En 1818 apareció por primera vez Frankenstein, una novela gótica creada por la autora inglesa Mary Shelley que, años después, fue traducida a una gran cantidad de idiomas y hasta inspiró versiones teatrales y cinematográficas. En definitiva, puede decirse que, con el paso del tiempo, Frankenstein se convirtió en un clásico universal.
A través de las vivencias de Víctor Frankenstein, un joven suizo que estudia medicina y está obsesionado por descubrir los enigmas del cielo y de la Tierra, la autora aborda cuestiones profundas vinculadas a la relación entre los hombres y Dios, la moral científica y la creación y destrucción de la vida.
En Frankenstein, el descontrol surge una vez que Víctor consigue crear un cuerpo a partir de la unión de diversos miembros pertenecientes a cadáveres diseccionados. Este monstruo ideado a partir de un experimento consigue huír del laboratorio y comienza a sentir odio hacia los seres humanos que lo rechazan. Como era de esperarse, la venganza por parte de esta endemoniada criatura no tarda en llegar y es así como la muerte, la culpa y la injusticia comienzan a salpicar a Víctor.
Tiempo después, el malvado ser aparece frente a su creador para prometerle que no le traerá más problemas a cambio de que él le cree una compañera. Conmovido por las palabras de su invento, Víctor accede al pedido y, en una isla de Escocia, establece un nuevo laboratorio con el fin de crear una nueva criatura.
Sin embargo, los remordimientos pueden más que la sensibilidad y el científico decide destruir este segundo invento antes de llegar a darle vida, razón por la cual el monstruo jura vengarse. Como resulta evidente, este afán de Víctor por investigar y resolver los misterios de la vida lo ha llevado a firmar, de alguna manera, el acta de defunción de familiares y allegados, pero también ha acabado con su propia existencia.