Saturándonos de información no aprendemos: riesgos de la navegación

Saturándonos de información no aprendemos: los riesgos de la navegaciónEn el diccionario de la RAE el término navegar significa ‘viajar en un buque o en otra embarcación, generalmente por mar’; hay otras acepciones similares y una que difiere un poco y que es, posiblemente, en la primera que pensamos al tener presente este concepto en la actualidad. Dice: ‘Desplazarse a través de una red informática’.

Navegar es un término que nos gusta y que aparentemente podemos (y debemos) hacer todos; no obstante, al igual que pilotar una embarcación, no puede hacerse sin un cierto aprendizaje, sin tener en claro hacia dónde queremos ir y de dónde venimos. Parece un disparate, ¿verdad? Pues no lo es.

Vivimos en una era en la que la información nos rebasa. Nos pasamos tardes enteras realizando esta acepción de la palabra navegar, pero irónicamente estamos más desinformados que hace unos años. Y es que la sobrecomunicación y el exceso de información repercuten negativamente en nuestras vidas, sin que siquiera seamos conscientes de ello.

Internet es imprescindible para la vida

Estar leyendo un texto y de pronto encontrarnos con un concepto desconocido y cliquear en el enlace para ver de qué se trata, y de ese nuevo texto ir a otro y así sucesivamente… Ponernos a buscar algo en particular en Google u otro buscador y, al cabo de un largo rato, preguntarnos qué era lo que estábamos buscando… Estar trabajando en algo y de pronto recordar que nos quedamos con las ganas de saber o ver algo e interrumpir nuestra actividad para ponernos a hacer otra cosa… Estas son algunas de las consecuencias de estar «conectados». Seguramente la mayoría de nosotros hemos vivido en más de una ocasión alguna de estas situaciones; son cosas que ocurren a menudo en esta era de sobrecomunicación y en la que el intercambio de información es inmediato.

Aquí me quiero detener. Las personas que argumentan que en esta época podemos hacer mucho más con menos, que estamos conectados con todo el mundo y que las nuevas comunicaciones sólo nos deparan un futuro feliz, se equivocar. Estamos en la era de la información, sí, pero no de los conocimientos o del aprovechamiento de nuestro tiempo y capacidades. Vivimos inmersos en una red rebasada de información y esto tiene justamente el efecto contrario a volvernos más capaces, más sabios y más comunicativos. Toda esa información pasa a nuestro lado sin que seamos capaces de retenerla, porque el exceso de algo es tan contraproducente como su carencia.

Saturándonos de información no aprendemos: los riesgos de la navegación

Internet es un amplio e inmenso canal por el que fluye todo tipo de información y en ese canal nadan nuestros ojos, oídos, manos con la esperanza de captar algo, de aprender algo, de llevarnos algo. Pero lo cierto es que al final del día  de nuestra en Internet no hemos aprendido nada; eso sí hemos derrochado un montón de horas en absorber contenido que se evaporará, porque nuestro acercamiento a él ha sido ineficiente y no tenemos la capacidad de retenerlo. Esto me remite a un artículo que escribí hace un tiempo en torno a la lectura en dispositivos móviles. La pregunta que cabe hacerse en este punto es ¿No tenemos la capacidad de retener o información o no sabemos hacerlo?

Manuel Castells y la sociedad informacional

En su libro, «La Era de la Información», Manuel Castells, analiza las características de un período histórico único, el de la información y las telecomunicaciones. Castells habla de la importancia de analizar los cambios vividos socialmente en el último tercio del siglo XX porque considera que nunca hubo una modificación tan acelerada, apasionante y global de la vida en sociedad como esta que presenciamos y que todavía está desarrollándose en nuestras sociedades.

Saturándonos de información no aprendemos: los riesgos de la navegación

Estableciendo una comparativa entre esta era y la era industrial; Castells afirma que la comunicación y en especial las nuevas herramientas tecnológicas, han sido fundamentales para establecer una organización social en la que el procesamiento y la transmisión de la información se conviertan en en fuente de productividad y poder. Y, teniendo en cuenta las características de esta era y de la era industrial, se anima a decir que esta sociedad informacional, como él llama, viene a reemplazar a la sociedad industrial porque el papel que cumple este cambio es el mismo que el que produjo la aparición de la producción en masa.

Y aquí el autor establece una similitud curiosa. En el paradigma de la revolución industrial la sociedad se enfocaba en el crecimiento económico, la producción masiva de los productos; mientras que en la era actual se inclina por la acumulación de conocimiento e información. Y así como la producción en masa trajo sus inconvenientes de sobreproducción; la dificultad que representa el procesamiento de toda la información que recibimos podría ser comparable. El autor afirma que es fundamental encontrar medios de observación y análisis que nos ayuden a desarrollar una relación positiva con todas las posibilidades que nos ofrecen las nuevas tecnologías.

Saturándonos de información no aprendemos: los riesgos de la navegación

En este libro, Castells hace un análisis exhaustivo de la sociedad en la que vivimos y nos insta a buscar alternativas para que la información que se pone a nuestra disposición pase por un riguroso análisis, a través del cual seamos capaces de asimilar aquello que realmente puede resultarnos útil y utilizarlo a nuestro favor; impidiendo que los poderes hegemónicos nos convenzan de aquello a lo que debemos prestar atención. Un largo camino nos espera, no obstante, creo que merece la pena.

En la actualidad podemos aprender muchísimo si somos capaces de subirnos al tren de la información sin que este nos arrolle. Podemos aislar lo que recibimos y decidir a qué prestarle atención y a que no, e impedir, por otro lado que la explosión de información y la sobrecomunicación nos lleven a transcurrir días y días vacíos de navegación por un mar muerto en el que no hay puertos. Un mar en el que ni siquiera somos capaces de ver con claridad al resto de los barcos que navegan en nuestras mismas condiciones.

Saturándonos de información no aprendemos: los riesgos de la navegación

Comentarios1

  • Rapsodico

    Entender lo que dice este artículo es de vital importancia para no caer en el abismo de la desinformación por acumulación y para saber discernir la basura de lo realmente interesante.
    Un artículo muy necesario, Tes. Un abrazo.

    • Tes Nehuén

      ¡Muchas gracias, Rapsódico! Sí, es muy cierto lo que dices. Aprender a discernir es vital para leer, para escribir y para vivir.
      Un abrazo enorme.



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