Ayer (jueves 24 de agosto), en horas de la noche, se produjo en la Ciudad de México el fallecimiento del periodista cultural, escritor, editor y dramaturgo Ignacio Solares, cuya figura se honra desde hace tiempo con un premio de novela histórica que lleva su nombre.
Según le confirmó Myrna Ortega a la prensa, su esposo estaba hospitalizado, recibiendo asistencia en el centro Médica Sur, pero, a pesar de los esfuerzos de los médicos, el cuadro de salud del prolífico autor se fue agravando y nada fue suficiente para evitar la partida del creador de libros como “Ficciones de la revolución mexicana”, “Un sueño de Bernardo Reyes”, “El Jefe Máximo”, “Novelista de lo invisible” y “No hay tal lugar”.
A medida que esta triste noticia traspasó las fronteras, en redes sociales se fueron multiplicando los mensajes de pesar. Guillermo Arriaga aparece entre los colegas, allegados y lectores de Ignacio que lo recordaron públicamente, describiéndolo en ese caso como “un buen” amigo y hombre, además de haber resaltado sus cualidades para la escritura.
Cabe destacar que Solares, un intelectual que llegó al mundo en 1945, deja un legado literario interesante que abarca cuentos, novelas y ensayos, fundamentalmente. También hay contenidos de esencia teatral que permiten apreciar sus habilidades creativas. Su nutrida producción, donde aparecen títulos que en más de una ocasión le han permitido sumar galardones, incluye, independientemente de las obras citadas líneas arriba, publicaciones como “Casas de encantamiento”, “El espía del aire”, “La instrucción y otros cuentos” y “Cartas a un joven sin Dios”, entre otras. Para contrarrestar su ausencia física, a partir de ahora será esencial mantener vivo su espíritu por medio de la lectura de cada uno de los trabajos en los cuales él volcó sus saberes, su ingenio y su capacidad para conectarse con los demás valiéndose de la palabra escrita.
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