Volví a mi nombre original: La Hechicera de las Letras. No hay giros ni explicaciones innecesarias que dar, solo la reafirmación de lo que siempre he sido.
Quien quiera entender, que lea; quien no, ya sabe que pase de largo.
Aquellos que me bloquean o insisten en ese gesto infantil, no los leo ni les presto atención. Solo una carta con disculpa pública —y aun así— la reconsideraré.
No acepto solicitudes de amistad. No pierdan el tiempo.
La lógica se vende cual ramera.
El dictamen surge en miradas frías,
cada vestigio oculta una sentencia;
la ansiedad cree librarse por días,
pero su razonar dicta violencia,
la conciencia farsante ya desnuda
mata el juicio con una risa muda.
Las fichas de otros invaden la mente,
rotulados por un hilo invisible;
el trato justo parece aparente,
la elección se hace casi imperceptible;
la ingenuidad no cura la mentira,
la verdad golpea donde conspira.
El odio brota bajo piel y nombre,
margina, hiere con reglas feroces;
el color dicta el estigma de un hombre,
las lenguas matan en manos atroces;
la autoridad calla ante tal afrenta,
cae el juicio donde el mal se sustenta.
El orgullo habla de justicia pura,
mientras el hábito juzga en secreto;
cada mímica oculta su censura,
y los prejuicios guían su decreto;
la inocencia es solo un teatro muerto,
y el tedio ruge con un viento incierto.
Palabras se aferran a tonterías,
en bromas, noticias, cuentos ajenos;
el sentimiento gira en fantasías,
sin notar los daños que son obscenos,
la mente, orgullosa, finge ignorancia,
el necio falla en sutil arrogancia.
La empatía se traga su alimento,
y el corazón ignora la evidencia;
cada decisión tiñe el pensamiento,
se cree limpia, pero es penitencia;
la mente calla, creyéndose entera,
la venganza revela su manera.
El prisma infecta la conciencia dura,
no hay escapatoria para la mentira;
el desvío interno marca su anchura,
y desarma al justo en su propia lira;
la clemencia no existe en esta escena,
fallida perversión con fuerza plena.
El sesgo es la trampa de la ramera
en la lógica se embadurna de oro.
La balanza en su vicio se atrinchera
y aplaude la mentira sin decoro
el juicio renguea, nadie lo erige,
la razón, al vil interés, se aflige.
La Hechicera de las Letras.
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                        Autor:    
     
	La Hechicera de las Letras ( Offline) Offline)
- Publicado: 26 de agosto de 2025 a las 01:13
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 81
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez, MISHA lg, El Hombre de la Rosa, Llaneza, Mauro Enrique Lopez Z., Ricardo Castillo., karonte, CBR, Santiago Alboherna, Javier Julián Enríquez, Carlos Baldelomar, Éusoj Nidlaj, Una voz, Lincol, Emilia🦋, Mª Pilar Luna Calvo, Fabio de Cabrales, Mael Lorens, Salvador Santoyo Sánchez, Jaime Correa, WandaAngel, Antonio Pais, SOY.-

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Comentarios9
La lógica es tan ligera, que cada quien tiene la propia.
gracias por compartir
El odio brota bajo piel y nombre,
margina, hiere con reglas feroces;
el color dicta el estigma de un hombre,
las lenguas matan en manos atroces;
la autoridad calla ante tal afrenta,
cae el juicio donde el mal se sustenta.
besos besos
MISHA
lg
Desde ya el título no se arriesga a nombrar el eje central: el sesgo; solo lo insinúa. Es como mirar a un verdugo y decir “mira qué feo es” sin notar la hoja que brilla en su mano: todos entienden que algo está podrido, pero no saben exactamente qué mata, así se escabulle tras una metáfora cruel, elegante y obscena. La lógica “vendida cual ramera” es poderosa, sí, pero su referencia al sesgo es mi guiño sutil, casi un arrullo para quienes saben mirar más allá de la superficie. Para el resto, no hay aviso: solo la promesa de corrupción y engaño. Es un título que martilla, insinúa, pero no delata la idea exacta, que la ramera es el sesgo disfrazado de razón.
La estrofa, que haces alusión, estimada Misha, exhibe con crueldad los sesgos más viles el social y el racial: aquellos que se deslizan bajo la piel y el nombre, transfigurando un prejuicio íntimo en una maquinaria colectiva. No hablamos ya de un simple tropiezo mental, sino de un veneno que se filtra en las venas de la sociedad y se institucionaliza con silenciosa complicidad.
Ese sesgo, inconsciente en su germen, es el andamio de todo poder torcido: justifica la violencia, santifica la discriminación y prostituye el juicio hasta volverlo cómplice. Aquí no hay error inocente, hay una estructura perversa que, bajo la impronta de normalidad, consagra la corrupción del pensamiento humano.
Saludos poetisa.
La Hechicera de las Letras.
Hermoso y genial tu bello versar estimada poetkisa y amiga La Hechicera de las letras
Saludos desde Torrelavega
El Hombre de la Rosa
Lo que parece armonía es un llamado a la atención : la corrupción, los sesgos y la injusticia no se anuncian, se infiltran en cada pensamiento, cada decisión, cada palabra.
Saludos Hombre de la Rosa.
La Hechicera de las Letras.
La existencia y por tanto la misma presencia y realidad del ser humano no es sino un cruel y criminal plagio de sí mismo, de su mente, de su conducta, de su mirada y sus actos; pareciera que sólo llegamos a la vida para mostrar el odio que arrastramos no se sabe bien de dónde. La lógica es solo una consecuencia provocada y previamente acordada por quienes con mentes oscuras y malditas saben qué hacer con todo el poder que tienen. La humanidad, toda, solo ha buscado cómo acabar con la vida, incluyendo la suya propia, nunca ha tenido otro fin, pero mientras tanto da, vende e impone su odio.
Tu lectura expande el poema hacia un horizonte más radical: la condena de la existencia misma como falsificación de odio y autodestrucción. Veo cómo recoges la violencia latente en los versos y la despliegas hasta convertirla en esencia humana.
La humanidad no piensa: replica. No mira: imita los ojos que otros le prestaron. Así la vida se vuelve un engendrar de prejuicios, la reverberación torcida de viejas heridas que nunca se cierran. La corrupción, el poder, la maldad y la ambición lo atraviesan todo, amplificando la distorsión y convirtiendo al mundo en un lugar donde la injusticia se reproduce y se sostiene.
El sesgo inconsciente es precisamente eso: la mente que copia sin saberlo, que plagia prejuicios de la historia y los firma como propios. No es el individuo mismo el que nace condenado, sino el cristal torcido a través del cual aprende a mirar. La ramera no es la vida: es la lógica travestida de justicia, que camina erguida como si fuera reina.
Pero yo te digo: no es más que una doncella manipulada por manos ajenas. Su rostro no es suyo, su voz no le pertenece. Habla lo que otros le dictan, calla lo que otros desean ocultar.
El sesgo es ese perfume que embriaga su juicio, la hace titubear y entregar su fuerza a intereses que la acarician como amantes astutos. Se cree escuchar verdad en sus labios, pero solo repite lo que el veneno le ha enseñado.
La Hechicera de las Letras.
En tu respuesta y en el primer renglón hay una palabra a la que siempre le he dado un valor y un significado diferente y exacto de lo que en realidad quieren algunos expresar cuando la usan : Radical. El radicalismo, palabra tan denostada, perseguida, odiada e incluso usada para disfamar por parte de quienes ostentan todo el poder no es sino la confirmación de una verdad cuasi absoluta; los “radicalistas” son ésos que se enfrentan a ese poder establecido y que al final acaban siendo perseguidos. En este sentido sí, mi lectura es radical y por tanto soy un radical profundo que acudo al radicalismo, a la lucha frontal para decir y exponer lo que otros ocultan; en este sentido siento la necesidad, usando la palabra escrita, para expander mis ideas. La violencia toda que la humanidad lleva sufriendo, desde milenios se podría decir, nadie la ha sabido recoger, gestionar, y con ella generar cambios encaminados a erradicarla, todo a lo más nos han hecho y nos hemos hecho cómplices complacientes de ella: somos, como dices, la esencia misma de esta violencia. En alguna ocasión lo he mencionado aquí: somos un puro plagio en lo mejor y en lo peor de nosotros mismos y por tanto jamás resolveremos nada salvo, en ocasiones, modificar lo existente.
Del resto de tus apreciaciones coincido con todo. Gracias por tu aportación, siempre certera.
Gracias.
Cuando te dije que tu lectura es radical, me refería en el sentido etimológico de radix (“raíz”) aquello que va al fondo que no se conforma: no te quedaste en la superficie del poema (la crítica a la lógica corrompida o los prejuicios sociales), sino que llevaste la interpretación a la raíz misma de la existencia humana.
Planteaste que la humanidad es un plagio de odio y autodestrucción; y lo lleve más allá, mostrando cómo esa “torcedura” nace de los sesgos y de la corrupción que atraviesan todo. Es decir: Mi poema habla de lógica prostituida y prejuicio. Tú lo expandiste hacia una condena más amplia de la condición humana, de su tendencia a repetir, a copiar, a dejarse manipular por el poder y el odio.
Eso es lo “radical”: No es solo psicológico (sesgo inconsciente). No es solo social (corrupción, poder, maldad). Es existencial, casi ontológico: describir a la humanidad como una especie atrapada en ciclos torcidos, incapaz de pensar por sí misma.
Tu opinión del término “radical” revela otra arista que no contradice la mía. Tú lo recoges en su filo histórico y combativo: el radical que enfrenta al poder, que se atreve a nombrar lo innombrable, aun sabiendo que la persecución será su recompensa.
Ambos sentidos se tocan como las dos caras de una misma moneda. ¿Cómo ir a la raíz de la mentira sin desafiar al poder que la sostiene? ¿Cómo combatir el orden corrompido sin arrancar de cuajo las raíces que lo alimentan?
La humanidad plagia porque no piensa, pero también porque el poder le dicta qué repetir. El sesgo inconsciente es el meollo de la historia incrustado en la mente y la violencia estructural es el flagelo que asegura que se perpetúe. Tu radicalismo combate al verdugo; el mío arranca la falsedad de la lógica que lo legitima.
Ambos nombres, radical, son uno solo: raíz y rebelión. La raíz desnuda lo que se oculta; la rebelión lo denuncia. En esa conjunción, la palabra no es insulto ni difamación, sino estandarte.
La Hechicera de las Letras.
Sigo coincidiendo con tus palabras, con tu respuesta, con tu mirada personal del asunto en cuestión. En el fondo los dos pronunciamientos son el mismo aunque con distintos enfoques y miradas de un mismo caso. Gracias por tu aportación.
Talentosa Hechicera, en algunos versos me siento un poco aludido. No tienes piedad de nosotros.
La plata q recibe la ramera es el honor y el prestigio y/o el orgullo de imponerse ??
Pax tibi cara Maga
Poeta Carente: La ramera recibe distintas monedas: a veces prestigio, a veces poder, otras veces la satisfacción mezquina de imponerse sobre otro. Todo oro falso que reluce un instante, pero se pudre en las manos.
No hay dinero suficiente para quien vende la lógica: es la razón corrompida, entregada a intereses ajenos y arrastrada por sesgos que operan sin que la mente los perciba. Cree juzgar, pero confirma lo que ya sospecha; acata sin pensar lo que dicta la autoridad; se ajusta al rumor del grupo, como si fuera propia su decisión.
Todo sin conciencia, todo invisible.
Pax veritati considet.
La Hechicera de las Letras.
Pax veritati considet.
De dónde sacaste esta frase ?
Me hiciste Jaque Mate HECHICERA... GAME OVER
Es completamente original de mi persona...ya sabes soy aguda, profunda y en extremo creativa.
La Hechicera de las Letras.
y algo vanidosa ... ? 🙂
Ja… Ja… Ja…
No confundas Poeta Carente, vanidad con ser consciente de habilidades, poder intelectual y estético.
La vanidad implica una necesidad de aprobación o halago externo, que a mi me vale madre.
La Hechicera de las Letras.
Entiendo, quizás sea como decís vos, cordial saludo cara Maga, hasta el próximo poema
Muchas gracias por este extraordinario poema que, según se puede observar, abarca un gran contenido cuyas ideas objetivadas, creo, así lo atestiguan. Veamos, debemos tener en cuenta que la condición humana, cuando nos enfrentamos a la realidad y nos hacemos compatible con ella, donde la lógica, pervertida por el interés propio («la lógica se vende cual ramera»), se convierte en instrumento de opresión y falsedad. A este respecto, pienso que la búsqueda de justicia se ve obstaculizada de manera recurrente por la hipocresía, la ceguera moral y la influencia de prejuicios arraigados. Así, si nos fijamos en el término «ramera» se erige como un símbolo de la corrupción inherente a los sistemas de poder, los cuales se revisten de legitimidad («se embadurna de oro»), mientras perpetúan la injusticia. Considerando esto, el poema explora la naturaleza engañosa de la apariencia. Además, la «ansiedad» pretende eludir la realidad, pero su razonamiento solo desemboca en violencia. De la misma forma, el concepto de «trato justo» puede ser utilizado como una cortina de humo que oculta prácticas de manipulación y explotación. Asimismo, la «inocencia» se revela como una farsa, un «teatro muerto» ante la omnipresente mentira. Por tanto, creo que esta dualidad entre apariencia y realidad se manifiesta en la constante tensión entre la justicia idealizada y la realidad perversa que la corrompe. En tal sentido, el poema utiliza una rica simbología para ilustrar la complejidad del conflicto moral. Igualmente, el sentimiento de «odio», que se manifiesta de manera latente y con un nombre propio, representa la violencia inherente a los prejuicios sociales. Por añadidura, se diría que el «color» se convierte en un símbolo de estigma, mientras que las «lenguas» se transforman en armas mortales. De igual modo, la «autoridad», al abstenerse de pronunciarse, se convierte en cómplice de la injusticia. Desde esta perspectiva, la empatía, cuando se ve comprometida por el egoísmo, pierde su capacidad de reconocer la realidad de la opresión. En relación con esto, la metáfora del «prisma infectado» ilustra la distorsión de la percepción y la incapacidad de percibir la verdad. Es más, el sesgo, inherente a la naturaleza de la lógica, puede comprometer la equidad y obstaculizar la aplicación de la justicia verdadera. En este contexto de perversión, la «clemencia» se manifiesta como una ausencia total. En esta línea, la balanza, como símbolo de justicia, se encuentra en una posición de vulnerabilidad, toda vez que respalda el engaño sin reservas. También, la razón misma se ve comprometida por el interés de orden inferior. En este sentido, el poema ofrece una profunda reflexión sobre la fragilidad de la justicia y la omnipresencia de la corrupción moral. En relación con esto, se podría decir que el/la poeta utiliza una serie de imágenes reales y una simbología rica para explorar la lucha constante entre la verdad y la mentira, la justicia y la injusticia, la apariencia y la realidad. Así, a través de esta exploración, el/la poeta busca dejar al/la lector/a con una profunda sensación de la complejidad y la oscuridad inherente a la condición humana.
Un cordial saludo y fuerte abrazo con mi más afectuoso aprecio
Julián, tu comentario es preciso en la temática y ciertos tramos, pero no solo hablo de corrupción, hipocresía o apariencia; hablo de los sesgos que operan sin que la mente lo note. Esos prejuicios invisibles que distorsionan la lógica, que hacen creer al individuo que sus juicios son limpios, que la justicia es imparcial y que la inocencia salva; todos ellos funcionan bajo la superficie, como veneno silencioso.
El odio, el color del racista, la autoridad, el prisma infectado… no solo son símbolos de injusticia visible, son los vectores de un sesgo inconsciente, que predispone, ciega y corrompe sin que los involucrados se den cuenta. Esa es la verdadera violencia, pues hay quienes normalizan o se hacen los desentendidos: no la mentira evidente, sino la mentira que la mente se hace a sí misma, la que se disfraza de razón y legitimidad.
En el futuro refiérete a mí como “la poeta”, no como “el/la poeta”. No necesito eufemismos, neutralidades ni giros académicos que suavicen lo que soy. Mi voz es directa, femenina y letal, tu intento de objetivar o distanciarme con esa expresión traiciona la fuerza de quien soy.
Si vas a comentar, hazlo con precisión: Hablo a través de cada verso, no hay intermediarios y todo lo demás solo diluye la intensidad de lo que escribo.
La Hechicera de las Letras.
Mis más sinceras disculpas por la imprecisión en el empleo del término «el/la poeta». Aprecio francamente tus observaciones, ya que contribuyen a un proceso de aprendizaje continuo basado en la corrección de errores y la búsqueda de la excelencia en la expresión escrita. En este sentido, trato de mejorar constantemente a través de la reflexión crítica sobre las producciones propias.
Un cordial saludo y fuerte abrazo con mi más afectuoso aprecio,
Javier Julián
En sí la lógica es incorruptible, pero nosotros los humanos no lo somos. Siento que elegiste la lógica como medio para tu explicacion porque esta persigue distinguir entre lo verdadero y falso, haciendo incapié con esto en la mentira que nos invade y corrompe al humano, trazas en panorama en el cual el hombre es presa de sus deseos egoistas y no le importa ya nada más que darse por satisfecho, y esa satisfacción parece no llenarse con nada de aquello en lo cual busca.
Dios te bendiga.
Una Voz, percibes la lógica como incorruptible y al humano como su ejecutor. No te equivocas: la razón es pura, pero nosotros la traicionamos. Mi poema no solo habla de la mentira que corrompe al hombre, sino de cómo sus sesgos imperceptibles deforman cada elección, cada gesto, cada juicio, sin que lo note.
El odio, la vanidad y la ignorancia se mezclan en un cónclave de vicios, la lógica se ve atrapada, aplastada por intereses que se creen derechos. Esos sesgos, rameras invisibles, prostituyen la razón y normalizan lo que debería cuestionarse, ocultando su veneno bajo la apariencia de rutina y costumbre. El individuo cree decidir; la mente decide por él. Ahí reside la verdadera corrupción: no en la razón, sino en cómo permitimos que nuestros sesgos la secuestren, sin advertirlo, sin protestar.
La Hechicera de las Letras.
Un poema intenso y reflexivo, donde la lógica y la justicia se muestran corrompidas por el sesgo y el interés.
Saludos cordiales.
Lincol, tu lectura es acertada: efectivamente, el poema expone cómo la lógica y la justicia se ven corrompidas por el prejuicio y el interés. Aún más, es la manera en que cada verso desnuda la conciencia, revela la hipocresía cotidiana y muestra la violencia silenciosa que habita tras decisiones aparentemente “justas”. La fuerza de mis versos no está solo en la idea de corrupción, sino en cómo las imágenes, la ironía y el ritmo construyen un espacio donde la traición de la razón se siente, se percibe y golpea, convirtiendo la crítica en experiencia tangible. Cada estrofa ilumina también los sesgos, tanto implícitos como explícitos, que distorsionan el juicio, contaminan la empatía y perpetúan injusticias, dejando ver cómo el pensamiento humano, orgulloso y ciego, se autoengaña y legitima la perversión de sus propios valores.
La hechicera de las Letras.
El prisma infecta la conciencia dura,
no hay escapatoria para la mentira;
el desvío interno marca su anchura,
y desarma al justo en su propia lira;
la clemencia no existe en esta escena,
fallida perversión con fuerza plena.
Saludos hechizera de las letras ✅
Salvador, esa estrofa expone el sesgo que infecta desde dentro: la mente cerrada, el lente que distorsiona la certeza y convierte al justo en víctima de su propia ingenuidad. No hay clemencia, porque la percepción está intoxicada por el engaño; la justicia se desploma ante la fuerza de la manipulación interna. Esa es la perversión que describe la conciencia sesgada.
Saludos.
La Hechicera de las Letras.
Así, lo comprendí.
Saludos, buen sábado
¡Que bueno!
aquí mis aplausos...
y ante la claridad mental,
la emancipación emocional,
la profundidad espiritual,
la firmeza, resistencia y resiliencia,
nada de lo anterior,
tiene cavidad.
Y al necio, la perversión del sesgo y la falsedad que le den por ahí.
Sigue por ese camino,
que tú misma has creado,
¡ni un paso atrás!
Veo que percibes lo que sostengo. La mente se corrompe, los sesgos acechan. La lógica se prostituye, la percepción se distorsiona y la verdad queda atrapada entre orgullo, ignorancia y manipulación. Hay un pulso que no se quiebra y una mirada que atraviesa. Que cada obstáculo encuentre su propia paradoja, avance dejando atrás lo que corrompe y endurece, sin detenerse, entre la arbitrariedad y la falsedad que acecha, el sesgo que lo envenena todo.
La Hechicera de las Letras.
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