Aquel diciembre se partieron las horas,
como platos humildes contra el piso de la historia.
El cielo bajó de golpe
y Panamá despertó con un ruido extranjero en la sangre.
No fue trueno:
fue idioma metálico cayendo sobre los barrios,
fue la noche aprendiendo a gritar
con boca de fuego.
Yo amo esta tierra pequeña
que cabe en dos mares
y aun así no cupo el miedo.
El amo con rabia limpia,
con sal en los ojos,
con la bandera respirándome el pecho.
20 de diciembre:
fecha tatuada con pólvora,
calendario que sangra cuando lo miran.
¡PROHIBIDO OLVIDAR!
—dice el suelo—
¡PROHIBIDO!
—repiten los nombres sin tumba—.
Las horas se partieron, sí,
y también las cunas,
y también los rezos a medio decir,
y las madres aprendieron
el peso exacto de un silencio.
Hubo muertos sin discurso,
muertos sin cámara,
muertos que no entraron en los informes
pero siguen entrando en los sueños.
Panamá no fue cuartel:
fue casa invadida,
pan partido,
radio encendida en el momento equivocado.
Aquel diciembre
la historia no pidió permiso.
Y nosotros,
pequeños y tercos como el istmo,
seguimos de pie
con rescidivas teas de desgracia.
Porque amar la patria
es no cerrar los ojos.
Es decir, la fecha.
Es decir, los muertos.
Es decir: aquí pasó.
Y pasó en diciembre.
JUSTO ALDÚ © Derechos reservados 2025
-
Autor:
JUSTO ALDÚ (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 20 de diciembre de 2025 a las 07:48
- Comentario del autor sobre el poema: Operación "Causa Justa" la denominaron, pero en realidad fue una matanza, un genocidio que pudo haberse evitado. Solo necesitaban capturar o eliminar a un solo hombre, no acribillar a un pueblo. Murieron muchos inocentes. 36 años después aun no se sabe el número exacto de víctimas. Unos calculan 1000 otros 2000 y 3 mil. Casi todos en un solo día. Panamá sirvió para probar las bombas con cabeza de uranio empobrecido de gran poder destructivo. De esas que penetran bunkeres bajo tierra y luego explotan. Aquí se probó la eficacia de avión fantasma o casi invisible a los radares (hoy su tecnología es historia). El número de tropas superaba en proporción de .3-1. Cientos de Blackhawk ametrallaban a todo el que se negaba a detenerse. Había cadáveres tirados en las calles...Nunca se me olvidará el olor a muerte. Mi hija mayor solo tenía 11 meses. Yo solo tenía un par de meses de haber regresado del exilio. Dias despues me enteré de acciones heroicas. Uno de mis amigos, OCTAVIO RODRIGUEZ con una calibre 50 acabó con un pelotón de NAVY SEALS en el aeropuerto de Paitilla, al fin rodeado no se rindió. Un francotirador acabó con su vida. Su historia está en la web. Si, había que derrocar al narco dictador, pero la misión se convirtió en genocidio. Algo que viví como testigo de la historia. ¡PROHIBIDO OLVIDAR!
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 1

Offline)
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.