AVISO DE AUSENCIA DE La Hechicera de las Letras
Volví a mi nombre original: La Hechicera de las Letras. No hay giros ni explicaciones innecesarias que dar, solo la reafirmación de lo que siempre he sido.
Quien quiera entender, que lea; quien no, ya sabe que pase de largo.
Aquellos que me bloquean o insisten en ese gesto infantil, no los leo ni les presto atención. Solo una carta con disculpa pública —y aun así— la reconsideraré.
No acepto solicitudes de amistad. No pierdan el tiempo.
        
                        
                        Volví a mi nombre original: La Hechicera de las Letras. No hay giros ni explicaciones innecesarias que dar, solo la reafirmación de lo que siempre he sido.
Quien quiera entender, que lea; quien no, ya sabe que pase de largo.
Aquellos que me bloquean o insisten en ese gesto infantil, no los leo ni les presto atención. Solo una carta con disculpa pública —y aun así— la reconsideraré.
No acepto solicitudes de amistad. No pierdan el tiempo.
Todo en orden, menos tu corazón.
Tu pulso acepta el látigo pactado,
mientras tu risa se oxida en hastío;
la calma es lujo que vive exiliado.
Se ofrece el mundo en vitrina y mercado,
te vende espectros de un falso albedrío;
tu pulso acepta el látigo pactado.
Tras el logro te aguarda otro mandado,
tu dogal aprieta el reloj, qué impío;
la calma es lujo que vive exiliado.
Te atrapa el día y queda desangrado,
el alma presa en su propio desvío;
tu pulso acepta el látigo pactado.
No hay tregua: es deber manufacturado,
hundido el sueño en su propio extravío;
la calma es lujo que vive exiliado.
Será el fin un bostezo programado
cuando el silencio devora el vacío;
tu pulso acepta el látigo pactado,
la calma es lujo que vive exiliado.
La Hechicera de las Letras.
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                        Autor:    
     
	La Hechicera de las Letras ( Offline) Offline)
- Publicado: 20 de agosto de 2025 a las 01:10
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 263
- Usuarios favoritos de este poema: MISHA lg, alicia perez hernandez, Mª Pilar Luna Calvo, Lualpri, Hernán J. Moreyra, Javier Julián Enríquez, Una voz, Freddy Kalvo, Santiago Alboherna, Éusoj Nidlaj, ElidethAbreu, leo albanell, EmilianoDR, El Hombre de la Rosa, Nelaery, CBR, 🇳🇮Samuel Dixon🇳🇮, Ricardo Castillo., WandaAngel, racsonando, DRM, Emilia🦋, Lincol, Antonio Pais, Jaime Correa, ✏️...Ana

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Comentarios10
cuando se tienen otros intereses tu corazón no interesa
interesantes tus letras poetisa
gracias por compartir
Se ofrece el mundo en vitrina y mercado,
te vende espectros de un falso albedrío;
tu pulso acepta el látigo pactado.
Tras el logro te aguarda otro mandado,
tu dogal aprieta el reloj, qué impío;
la calma es lujo que vive exiliado.
besos besos
MISHA
lg
Sin capricho de la rutina o los logros, el corazón encarna la vida interior, los sentimientos, el latido vital. El pulso se somete al látigo del día a día, cómo la calma se vuelve ostentación lejana y cómo la mente se enreda en preocupaciones y tensión constante. Es la molestia que carcome la garganta mientras el mundo vende su espectáculo, que se desliza por cada momento, silenciosa, insistente, que transforma lo cotidiano en peso e inquietud rota.
Vivimos más conectados digitalmente, pero más aislados físicamente. La falta de interacción humana reduce los amortiguadores naturales del estrés, como el contacto físico, la risa en grupo y el sentido de pertenencia. Cada abrazo que no se da, cada palabra que se pierde pegado en la pantalla, es un golpe silencioso que nos recuerda que estamos solos, incluso en multitudes.
Besos poetisa.
La Hechicera de las Letras.
Muchas gracias por este gran y reflexivo poema, en cuyas ideas objetivadas se puede apreciar una alegoría de la condición humana, la cual se encuentra sujeta a un destino ineludible, un «látigo pactado» que creo simboliza la implacable marcha del tiempo y las obligaciones ineludibles de la existencia. Si así fuere, la epímone o repetición insistente del verso «tu pulso acepta el látigo pactado» subraya la resignación, casi fatalista, ante esta realidad. La metáfora «la calma», presentada como un «lujo que vive exiliado», podría representar la anhelada serenidad, inalcanzable en medio del frenesí de la vida cotidiana. Por otra parte, la imagen, como concepto de «mundo en vitrina y mercado» parece hacer referencia a la superficialidad y la falsedad de las promesas de felicidad, lo que se podría denominar como un «falso albedrío» que se presenta como un espejismo. Asimismo, la metáfora del tiempo como opresor implacable, que constriñe y limita la libertad individual, se ve reforzada por la imagen del «dogal que aprieta el reloj». Además, la imagen como concepto del «día desangrado» y el «alma presa en su propio desvío» evocan la sensación de agotamiento y la pérdida de sentido en la búsqueda incesante de logros efímeros. Igualmente, la imagen como concepto de «deber manufacturado» plantea la premisa de que las expectativas sociales pueden llegar a ejercer una influencia opresiva sobre los seres humanos, toda vez que restringe la capacidad de realización personal y que conduce a un estado de alienación o extravío. En última instancia, la representación del «fin como un bostezo programado» simboliza la conclusión inevitable de este ciclo vital, un desenlace previsible y carente de trascendencia. De esta forma, la imagen como concepto de «silencio que devora el vacío» se erige como un símbolo de la aniquilación final, que representa la disolución en la nada. En este sentido, creo que el poema, en su totalidad, explora la tensión entre la aceptación resignada del destino y el anhelo por una calma inalcanzable, que presenta una visión pesimista, aunque poéticamente elaborada, de la condición humana.
Un cordial saludo y fuerte abrazo con mi más afectuoso aprecio
Coincido en tu mirada Javier: has sabido atrapar la médula de este texto. Sí, hay en él el peso de la fatalidad, el yugo del tiempo que no concede tregua, esa repetición insistente que opera como un recordatorio de lo ineludible. Acertaste al reconocer que todo late entre resignación y extravío.
Pero sería ingenuo dejarlo solo en esa clave. Uno de los males más vulgares y devastadores de nuestra época es la ansiedad: esa mordaza invisible que aprieta sin necesidad de verdugo. No es una abstracción, es la respiración cortada en la madrugada, el insomnio que se viste de vigilia, el corazón encadenado al compás de un guion interminable.
El mundo moderno ha perfeccionado la tortura: ha convertido cada instante en mercancía, cada logro en decreto, cada silencio en sospecha de fracaso. Esa es la verdadera epímone de nuestra época: un estribillo que no cesa de repetirse en millones de cuerpos consumidos.
No es cuestión del tiempo, sino de la opresión fabricada que se nos vende como progreso. La serenidad —ese tesoro desterrado— no es un ornamento filosófico, es la ausencia, depresión y la carencia en la vida diaria de quienes viven con la expectativa sujeta a una cuerda que no se ve y aprieta constantemente.
En última instancia, la ansiedad es la herida pactada: nadie la firma, pero todos la llevan impresa. Es el precio de existir en una sociedad mal parida que devora al individuo para sostener la farsa del movimiento perpetuo.
Retribuyo el saludo y abrazo
La Hechicera de las Letras.
Qué agudeza Cara Maga, no cualquiera logra ver esa dicotomía entre la realidad y el corazón, ese pesimismo fundado, ese escepticismo sin maquillaje.
El calor del corazón y el frío de la calle suelen unirse con mentiras bien arropadas. Vos desnudas todo descarnadamente. Qué bella crueldad, tan necesaria como dura, tan sanadora como hiriente.
Aunque no me agrada mucho este formato poético, supongo esta bien tratado. No puedo opinar al respecto. Mi ignorancia no me permite opinar fino, mas q decir alguna aceptable tontería.
Tanta luz quizás encandile a algún iluso q pretenderá negarla.
El orden de los factores
ya alteró el producto;
la razón es un reducto
de realidad sin valores.
Inmortalitatem quaere cara Maga
el poeta carente
Poeta Carente, apuntas a lo esencial: mi verso golpea porque arrojo a la intemperie aquello que duele. Lo que nombras como pesimismo y escepticismo no es sino la cartografía secreta de un mal más sutil: la ansiedad. Esa carcelera sin rostro que aprieta al corazón y convierte la serenidad en una joya prohibida. No me seduce nombrarla con eufemismos clínicos; prefiero mostrarla desollada, como mazmorra cotidiana vestida de deber.
Salve, Poeta Carente. Aeternitas est in omni verbo quod stylo meo acuto configo.
La Hechicera de las Letras.
en tus versos vivirá eternamente tu espíritu, tu obra, pero no tu alma, CARA MAGA, no tu alma ...
En este tiempo y en esta sociedad el estado de excepcionalidad que nos imponen y sufrimos ya no es ocasional sino permanente, pero ni lo sabemos ni lo queremos saber, nos dolería más si así fuera: panoptimo. Aceptamos el látigo, salvo excepciones, claro, porque lo que en verdad reivindicamos no es la libertad sino recogerlo del puño de quien lo usa para hacerlo nuestro, para proseguir con la esclavitud en la que nos creemos libre; todo está en orden, incluido el corazón porque éste ya no es nuestro. Nos dejan ver un mundo que saben que no podremos tocarlo, sólo esto: nos lo muestran para que creamos en él pero al que nunca llegaremos. Los miedos una vez se quedan dentro de la mente se vuelven xenofobias, repito: panoptismo.
La ansiedad individual y el panoptismo social son dos vendas de la misma mordaza: la mente que late bajo un pulso impuesto refleja al mismo tiempo la vigilancia que nos adoctrina.
Es la fuerza que oprime el tiempo, ritmo vital, la obligación que sofoca la tranquilidad, la mirada constante que controla, convierte autonomía en engaño y cada momento en confinamiento silencioso pactado no es solo el desorden interno que oxida la risa y destierra la calma, sino también la maquinaria colectiva que convierte el deber en cadena y el tiempo en dogal.
El panoptismo es el amante de la paranoia. En esta era, cada gesto, cada palabra, cada latido es observado, registrado y juzgado.
No hay descanso; la vigilancia digital y social nos persigue hasta en los pensamientos. La mente se vuelve autocensura, miedo, desconfianza. No hay ilusión de libertad que resista. Quien cree escapar, ya es prisionero. Este control constante engendra ansiedad persecutoria: ver enemigos donde solo hay ojos, temer juicios inexistentes, dudar de todo, incluso de sí mismo.
La Hechicera de las Letras.
Genial y hermoso tu preciado versar estimada poetisa y amiga La Hechicera de las letras
Saludos de tu amigo Críspulo
El Hombre de la Rosa
La palabra se abre camino, el verso deja huella en quien lo recibe.
Saludos estimado Hombre de la Rosa.
La Hechicera de las Letras.
Esto es lo que entendí:
Criticas la modernidad, la rutina que nos esclaviza, el desdén de la monotonía, la superficialidad de una vida sin propósito ni sentido. El título sugiere que buscamos estar bien según las exigencias de un mundo al cual le importamos un bledo, mientras nosotros mismos alimentamos con nuestra carne a ese monstruo que nos devora con una vida superflua, donde se nos roba la libertad. Esto nos convierte en responsables, ya que nos adormecemos entre espejismos.
Todo bien, menos lo mas íntimo que tenemos, nuestra esencia, nuestro corazón.
Dios te bendiga estimada poetisa.
Decidí usar ese título porque me permite exhibir la contradicción con la que todos cargan: la vitrina impecable de un orden inventado y debajo, el corazón desbocado que no encaja en ese espectáculo rentado. “Todo en orden” transmite calma y control, suena a consigna de autómata satisfecho, pero le clavo el “menos tu corazón” rompe la ilusión, para recordar que la ansiedad no respeta papeles asignados, que se cuela en el músculo más íntimo aunque la fachada luzca pulida. Es mi forma de burlarme de la apariencia perfecta: un bisturí disfrazado de frase sencilla que deja al descubierto la descomposición interior.
Hoy, el mal común que más oprime a los vivos se llama ansiedad: generalizada, social, de rendimiento, con sus ataques de pánico sigilosos. A su lado, como cómplice inevitable, se arrastra la depresión, siempre lista para convertir el desgaste cotidiano en una condena silenciosa.
No perdona, no anuncia su llegada; aprieta el pecho, se infiltra en la mente, en la espalda, en los gestos y deja un sabor a mordida invisible que muchos llaman “vida normal”.
La Hechicera de las Letras.
Lo siento mucho, pero he de decirte algo sobre tu villanue sin analizar nada, solo por lo que siento al leerlo... en pocas palabras, me parece que no voy mal encaminado al criticarla y dar mi más pésame opinión de catalogarla como una grandísima y pura obra de arte en todas sus partes.
Las palabras no necesitan defensa; se bastan solas cuando despiertan semejante impresión. Si lo nombras obra de arte, no es proyección de un propósito mío, sino del modo en que tus ojos y tu lectura han sabido elevar lo escrito.
La Hechicera de las Letras.
De verdad, hechicera, tu poema es un hechizo atrapado en los desvíos de la cotidianidad. Me gustó.
Que lo percibas como hechizo revela que aún conservas ojo incisivo para lo oculto… pocos sobreviven a su propia cotidianidad sin ceder al bostezo. Eres de los que entienden.
La Hechicera de las Letras.
Te atrapa el día y queda desangrado,
el alma presa en su propio desvío;
tu pulso acepta el látigo pactado...
Hechicera .. un dia desangrado 💭🙌
Un día desangrado no suele ser casualidad, es la consecuencia de la luz que se corrompe y de la razón que se prostituye. El pulso que aceptas, no es más que el pacto con la mentira que rodea cada juicio; el alma, atrapada en sus desvíos, siente la daga del artificio clavarse con precisión. No busca consolar, sino mostrar que el día, la conciencia y hasta la justicia pueden sangrar, que el látigo que crees impuesto… a veces, cada quien lo sostiene.
La Hechicera de las Letras.
Un poema intenso y profundo. Refleja con gran fuerza la lucha interior y el peso de lo cotidiano.
Lincol, tu lectura toca lo que busco exponer: la lucha que nadie quiere admitir y el peso que arrastra lo cotidiano. Que lo sientas intenso y profundo refleja cómo soy en la escritura: directa, sin concesiones, mostrando la verdad tal cual es, sin artificios. La profundidad que percibes no es casual en mí.
La Hechicera de las Letras.
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