Sobre charlas y demás enredos de las charlas

Es costumbre de la sociedad entrar de cuando en cuando en charlas o debates sobre la realidad nacional.

Lastimosamente esas charlas se ven opacadas y disminuidas debido a la intervención inoportuna de personas que muy poco conocen sobre las carencias básicas del Estado. Son los ignorantes. No se dan cuenta de su ignorancia, de modo que no hacen más que aportar disminuciones (o confusiones) a los planteamientos colectivos.

Muchos planes para mejorar la salud y la educación se desangran en el Paraguay.

Habla un disertante, hace una exposición magnífica y puntillosa de la realidad dolorosa de nuestra pobreza, explica con detalles cuáles podrían ser las posibles vías para salir del atolladero, pero he aquí que algunos panelistas, enredados con su confusión, dejan al descubierto la vaciedad de su cráneo cuando toman la palabra. ¿No es esto un verdadero disgusto?

¿Estoy equivocada, acaso?

Desde que el hombre se hizo ser social, habló.

Y hubo un líder natural que tomaba la palabra, para elevar las inquietudes propias de la sociedad, y sus palabras eran oídas con mucho cuidado como cautela, porque el ser humano es un animal desconfiado.

El hombre sigue siendo, muy desde luego, un ser social.

Y organiza actos públicos para hablar sobre las artes, la pobreza o la política.

Y va la gente a escucharlo.

Y algunos, que son medianamente inteligentes, encuentran que sus palabras son adecuadas, y que pueden representar la cura para muchos males. Y dentro de sus propuestas, que son como una urna, van depositando sugerencias y medidas que dan mayor lógica, sentido y crecimiento a los propósitos planteados.

Así suele funcionar la sociedad.

Y el ser humano, los que oyen atentamente los desafíos lanzados para arrimarse a la meta común, se deleitan, se maravillan pensando que la solución de un mal está muy cerca.

Pero luego aparecen con su oratoria despistada los tontos, los imbéciles genuinos, los idiotas, los ruines, que, no entendiendo aún de qué se está hablando, quieren lucirse con algunas palabras de su repertorio, y he aquí que van en sentido contrario de lo que podría representar una bonanza, un bien común.

Y los tontos, que son muchos, toman partido por las ideas descabelladas, y fraccionan un grupo, y cortan la cabeza de la idea.

A cuántas reuniones he asistido y he escuchado la idea débil, pero idea al fin, de algún líder que proponía, dentro de los parámetros que nos definen, un bien general para la cultura.

Y los tontos y los necios con sus interrupciones la echaban a perder.

Nuestra sociedad no tiene capacidad para la discusión.

Programar una idea que sea de beneficio colectivo y llevarla a cabo sin problemas es algo difícil.

Son tantos los necios que echan barullo sobre las conversaciones. Y luego están los silenciosos. Ah…, pero ellos al menos no echan a perder las flores de la idea.

Tenemos que aprender a charlar haciendo uso de la coherencia, del sentido común y del conocimiento.

Comentarios4

  • Elsy Alpire Vaca

    Excelente artículo con soberanas pautas de diagnósticos acertados sobre el comportamiento de ciertos "metiches" que no hacen más que dañar las brillantes ideas sobre el bien común de toda sociedad; y no es en un solo país!!! Es en el conjunto de todos; pocos son los líderes verdaderamente apoyados conforme correspone cuando alguna vez tienen una brillante idea...pero de ahi a concretarla y desarrollarla.....hay que atravesar miles escollos y entre los primeros es la incoherencia de los ignorantes, volvemos a que los problemas de aquello está en el sistema formativo y educativo de casi todas las sociedades de nuestros países de hispanoamérica, lamentablemente. Felicidades Delfina.

    • Delfina Acosta

      Elsy: Cómo me contenta tu comentario. Realmente, muchas buenas ideas se quedan por el camino, debido a la ignorancia de la gente.
      Y todos pagamos el fracaso de un buen propósito.
      Recibe mis saludos fraternos.

    • isapoema

      Yo no entiendo y nunca entenderé como una cosa que a todos concierne y debería ser facil, lo hacen tan dificil.
      Creo que hay muchos que solo quieren hablar, y no saben lo que dicen.
      Que hay muchos que saben lo que quieren pero no lo dicen.
      Que hay pocos que saben lo que dicen pero no les dejan.
      Lo único cierto es que al final lo pagamos todos, en todos los sítios.
      Pero como no podemos arreglar el mundo, solo nos queda comentarlo.
      Me ha gustado tu artículo, aunque no soy de Paraguay, gracias a páginas del alma voy aprendiendo siempre algo nuevo de algún sítio.
      Saludos desde España con mucho cariño siempre.

      • Delfina Acosta

        Lamentablemente las cosas pasan de esta manera.
        Es un placer y un honor que hayas leído mi artículo.
        Un saludo grande desde mi Paraguay querido.

      • vmorales

        Delfina:

        Leí con cierta prisa tu artículo, y créeme que estoy de acuerdo en la pésima deconstrucción que se hace de nuestras ponencias.
        Ya soy grande, pero desde joven dí conferencias, escribí, me ocupé de cuestiones serias, más hasta ahorita que te comento, me doy por convencido de que nadie hace la deconstrucción que uno quisiera porque como diría Derrida, nadie entiende algo y todos entienden nada, léase "aporías".

        Al menos debemos satisfacernos de que nuestro enfoque y discurso nos permite tirar la red para la consabida lluvia de ideas que nos alimentará las nuestras "en algo"...

        Gracias,
        drv

      • Delfina Acosta

        Morales: Gracias por tu acertada opinión. Y qué decir de los irónicos que se tiran como perros de presa sobre una propuesta sólida.
        Recibe un abrazo.
        Gracias por leerme !



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