Volví a mi nombre original: La Hechicera de las Letras. No hay giros ni explicaciones innecesarias que dar, solo la reafirmación de lo que siempre he sido.
Quien quiera entender, que lea; quien no, ya sabe que pase de largo.
Aquellos que me bloquean o insisten en ese gesto infantil, no los leo ni les presto atención. Solo una carta con disculpa pública —y aun así— la reconsideraré.
No acepto solicitudes de amistad. No pierdan el tiempo.
Presunciones del exánime autor.
¿Creen regir palabras que redactan?
Cual si el verso fuera dócil vasallo;
no ven que las sílabas los delatan
y exhiben su fachada endeble al fallo.
El texto abre sus vísceras sin duelo
y arroja su artificio al mismo suelo.
“El inventé” les sirve de maleza,
excusa raída para huir del filo;
cubren con trapos pobres su torpeza
y culpan al azar de su sigilo.
Mas todo trazo marca su figura:
destroza su piel con pulcra sutura.
Se aferran al barniz que los sostiene,
vendiendo la pureza que no habita;
declaran que su sombra no interviene,
que todo lo que escriben les desquita.
Cada línea, muda y tenebrosa,
revela la miseria que lo acosa.
Aseguran que el texto nada acusa,
que no registra el pulso que los quema;
pero la letra observa, nunca excusa,
y hunde su juicio en plena trama extrema.
Cae la adustez torpe del valiente
y muestra al débil que fingió su mente.
Protegen su ficción como franquicia,
llaman “experiencia” a su pobre rito;
mas tiemblan cuando el verbo los desquicia
exponiendo el huesario nunca escrito.
La página, implacable y sin cariño,
deja al descubierto al falsito niño.
La crítica no acata la licencia,
ni admite engaño fútil del autor;
la letra ordena, lúcida, su ciencia,
desnuda lo que es dueño sin glamor.
Porque ningún poema oculta al ente:
sentencia… aunque el escritor se miente.
La Hechicera de las Letras.
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Autor:
La Hechicera de las Letras (
Offline) - Publicado: 9 de diciembre de 2025 a las 00:14
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 7
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez, Santiago Alboherna

Offline)
Comentarios1
Ya lo dijo el viejo predicador: no hay nada, nada nuevo bajo el sol. No existe idea ni verso que no tenga su antesala en el tiempo. Los dioses libran sus batallas y los poetas somos sus espadas. Los maestros titiriteros manipulan sus hilos, y los títeres creemos que estamos vivos.
Pax tibi cara Maga, et lux, lux in tenebrissss
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