Jardín de los inmortales

Luciana Trejo

Le tocó el corazón con dos dedos.
Y allí floreció un lirio.
Dentro.
Silencioso.
Eterno.

Un amor guardado en el silencio de los siglos,
preservado para el gran final.
Quizás ambos se permitieron demasiada libertad al amar,
pero ¿quién podría culparlos?

Ahogados entre los dobleces del velo celestial,
dos entidades que desean rozar los labios
en un mudo “hasta pronto”.

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Comentarios +

Comentarios1

  • El Hombre de la Rosa

    Muy bello y hermoso tu genial versar estimada poetisa y amiga Luciana
    Saludos desde Torrelavega España
    El Hombreb de la Rosa



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