Cristo del Silencio Interior
El monte se presenta con diáfanas aristas
y el cielo se serena con mágico candor.
Las horas, como ovejas, avanzan a conquistas
que humillan mis recelos y elevan mi fervor.
La senda se perfuma con tímidas aristas
de hierba que se inclina con sumo pudor.
Mi espíritu descubre verdades infinitas
que brotan cuando el Niño derrama su calor.
El valle se ilumina sin luces ni centellas
y basta un soplo tenue para imponer rigor.
La brisa se aroma y posa en mis estrellas
la paz que sólo nace del íntimo Pastor.
Oh Cristo que renuevas las sendas más sencillas
destierra de mi pecho la sombra y el temor.
Guárdame en tu silencio de hondísimas orillas
donde aprende el latido su justo resplandor.
Haz de mi voz un eco de tus manos tranquilas
y de mi andar, servicio vestido de amor.
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Autor:
Ellie (Seudónimo) (
Online) - Publicado: 16 de diciembre de 2025 a las 15:13
- Comentario del autor sobre el poema: Este poema escrito en primera personas para que puedan hacerlo suyo, que reconoce al Cristo como pastor, nace del deseo de escuchar la voz antes de nombrarla y no se apoya en la grandilocuencia del milagro visible, sino en la pedagogía lenta del paisaje y del tiempo: el monte, la brisa, el valle y las horas se convierten en signos sacramentales de una presencia que no irrumpe, sino que acompaña. Cristo como Pastor es íntimo, porque gobierna desde dentro, y su rigor es suave, nacido del soplo y no de la fuerza.Procura una cadencia contemplativa, con paralelismos o repeticiones que imitan el paso lento del rebaño y la respiración de la oración. El verso se inclina, como la hierba, en un gesto de humildad métrica y simbólica. Cerrando, el yo poético no pide certezas ni triunfos, sino ser guardado en ese silencio fecundo donde la vida aprende su verdadero nombre: servicio, amor y luz sin estruendo.
- Categoría: Espiritual
- Lecturas: 1

Online)
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