El niño y la luz
Caminaba entre la brisa,
por un campo sin rumor,
cuando vio una luz divina
que brillaba con fervor.
“¿Eres tú, Dios de caminos,
o un lucero del amor?”...
Con sus manos extendidas,
dijo al cielo sin temor:
¡Luz bonita, no te vayas,
quédate a jugar aquí!
Si tú eres Dios, me acompañas,
cuando tengas que dormir.
Desde entonces en su alma,
vive un brillo celestial,
porque un día entre las ramas
vio a Dios mismo caminar.
ANTONIO CUERVO
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Autor:
antonio cuervo (
Online) - Publicado: 5 de noviembre de 2025 a las 12:41
- Comentario del autor sobre el poema: En una tarde de visita familiar, tuve a mi nieto en brazos. el sueño lo fue venciendo poco a poco. Sentí su respiración suave sobre mi pecho, su peso liviano, y una paz que hacía mucho no sentía. Cuando se durmió por completo, lo acosté con cuidado y lo cubrí con una cobijita. Me quedé allí, sentado a los pies de la cama, mirándolo. Había en su rostro una inocencia tan pura, una calma tan profunda, que me llenó de ternura. En ese silencio, sin querer moverme ni interrumpir su sueño, me nació escribir. Tomé un papel, y las palabras comenzaron a fluir solas, suaves como su respiración. Fueron versos sencillos, pero cargados del amor más grande que puede sentir un abuelo. Así pasé un buen rato, siendo el cuarto en silencio, acompañado solo por el latido del tiempo y el sueño de mi nieto. Dejé esas líneas escritas como un pequeño recuerdo para él, para que algún día sepa que, mientras dormía, su abuelo encontró en su inocencia la más dulce inspiración.
- Categoría: Religioso
- Lecturas: 2

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