Aquí estoy,
más humilde que cansado,
guardando mis demonios
que saben ser mansos
si pienso al menos
un poquito en vos.
A lo mejor reconocen
en el recuerdo atorado
de mi memoria
unos ojos, que son abismo,
vacío oscuro que destella
hogar de mis tristes luciérnagas.
Y ahí se quedan, tras la puerta,
respirando bajito
para que no sospeches
que algo en la sombra descansa.
Pero no puedo mentirte,
algunos se me escapan
como gatos por los techos
nocturnos.
Y si arañan la luna
y profanan la buena
voluntad de quererte,
esos, amor,
esos ya no son míos.
Mío, es este empeño,
esta necia corriente,
un hilo de agua limpia
que se abre paso en la piedra
y que lleva la imagen de tu rostro
empuñado en su pequeño caudal.
Y qué sé yo hasta dónde cae...
Me basta que sea un estanque
apacible y tranquilo,
y que ni el viento se atreva a turbar.
Un lugar donde las bestias,
esas, no se atrevan a llegar,
pues algo sé con certeza;
que en esas aguas
ellas no saben nadar.
-
Autor:
Carlos Baldelomar (Seudónimo) (
Online)
- Publicado: 5 de septiembre de 2025 a las 00:00
- Categoría: Amor
- Lecturas: 10
- Usuarios favoritos de este poema: MISHA lg, Tommy Duque
Comentarios1
se siente la tranquilidad de tu pensamiento poeta
gracias por compartir
Mío, es este empeño,
esta necia corriente,
un hilo de agua limpia
que se abre paso en la piedra
y que lleva la imagen de tu rostro
empuñado en su pequeño caudal.
Y qué sé yo hasta dónde cae...
bess besos
MISHA
lg
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.