Tolkien, de la poesía a la Tierra Media

Hablar de J.R.R Tolkien es poner en palabras a uno de los narradores más reconocidos de la Literatura Fantástica. A tal punto que su obra ha sido llevada al cine en películas que también marcarían un antes y un después en nuestra concepción del séptimo arte. Sin embargo, ¿cuántos lectores acérrimos de este británico conocen sus orígenes líricos? Así es, el interés de Tolkien por la fantasía surgió al toparse con la poesía. Exploró en sus primeros años este género y gracias a la búsqueda de un imaginario más concreto se abocó a la narrativa. Pero, olvidar esos orígenes es como negar el pasado de brote que toda flor posee. Escribo aquí, entonces, sobre la relación de Tolkien con la poesía.

Tolkien y la poesía

«El viaje de Eärendel, la estrella vespertina». Así se llama el poema que J.R.R Tolkien escribió en 1914. Tendrían que pasar varios años hasta que la Tierra Media cobrara forma, pero en el imaginario de su autor comenzaban a surgir pequeñas chispas. El deseo de escribir este poema surgió de descubrir los «Cantos populares de la Antigua Roma», de Thomas Macaulay, que produjo en él tal fascinación que le llevó a buscar una voz capaz de emular ese canto-viaje.

Este fue el inició de una época en la que su escritura se centró en la composición de poemas épicos. Todos ellos conformarían más tarde su Legendarium (ese universo fantástico concreto, detallado que supo idear y plasmar con ingenio y dedicación). Estos poemas los publicó en varios números del periódico de su escuela, The King Edward’s School Chronicle, siendo todavía un adolescente.

Pero fue el poema «El regreso de Beorhtnoth, hijo de Beorhthelm» el que le permitiría alcanzar una notoriedad fuera de su círculo de amigo y compañeros párvulos. Lo publicó en torno al año ’50 y muchos aseguran que no sólo se inspiró en «La batalla de Maldon», un libro antiguo anglosajón de autoría incierta, sino que en sí mismo supone una continuación a aquel famoso libro que termina antes de su final.

Volvería más tarde a su poema «El viaje de Eärendel, la estrella vespertina», y comprendería que en ese poema había origen para algo mucho más grande. Un poema de 500 estrofas que escribió originariamente en nórdico antiguo, aquel idioma que amaba y en el que se apoyó para sus dialectos.

De hecho, es imposible pensar en el mundo de Tolkien ignorando este poema, el primer escalón de una larga escalinata que conduce a la tierra de los Elfos, de los Enanos, de los Hobbit, y por qué no, de esos otros personajes tan temidos y asquerosos, los Orcos.

Una obra poética poco conocida

Si bien la maestría de Tolkien estaba en la narrativa, y su acercamiento a la poesía fue emulando estructuras antiguas y jugando con el ritmo de una forma más narratológica. Olvidar su pasión por la poesía es no ser capaces de reconocer la gran influencia que la épica tuvo en su narrativa. Sería imposible la composición de una obra tan jugosa sobre la Tierra Media si no se hubiera sentido impactado por las andanzas de Homero y si aquel poema de Thomas Macaulay nunca hubiera llegado a sus manos. Es posible que ni siquiera surgiera en él el interés por la fantasía.

Por todo esto. Pienso que acercarse a su poesía es una buena forma de nadar en el territorio donde surgieron las imágenes que conquistarían nuestro corazón lector y cinéfilo para siempre.

La poesía de Tolkien, sin embargo, no vio la luz de forma masiva hasta mucho después del fallecimiento de su autor. No obstante, quienes estemos interesados en ella, podemos leer muchos de sus poemas que nos hablan de la alta sensibilidad del creador de la Tierra Media, y asimismo, nos permiten comprender mejor los lazos imaginarios que habitan en ese universo.

Algunos de los poemas de Tolkien se titulan «La batalla del Campo del Este», «Desde las márgenes llenas de sauces del Támesis inmemorial», «El viaje de Eärendel, la estrella vespertina», «La llamada del menestral», «Pies de trasgo», «Kortirion entre los árboles», «El Canto de Aryador», «Los marineros felices» , «Habbanan bajo las estrellas», «La balada de los hijos de Húrin», «La huida de los Noldor de Valinor», «La tierra sin nombre» y «La última canción de Bilbo».

En España, la poesía de Tolkien puede encontrarse en una bellísima colección realizada por Minotauro. Cuatro libros que componen un racimo de poemas acompañados con ilustraciones de Pauline Baynes. Un material exquisito que nos permite adentrarnos en la sensibilidad de uno de los narradores más reconocidos del mundo, en sus orígenes poéticos, y volver a viajar a aquel universo que tanto nos entusiasma.

Comentarios1

  • Luis Estable

    No sabia este aspecto leterario del Senor Tolkien.
    Yo estimo que la mayoria de sus lectores deconocen que el empeso desarrollando su escritura narrativa en la poesia epica. Gracias por esta informacion tan importante. Yo he oido hablar mucho de Tolkien pero nunca lo he leido.



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