Mary Shelley y Daniel Defoe: 2 novelas clásicas sobre epidemias

Te recomendamos estas dos novelas sobre epidemias.

La historia de la humanidad está llena de historias dramáticas, y las pandemias son protagonistas de muchos de los hitos de nuestras sociedades. Lo dice Albert Camus en «La peste»; que ha habido tantas pestes como guerras y que, sin embargo, seguimos sin poder adelantarnos: ambas siempre nos encuentran desprevenidos. Pensar en la forma en la que se ha modificado la demografía y las costumbres a raíz de las pandemias es interesante, también revisar cómo han reflexionado la literatura sobre ellas.
Hoy, traigo dos lecturas relacionadas que se ambientan en Inglaterra. En la Inglaterra futurista (2073) y en la Medieval (1664). Dos autores a los que conocemos y leemos con fascinación en un par de historias conmovedoras y precisas que pueden ayudarnos a reflexionar acerca del momento histórico que vivimos.

«El último hombre», de Mary Shelley

Esta historia todavía no ha ocurrido; porque aunque se publicó en el año 1826 transcurre en el 2073. Lamentablemente no es un libro tan conocido, y de hecho, en parte esto se debió a la censura que vivió en su momento y la crítica negativa.

«El último hombre»,de Mary Shelley nos relata una sociedad futurista, sobre todo si nos paramos en la Inglaterra de finales del siglo XVII, que se ve amenazada por una epidemia de origen desconocido.

El contexto central es una epidemia, y por eso la he incluido en esta recomendación; sin embargo, ya sabemos la amplitud de la narrativa de Shelley. No es una novela que se centra en narrar el día a día de la descomposición, sino que va más allá y trata de analizar el contexto social y político. En una mirada visionaria, Shelley planea una sociedad republicana o parlamentaria, en una época monárquica.

La peste divide a la sociedad y va provocando migraciones hacia otros sitios. Gente que huye del foco del conflicto. Todo esto que hemos visto también nosotros anonadados estas semanas. Sin lugar a dudas este libro podría ser apropiado para entendernos y para seguir admirando la maestría de la Shelley.

Como dato interesante podríamos señalar que Shelley nos regala un prólogo en el que confiesa que para escribir esta historia se basó en unos textos proféticos que pudo apreciar en una cueva de Nápoles y que causó en ella tanto impacto que quiso adaptar su contenido a una obra de ficción, porque le conmovió la idea de tener en sus manos el relato del único sobreviviente del siglo XXI.

Otra cosa que me parece fabulosa es cómo Shelley consigue dotar de características contemporáneas (y de algunos de los protagonistas de la literatura de su tiempo), a esos personajes del futuro. De este modo, es como si quisiera llevar su tiempo al futuro, pervivir en la memoria y en la literatura.

Sin duda, esta novela de Shelley nos puede servir para pensarnos y pensar nuestra sociedad. Está claro que no vivimos en ese año y que muchas cosas ya no podrán ser como ella las imaginó; sin embargo, nuestra esencia, nuestras necesidades, nuestros anhelos no difieren mucho. Nuestra animalidad es protagonista y se rebela en estas situaciones. Que nadie se pierda esta novela.

«Diario del año de la peste», de Daniel Defau

Y ahora volvemos al pasado, con este extraordinario texto de Daniel Defoe sobre la peste que asoló Europa durante el siglo XV. Un diario que comienza con una afirmación evidente. No tiene relevancia de dónde haya venido, lo que no podía negarse era que la peste había vuelto a Holanda. Hasta que la epidemia llegó a Londres tuvo que pasar un tiempo; y aunque tuvieron indicios de su existencia, no se prepararon para impedir su entrada. Sobre el carácter imprevisto y negacionista de la sociedad, hay interesantes fragmentos en este libro que, intuyo, no podemos evitar relacionar con nuestra realidad.

Daniel Defoe nos ofrece aquí un texto conmovedor que nos sacude y que tiene mucho de apocalíptico, aunque tiene mucho de crónica periodística, en tanto y en cuanto parece un relato que busca la fidelidad y el realismo, para contar cómo reaccionan los protagonistas ante una situación extrema como supone el surgimiento de una epidemia repentina.

En 1664 se detectaron en Londres los primeros casos de peste, y sería el comienzo de una situación crítica que duraría como poco dos años, sin mencionar el tiempo que costó recomponer los eslabones rotos durante ese tiempo.

Entre las cosas más destacables de este libro habría que señalar la minuciosa manera en la que Defoe relata y detalla los comportamientos humanos, tan diversos (heroicos y compasivos algunos, cínicos y egoístas otros). Día a día va relatando diferentes situaciones y comportamientos y nos permite comprender cómo la peste provoca cambios inusuales o imprevistos en nuestra forma de relacionarnos.

Estos dos libros pueden servirnos no sólo para disfrutar de las narrativas exquisitas de Shelley y Defoe, sino también para pensar en las consecuencias de estas situaciones en nuestra vida y buscar maneras distintas de pensarnos. Que nadie deje de leerlos.



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