento.

Iniciador -junto con Bocaccio y su Decamerón- de la prosa novelesca en Europa, don Juan Manuel brilla especialmente por la forma de su prosa que, despojada de ornamentos retóricos y con gran sencillez y sobriedad, llegan entreteniendo, aleccionando y moralizando al lector.

Comentarios2

  • orquidea

    Coincido totalmente en que la literatura a decaído a medida que avanza la tecnología, nunca leí este libro, pero al igual que tu si he leido y escuchado estas enseñanzas y estan muy buenas.
    ¡ Me encantan tus posts !

  • Elsy Alpire Vaca

    Delfina Acosta es una admirable difusora de los pensamientos de su generación y lo hace con mesura, con realismo, con profundo tino; sus posts me encantan porque ella me brinda oportunidad de conocer un poco más. Coincidmos en que la literatura a decaído a causa de la tecnologia que es un valor de nuestra generación. Al leer este artículo me viene la idea de preguntar: Cómo sería si no evolucionaran las cosas? Es claro que nos hemos esforzado por conservar algunos patrones de formación y educación de generaciones pasadas, pero también nos tenemos que adecuar a los tiempos y formas de comportamiento de nuestra época, no lo creen así? Esa es mi opinión.



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