Volví a mi nombre original: La Hechicera de las Letras. No hay giros ni explicaciones innecesarias que dar, solo la reafirmación de lo que siempre he sido.
Quien quiera entender, que lea; quien no, ya sabe que pase de largo.
Aquellos que me bloquean o insisten en ese gesto infantil, no los leo ni les presto atención. Solo una carta con disculpa pública —y aun así— la reconsideraré.
No acepto solicitudes de amistad. No pierdan el tiempo.
Corriendo en círculos entre vestigios.
Camina en ronda el ente desvelado,
tan torpe repite actos sin destino;
persigue un sol de yeso iluminado,
y pisa siempre el mismo desatino.
Ansía altura, roza su quimera,
pero despierta en idéntica espera.
Escombros devoran su orgullo inflado,
la memoria traga rutas de engaños;
ningún compás inútil lo ha salvado,
ni triquiñuela que engatuse a extraños.
La rueda aplasta con hierro y rutina,
cose la carne con soga asesina.
El día alumbra cual ceniza ajada,
horizonte amplio, ¡qué gran apariencia!
Ignaro insiste la trampa abortada,
bestia que se engendra en su propia esencia.
El cielo la empuja sin juicio humano,
y el suelo lo obliga al show cotidiano.
Los huesos cuentan historias sin fin,
el aire huele a cadáver sonriente
y cada pensamiento lo hace ruin,
el hombre aplaude su fuga inminente.
Qué dulce circo: ocaso hasta el fracaso,
ser su propio verdugo y su payaso.
El tiempo gruñe con voz oxidada,
y no concede tregua ni consuelo;
su marcha hiere la piel lacerada,
clava su aguja en relojes de duelo.
Besando el polvo con fiel redención,
dulce burla hacia el mismo paredón.
El cuerpo es zafio de hábitos vacíos,
la mente inventa oprobio sin salida;
se pagan caro frágiles desvíos,
la deuda crece en piel envejecida.
La arena oculta la peste y escarnio,
la vida se retuerce en cruel agravio.
Y al fin la risa, mordaz que la vicia.
“¿Qué buscas inútil, mofa y condena?
La estela es nula, la fuga estulticia,
lúgubre esclavo de su misma pena.”
El cráneo fúnebre estalla al grito.
La muerte bebe en el cáliz maldito.
La Hechicera de las Letras.
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Autor:
La Hechicera de las Letras (
Offline)
- Publicado: 1 de octubre de 2025 a las 00:28
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 50
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez, Mª Pilar Luna Calvo, Haz Ámbar, Javier Julián Enríquez, Salvador Santoyo Sánchez, ✏️...Ana, Josué Jaldin, Carlos Baldelomar, benchy43, El Hombre de la Rosa, Jhetsefany, leo albanell, Santiago Alboherna, CBR, Jaime Correa, Antonio Pais, Llaneza, Emilia🦋, Una voz
Comentarios9
Somos, y por nuestros actos seremos, una pobre especie humana de maldita presencia en la Tierra de la que, por nuestros actos, nunca nos libraremos. Esta sociedad ejerce a la perfección lo del "Círculo de la Rata", del escritor Robert T. Kiuosaki.
Somos la especie que se enreda en sus propios laberintos de engaños, girando sin fin en senderos de vanidad y error. Cada logro ilusorio se disuelve, cada paso nos devuelve al mismo cráter de quimeras rotas. La rutina nos consume desde dentro, nuestros hábitos son ligaduras de cristal oscuro y la muerte observa con fría indiferencia. Todo lo que construimos se desmorona y aún así seguimos actuando, titiriteros y marionetas de nosotros mismos, perdidos en órbitas que retornan siempre al mismo punto invisible.
La Hechicera de las Letras.
¡¡Tal cual !!
Muchas gracias por este gran y reflexivo poema, en el cual es posible vislumbrar, en sus ideas formalmente objetivadas, cuestiones existenciales con un lenguaje sofisticado y una estructura simbólica. En tal sentido, se diría que, a través de la exploración de la futilidad inherente a la existencia, se busca una reflexión sobre la mortalidad y la búsqueda de sentido en un mundo que a menudo se muestra carente de él. Así, en esta composición alegórica, se puede percibir que el «ente desvelado» se encuentra inmerso en un ciclo perpetuo, que persigue una «quimera», y que se desvanece en la «idéntica espera». Por otra parte, la desilusión y el engaño se manifiestan en la memoria y la rutina, mientras que la concepción de la vida como una «rueda» conlleva implícitamente la idea de un sufrimiento inherente. Considerando esto, creo que la ilusión y la apariencia se manifiestan en la fragilidad de la realidad. Desde esta perspectiva, una de las premisas fundamentales que se desprenden es que la muerte se manifiesta como una presencia constante, como si el hombre experimentase una celebración de su propio fracaso. A este respecto, el tiempo, implacable, se muestra como una entidad que niega alivio y redención, y la superación de este estado se logra mediante la aceptación de la muerte. Por ende, el cuerpo y la mente se ven expuestos a comportamientos insignificantes y a una sensación de «oprobio sin salida». En este marco, el poema, con una estrofa magistral, culmina con una reflexión sobre la futilidad y la condena inherente a la existencia. Es decir, con estos versos finales el poema llega a su desenlace con una reflexión acerca de la vanidad inherente a la búsqueda y la condena que se encuentra intrínsecamente vinculada a la existencia. En este sentido, la «risa mordaz» parece revelar la percepción de la vida como carente de contenido sustancial, mientras que la «estela es nula» podría sugerir una ausencia de rastro o evidencia tangible. Así las cosas, el hombre se halla inmerso en un estado de melancolía persistente, hasta que se produce una transformación significativa, marcada por la explosión del «cráneo fúnebre al grito» y la consumación de la muerte a través de la bebida del «cáliz maldito».
Un cordial saludo y fuerte abrazo con mi más afectuoso aprecio
Javier, tu lectura es profunda y académica, eres uno de los pocos que se toma el tiempo y dice algo coherente, entre tantos cometarios, banales que suelen dejar en el portal. Pero hay elementos que mi pluma incisiva no deja a medias ni suaviza: habla de estancamiento perpetuo, de un ciclo de repetición donde el “ente desvelado” se atrapa en sí mismo, persigue quimeras y despierta siempre en idéntica espera. La existencia que describo no ofrece aprendizaje ni redención hay animales que son asi; la rutina, los hábitos vacíos y la mediocridad anquilosada son prisiones autoimpuestas, celebradas incluso por quienes las padecen. La “risa mordaz” y la consumación de la muerte no son consuelo ni aceptación, sino irónica exposición del fracaso inevitable, del espectáculo de sombras que cada uno monta con su propia vida. En su núcleo vital, el poema demuestra que la vida atrapada en estancamiento y repetición conduce a la autodestrucción, y que la muerte es la única fuerza que cierra el ciclo sin piedad.
La humanidad no solo repite su fracaso, sino que lo celebra como espectáculo propio, enganchándose a fantasmas de grandeza y a ilusiones raídas. Teje ceremonias sin sentido para enmascarar su inercia, mientras aplaude los gestos mecánicos de su propia decadencia. La ironía no es solo filosófica: es un cristal implacable que expone la trivialidad de quienes confunden la rutina con sentido y la insignificancia con triunfo.
Saludos cordiales.
La Hechicera de las Letras.
Nos presentas un panorama horrendo embarrado de melancolía.
Que navega entre lugubres craneos que destilan aburrimiento y desolacion.
Todo parece tontería.
Y sin embargo contiene algo de cierto.
El tiempo no se oxida, los oxidados son los pensamientos, el tiempo
ondulado perdura en eternidad incomprensible.
cuerpos empolvados de miseria humana y nada más, enmascarados en filosofía
mundana.
Lugubres aplausos a tus letras, poetisa, Hechisera de las letras
Saludos cordiales
Quien gira sin cesar en su propio laberinto termina devorado, atrapado en repeticiones que no enseñan y trampas que él mismo construye. Cada error se vuelve carne de su rutina, cualquier ilusión rota se incrusta en los huesos y lo que creía huida se convierte en su prisión perpetua. El abismo que genera deja mudos a los que lo observan: su estancamiento no es silencioso, es un espectáculo que desgarra la razón y revela, sin piedad, la crueldad de su propia existencia. Y así viven, con la respiración en suspenso, rodeados de sus derrotas, cultivando la impotencia como quien cultiva una religión, hasta que cada día se vuelve idéntico al anterior, sin rescate ni perdón.
Los lúgubres aplausos solo confirman que has entendido, Que aplaudan, me ovacionen o callen, eso nunca alterará mi tinta.
Saludos cordiales.
La Hechicera de las Letras.
Hermoso versar estimada poetisa y amiga La hechicera de las letras
Recibe un abrazo de Críspulo
El Hombre de la Rosa
Críspulo. Un abrazo igualmente. El ciclo descrito en mis versos solo refleja lo que a todos nos acecha: nadie escapa de su propio verdugo y el tiempo todo lo consume.
La Hechicera de las Letras.”
Siempre estando en movimiento
pero sin avanzar paso;
y al final, solo el fracaso
como premio a todo intento.
Siempre el mismo testamento
para cualquier oratoria,
barro, ceniza y escoria
es lo que deja el molino,
las paradas del camino
que da vueltas en su noria.
Un beso querida mater.
Has tomado mi círculo estancando de muchos individuos y lo has devuelto como sentencia rimada, en clave de proverbio. Tu décima convierte mi despliegue en refrán, como si el molino fuera la voz misma del destino: desgasta, muele, y deja apenas barro y ceniza. Valoro ese giro: mientras yo desgarro con hierro y hueso, tú lo destilas en la noria, en la condena que cualquiera puede leer como moraleja.
Un beso apreciada Mater Litteratum.
La Hechicera de las Letras.
uauu, volviste eee, estilo renovado, y precisión quirúrgica como pocas veces, notable lo tuyo Hechicera. Veo una descripción poética y majestuosa, descarnada y sin piedad alguna, de la inexplicable incoherencia humana, la exaltación de su banalidad y el fin.
Felicitaciones Hechicera, sinceramente ...
Veo que captaste bien la crudeza y precisión de mi poema Poeta Carente: la incoherencia humana, la banalidad y el inevitable final son el paisaje que intento mostrar. Pero más allá de eso, cada línea tiene un propósito, revelar cómo el hombre se condena a sí mismo, girando en la rueda de sus propios actos, mecánico y ciego, estancándose día a día.
Seguimos girando sin rumbo, atrapados en actos que no llevan a ningún lado; buscamos ilusiones que nos elevan solo para dejarnos de nuevo en la misma espera. La vida nos mofa, y sin darnos cuenta, somos los autores y el público de nuestro propio desastre.
Si hablamos de mi escritura, mantengo mi intención de renovarme, de no quedarme atrapada repitiendo lo mismo como un loro o girando en la misma rueda mecánica, en esencia no tolero la mediocridad. Cada palabra nueva, cada verso afilado, es un acto de rebelión contra la previsibilidad que envenena a los tibios.
La Hechicera de las Letras.
Hechicera me perdí el debut del nuevo poema que nos regalaste. Y me habias dicho que no te gustaba el estilo tipo Trakl.
Un poema oscuro, se arrastra en el polvo de siglos de muertes sin sentido, vacios sin llenarse, caminos sin destino, todos descamando más y más polvo malholiente, insana locura de caminar en círculos en el laberinto que no tiene escape de una vida cuyo propósito nunca fue hallado, y la muerte que no perdona y tiene el cronómetro en su mano, siega a todos, encuentren o no una finalidad, antes de llegar a su fin.
Dios te bendiga.
No solo es polvo y muerte; es la conciencia despierta que camina en círculos, el mismo laberinto que la humanidad construye con sus hábitos, sus mentiras, su vana ambición, su curiosidad que lo impulsa, sus afectos que intenta cuidar, sus momentos de sorpresa y alegría que duran un instante, sus actos de generosidad que no cambian nada, su deseo de encontrarse a sí mismo que siempre se diluye. Cada paso no es accidente, sino parte de la misma condena que él forja, la risa final no es misericordia ni tragedia: es el juicio que él mismo se inflige, mientras la vida se retuerce en su propia fuerza y debilidad. Lo que parece absurdo, es la exactitud de la derrota elegida.
Mañana debuta otro poema; trae palomitas, que esto se va a poner interesante.
La Hechicera de las Letras.
Gracias por los boletos Hechicera de las Letras, para la función con efectos especiales. Llegaré para la primera fila.
Cuando la conciencia dormita, la malicia despabila.
Para la Hechicera de las Letras:
Tu poema traza una ruta cerrada, donde cada imagen parece alzarse como un vestigio del peso que arrastra el sujeto lírico. Hay rigor en la forma, sí, pero también una intención clara de incomodar, de no permitirle al lector instalarse en la belleza sin enfrentar su trasfondo.
Verso a verso se despliega una conciencia que no suplica sentido, sino que lo interroga con amargura lúcida. La idea de ser “su propio verdugo y su payaso” no sólo sintetiza el poema: acusa, señala y retrata un mal contemporáneo con precisión brutal. No escribes para adornar, sino para desmontar la ilusión.
Valoro el dominio técnico, pero aún más la honestidad de fondo. Has logrado un texto que no busca agradar, sino decir algo que no se olvida fácilmente. Eso, en literatura, importa más que cualquier floritura.
Gracias por permitir este descenso. No es común encontrar una escritura que combine forma, intención y pensamiento con esta claridad.
Saludos cordiales,
-LOURDES
Tu apreciación, Lourdes es certera en su hondura: comprendiste la intención. Hay tres pulsos internos que quisiera sumar a tu visión, porque en ellos respira la médula del poema.
Primero, la conciencia como condena. No hablo del hombre que ignora, sino del que entiende y, aun así, persiste. Su lucidez no lo libera, lo ata con mayor fuerza. Esa es su ruina: saber y continuar. No es víctima del engaño, es su propio testigo lúcido.
Luego, la belleza contaminada. No niego la belleza, la infecto. La forma impecable no busca agradar, sino atraer al lector hacia la podredumbre que encubre. La métrica y la musicalidad son mi habilidad. La estética se confunde con la ironía estructural, cada verso revela cómo la rutina hiere y encarcela, haciendo de la repetición un acto de violencia silenciosa.
Finalmente, el cierre metafísico. “La muerte bebe en el cáliz maldito” no clausura nada: consagra la repetición. La muerte participa del mismo ritual humano, no lo destruye. El ciclo continúa incluso tras el fin; no hay fuga posible, ni redención, ni descanso. Tu interpretación toca el corazón del texto, pero este corazón late aún después del último verso. Allí, donde la muerte no absuelve y la belleza corroe.
Saludos cordiales.
La Hechicera de las Letras.
Querida Hechicera de las letras:
Tu respuesta me dejó en ese umbral tan raro entre la gratitud y el desvelo.
Porque sí, comprendí la intención —o al menos una de sus máscaras—,
pero ahora me revelas no solo el rostro, sino el pulso subterráneo que lo mueve.
Y confieso: ese pulso inquieto.
La conciencia como condena…
Es fascinante (y un poco cruel) pensar que la lucidez no salva, sino que aprieta los grilletes.
Tu personaje, entonces, no cae por ignorancia, sino por exceso de visión.
Hay algo profundamente trágico en eso.
Y, acaso, también profundamente humano.
Respecto a la belleza contaminada,
no puedo evitar sonreír.
Esa elegancia que usas como trampa —como cebo lírico para llevarnos al hueso corroído—
me resulta tan eficaz como perturbadora.
No diré que me agrada (porque no está hecha para agradar),
pero sí que me hipnotiza.
Es la violencia más delicada que he leído en mucho tiempo.
Y el cierre… sí, esa frase que uno quisiera interpretar como final
pero que, en verdad, es una grieta más.
La muerte no como punto final, sino como repetición consagrada.
Me das la sensación de que ni el lector escapa:
queda atado al susurro de un poema que insiste después de sí.
Gracias por esta respuesta que no responde, sino que extiende la pregunta.
Gracias por no conformarte con ser entendido.
Y también —con algo de ironía— gracias por invitarme a mirar lo bello
sin prometer consuelo.
Un saludo entre versos que no descansan.
Saludos cordiales para a ti también.
—L.T.
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