Presentación en Málaga de «Las palabras primas» de Fernando Iwasaki

El jueves pasado, 22 de febrero, se presentó en Málaga el libro ganador del IX Premio Málaga de Ensayo, «Las palabras primas» de Fernando Iwasaki (Páginas de Espuma). El acto, que tuvo lugar en la Librería Proteo-Prometeo y contó con la presencia de un variopinto público, se compuso de un diálogo estrecho entre los protagonistas que abogó por el mestizaje del lenguaje.

Aquí va mi pequeña crónica de aquella tarde. Prontito publicaré una entrevista con el ganador así que estén atentos. Los invito mientras tanto a leer la reseña del libro que publiqué hace unos días.
 

Un premio con una larga trayectoria

Abrió el acto Gemma del Corral, Delegada del Área de Cultura, quien expresó que a diferencia de otros años en los que el premio se presenta en el Ayuntamiento, este año quisieron darle un giro y a la vez, hacer un guiño a la Librería Proteo-Prometeo, que ha sido premiada con el galardón «Librería Cultural» que otorga la Confederación española de Gremios y Asociaciones de Libreros junto al Ministerio de Cultura.

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A continuación, y antes de cederle la palabra a Juan Casamayor, Gemma hizo hincapié en todo el trabajo de fondo que tiene el premio y agradeció personalmente al editor de Páginas de Espuma por trabajar incansablemente por sacar adelante año tras año este premio y por cuidar tan bien a sus autores. Rescató también la importancia que este galardón tiene para otorgar prestigio a la ciudad en el ámbito de la literatura.

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Con esta sentencia contundente comenzó la intervención de Juan Casamayor. Continuó diciendo que el hecho de que este premio llegue el año próximo a la décima edición indica que la labor creativa en torno al ensayo está más viva que nunca. El libro de Fernando ha sido escogido entre otros 70 manuscritos provenientes de diversos países hispanoamericanos, y es una obra escrita desde la perplejidad del hablante que reconoce la diversidad lingüística de nuestro idioma; porque no debemos olvidar que cuando hablamos de Latinoamérica estamos refiriéndonos a más de 19 países, cada uno con sus regionalismos y sus formas de hablar propias. Algo que él mismo tuvo que aprender cuando comenzó a ampliar las fronteras de Páginas de Espuma y a publicar a autores latinoamericanos.

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Juan Casamayor halagó no sólo el cuerpo del libro sino también la forma fluida en la que Fernando ha sabido combinar sus dos pasiones: la filología y la historia. Y sobre ello también se extendió Alfredo Taján en su intervención.

Foto: Librería Proteo (IG)

Alfredo Taján, que es una persona a la que le gusta cuidar hasta el mínimo detalle, leyó un texto bonito en el que estableció los puntos de encuentro entre la vida de Fernando y la suya y resaltó la idea de que estamos ante un ensayo sarcástico y delicioso que se amplía en el océano. Asimismo señaló que en él Iwasaki rescata el arte de la conversación, dotando al libro de un discurso ágil y depurado que te exige estar en un estado de alerta constante para que no se te escape nada. Por otra parte, saber interpretar y relacionar bibliografía e ideas y conseguir que la ardua investigación apenas se note, es lo que lo hizo barrer al resto de los postulantes al premio.

Fernando Iwasaki habló en último lugar. Sus palabras en el acto fueron cercanas y teñidas de agradecimiento. Expresó que la escritura de este libro surgió de toda una vida en la que ha estado rodeado de libros y que escribirlo fue en cierta medida volver a su esencia: ser lector.

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Después expresó que está convencido de que un premio es su tradición, y por eso, para él formar parte de la nómina del Premio de Ensayo es la parte más bonita de recibirlo. Y tuvo unas palabras también para el resto de los participantes.

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Y continuó diciendo que cree que lo que influyó para que el jurado se decidiera por «Las palabras primas» no tiene tanto que ver con su trabajo sino más porque el tema de este libro es algo que engatusa mucho.

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Hablar de lenguaje es también hablar de risa, de humor, y por eso al elaborar «Las palabras primas» no quiso dejarse fuera esa faceta del lenguaje que se construye a golpe de juego. Aquí Fernando hizo una divertida explicación sobre el juego del hombre (¡hay que leer ese maravilloso capítulo del libro para dar con él porque cualquier extrapolación que yo pueda hacer será insuficiente y precaria!) y contó que quería conseguir un libro que hablara sobre la perplejidad que supone el encontrarse con el origen de las palabras y para ello no podía dejar de hablar de la polla, pero también había que referirse al Inca Garcilaso y su pasión por el vino.

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Sus últimas palabras fueron para su japonés perdido. Así como Cervantes perdió la mano el perdió el idioma de su padre. En todas las entrevistas que le han hecho, los periodistas se han centrado en la mirada lúdica e irónica del libro, y nadie se ha centrado en el epílogo, que trata un tema que para él fue muy importante: el descubrir que su padre hablaba un japonés ya casi inexistente y que no había sido capaz de enseñárselo a sus hijos, pero que no lo había perdido. Ciertamente, ese final del ensayo es de una lucidez y una ternura impresionante y de lectura absolutamente recomendable.

Y me quedo con esta frase de Iwasaki para cerrar esta crónica, que permite intuir el buen trabajo que el escritor ha hecho con este ensayo y permite reafirmar el fabuloso tesoro que tenemos entre manos cada vez que nos sentamos a escribir o pensar las palabras:

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Foto: Música Málaga

Comentarios1

  • Dolly Lora De Mirabal

    Este artículo despierta el interés por disfrutar este acucioso, divertido y tierno Ensayo sobre Las palabras primas. Excelente reseña!



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