Martín Rodríguez-Gaona: «No se hace rescate de poetas mujeres de cuarenta a cincuenta y cinco años»

Llevo un tiempo inmersa en la lectura de «La lira de las masas. Internet frente a la crisis de la ciudad letrada», (Páginas de Espuma) de Martín Rodríguez-Gaona, una lectura fabulosa sobre los cambios en la producción poética hispanoamericana en tiempos de hiperconectividad; así que tener la posibilidad de conversar con Martín sobre un tema tan interesante lo asumo como un regalo y una fortuna. Revisar el libro desde la voz y las sentencias de su autor ha sido realmente luminoso. Aquí va la primera parte de nuestro diálogo, en la que conversamos sobre las razones del libro, la forma en la que se conforman las vanguardias y los nuevos feminismos.

Foto: Leslie Searles


 

P—Martín, has elegido un tema que parece haber sido abordado muy poco desde la teoría. ¿Cómo ha sido el proceso de investigación y en qué bibliografía o material te apoyaste?

R—Te explico. Se fue hilando con el libro previo, que se llamó «Mejorando lo presente»1. Ese libro, que salió en el año 2010, tenía una propuesta que era analizar la poesía española desde el posmodernismo. Algo que no se había hecho seriamente y a mí me parecía un reto, porque claro, la poesía del posmodernismo era como para hacer una torre. Curiosamente, después tuve la oportunidad de conversarlo con Mircea Cărtărescu, el escritor rumano, que había hecho un libro sobre el posmodernismo poético en Rumanía, y digamos que ahí había una afinidad. Coincidimos en que esos grandes debates intelectuales no suelen ser tratados desde las culturas periféricas. Para el caso, el rumano y el español, más allá de que tengan brillantes exponentes en su producción artística, literaria y cinematográfica, son culturas periféricas. Y ese fue el arranque de toda la investigación hace más de quince años, cuando llegué a España. Después, investigando, me di cuenta de que la visibilidad se estaba consiguiendo a través de Internet y que Internet estaba permitiendo lograr lo que no se había conseguido antes y se había intentado muchas veces, que era sacar la poesía española del debate casi performativo por personas periodísticas, entre lo que era la poesía del silencio, la poesía de Valente y la poesía de la Experiencia.

P—¿Por qué hay tan poco interés de parte de las instituciones y la Academia por este tipo de estudios?

R—Porque no importa para el mercado editorial. Y tampoco importa para las instituciones más definidas, digamos, porque son conservadoras y en algún sentido tienen el derecho de ser conservadoras. Porque digamos que la tradición española, habiendo tenido un Siglo de Oro, habiendo sido centro del mundo, y teniendo la dificultad de las relaciones con hispanoamérica, todo eso es un proceso muy difícil de encajar, encajar en los diversos escenarios que se van poniendo de moda. Porque además no se integra; no se trata el debate de tú a tú. En la educación de Estados Unidos, por ejemplo, los estudios de Literatura Comparada prácticamente no incluyen lo español. Lo hispánico está en su espacio y no entra a dialogar con todo lo demás y se imponen los prejuicios de esa cultura. Y en todo ese proceso, esa consciencia, de haber vivido en Estados Unidos, ser peruano de origen, y ver todo eso no solamente me permitió pensar todo esto sino atreverme a escribir sobre ello… pero en la investigación de «Mejorando lo presente» yo me di cuenta de que más allá de la importancia que tenían los nombres que estaban apareciendo en ese momento, como propuestas, como Agustín Fernández Mallo, Manuel Vilas, Sandra Santana, libros o propuestas performativas que yo recojo en ese libro… más allá de eso lo determinante había sido el medio, que era Internet, lo que se había hecho a través de los blogs. Entonces, ahí ya empecé mi investigación. Definí mi investigación del fenómeno de la poesía en Internet. Desde mi perspectiva peculiar frente a la crítica, digamos. Yo ya me di cuenta que Internet era la gran herramienta, era la Máquina, similar a lo que había sido la imprenta para los vanguardistas, la imprenta artesanal, individual, esa pequeñita que tenía en Málaga Manuel Altolaguirre y la Generación del 27. El teléfono, el telégrafo… las grandes máquinas de la vanguardia en nuestro tiempo era la revolución tecnológica de lo electrónico, de Internet y los dispositivos portátiles.

P—Pero se plantea como una gran novedad este aprovechamiento de la máquina en nuestro tiempo, aunque ya que lo mencionas, justamente la Generación del 27 hizo eso con la imprenta, consiguiendo una visibilidad descomunal.

R—Sí, es que ese es el proceso. En todas las vanguardias el detonante moral fue la crisis de la Primera Guerra Mundial pero se apoyaron para la expresión de esa crisis en las innovaciones que les permitió la revolución tecnológica de esa época que era el que cada quien podía tener su imprenta. Y costaba un dinero pero no era un dinero imposible de conseguir.

P—Y no era institucional.

R—Claro. Y eso es fundamental. Y pasó en todas partes. En Perú permitió el surgimiento de la revista de vanguardia de Mariátegui. Y en España también… Yo llegué a conversar una vez con un señor que había trabajado en una imprenta de esa época y confirmé lo que yo ya sabía por mera cuestión bibliográfica, y es que el obrero, el impresor de aquella época, se sentía como una vanguardia del proletariado. La dignidad de quien se encargaba de trasladar las ideas a las palabras era muy respetada. Y eso seguramente colaboró conque la tipografía y el diseño gráfico de ese momento haya sido tan espléndido. Así que, finalmente, es una democratización. Y eso, lo que la máquina permite como democratización, se ha ido incrementando a través del tiempo y en el cambio de siglo pues ha sido ya lo digital, que es lo que estamos ya viviendo.
»Pero, lo que yo señalo es que todos los momentos son iguales. Entonces ya estamos en el segundo o tercer momento de esa revolución tecnológica, con el caso concreto que es la diferencia que describo entre mi primer ensayo y el segundo, que ahora todo el liderazgo, el uso del auténtico potencial está hecho por gente de las generaciones más recientes, que son nativos digitales. Es decir, los que ya han nacido cuando esa tecnología ha sido cotidiana y ha estado muy avanzada. Y ahí para mí está gran parte del debate, tanto sobre lo formal, y sobre lo que significa la diferencia que pueda haber entre una democratización o una masificación, las diferencias y los problemas que puedan surgir… Pero para mí la gran mayoría de estas nuevas generaciones la lectura electrónica con todos sus condicionamientos, de leer a través de la pantalla y con respecto a la atención… todo esto sucede antes en las pantallas que en el libro.


P—¿Esa necesidad de pasar de lo digital o lo impreso tiene que ver con el deseo de trascendencia?

R—Sí, esa es la explicación desde la perspectiva romántica, pero el problema es que no todos tienen por qué avalar esa sensibilidad y precisamente ahí puede estar un definitivo quiebre entre el Siglo XX y la Modernidad Ilustrada, sino que el medio editorial en este momento también apoya ese encumbramiento a través del libro impreso, pero como un simulacro, por interés meramente crematístico. En lo que hago como ensayista, yo intento describir, y cuando describo veo que hay tendencias, señalo lo que me puede parecer problemático incluso, pero yo no soy dueño de la realidad, entonces esto puede ir por cualquier lado. Ojalá vaya hacia una reivindicación y fusión con la cultura ilustrada, no interpretada desde los valores y los cambios del momento actual. Ojalá haya una continuidad con más de dos mil años de cultura, de culturas, de tradiciones, lo cual es importante… Pero también puede ir hacia algo que desde nuestra perspectiva consideraríamos totalmente distópico, o sea, el total predominio de la imagen, del entretenimiento y de lo corporativo. Entonces, yo veo y señalo cosas para que los demás corroboren pero más allá de eso, el poder está entre quienes tienen el poder. Y el poder institucional es uno, el de los inmigrantes digitales que no han tenido ni idea de cómo se ha desarrollado esto y cuando se ha desarrollado lo han querido reformular de acuerdo a sus intereses, pero es un poder. El otro poder es el de la masificación electrónica, que eso también lo describo, pero que cada vez es es menor. Se puede hacer mucho ruido, se pueden utilizar violentamente las redes sociales, pero esto no se pone en propuestas estructuradas, ambiciosas o propuestas que requieran otra temporalidad, y a la larga tiene muy poca validez.

P—¿Ubicarías el comienzo de la crisis de la ciudad letrada en el interés de lo corporativo por los prosumidores poéticos?

R—No, ese es casi como el final. Estamos ahora en este punto pero la crisis de la ciudad letrada es pre Internet, cuando la ciudad letrada digamos era muy lenta en asimilar nuevas propuestas y estaba muy mediatizada por el periodismo y por el mundo editorial.

P—Pero en esa época el prestigio lo tenían poetas con cierto poder institucional.

R—Es que todos los que estaban en la ciudad letrada. Todos los nacidos hasta finales de los 70 todos ellos hacían propuestas literarias. Es decir, todos ellos querían escribir bien, en cualquiera de los estilos que fuera. Eran lectores, venían del libro,entonces la discusión era «lo que tú escribes no es una estética contemporánea o válida», pero nadie discutía el saber escribir. El saber escribir era el equivalente en el fútbol a poder estar en la cancha y hacer andar el balón.

P—Se daba por hecho.

R—Exacto. Y eso es lo que Internet ha cambiado. Porque nos encontramos con que mucha gente ha empezado a producir habiendo leído muy poco o muy mal, o nada. Y ha visto que ha tenido éxito. Como Internet ha terminado siendo un instrumento fundamental de la ciudad del espectáculo, todo el mundo ha querido participar de ese crecimiento exponencial del ego y de la meta donde cualquiera puede ser una estrella. La ciudad letrada tenía sus propios problemas, muy parecidos a los que están ocurriendo ahora, de que sus fronteras estaban ya asediadas por lo mercantil, que no tenía autonomía precisamente por eso, de la endogamia y de los opúsculos, pero digamos que hay unos valores que se mantenían. Lo que ha sucedido es que Internet y la producción amateur ha asesinado su autonomía por el «hazlo tú mismo» y ha tenido éxito. Pero yo no creo que haya algún poeta vivo de la ciudad letrada que en este momento con un nuevo libro venda setenta mil ejemplares, que no esté dentro de este fenómeno. Eso es muy nuevo pero se apoya en las deficiencias que la ciudad letrada tenía desde hace mucho.

P—Señalas en el libro, entre las cosas positivas de esta revolución, la visibilidad que hemos tenido las mujeres gracias a Internet. Pero sin embargo, la Academia y el canon siguen sin tener el cuenta el trabajo y la creación poética de las muejres… Y aunque el mercado editorial demuestra un mayor interés por publicar a mujeres, el canon sigue siendo un territorio exclusivo de los patriarcas.

R—Es que desde el presente el canon no se define. Hay voluntades que pueden estar detrás de la construcción de un canon, y desde el presente se intenta buscar condicionarlo, hasta construirlo, pero no se define.

P—Lo que intento preguntarte es sobre la tradición. Es decir, no sobre las actuales generaciones sino sobre las generaciones anteriores. Siguen faltando nombres de mujeres, algunos muy importantes…

R—Sí. Estoy haciendo el preámbulo de lo que te voy a contar. Y te lo digo así porque hay gente que realmente cree que es así; que tú tienes un poco de visibilidad hoy, ganaste un premio y ya estás ahí… Es gente que no sabe lo que es el canon… Una persona que piensa así no sabe lo que es el canon. Desde el momento presente para el proceso del feminismo lo más determinante creo yo es el discurso internacional que se está construyendo sobre los feminismos. Pese a que son propuestas muy serias, muy complejas, de debate intelectual muy necesarias, llega a los medios y a la sensibilidad de las mayorías de una manera muy diluida e instrumentalizada comercialmente, entonces eso es lo que se está viendo, como bien has mencionado. Ahora hay más interés por dar visibilidad a propuestas literarias de mujeres pero no son todas las mujeres, son mujeres que cumplen con determinadas circunstancias, características, y que en concreto, por mencionar una de las cuestiones que podrían ser debatibles es que por este afán de la cultura de la novedad y de la comerciabilidad de lo joven se enfocan en ese momento vital, estrictamente contemporáneo y excluyen no solamente a figuras históricas sino también a gente que está en plena actividad. No se hace rescate de poetas mujeres de cuarenta a cincuenta y cinco años. Entonces, digamos que el hecho en sí mismo de la revisión, de lanzar preguntas y hacer acciones y hasta activismo está muy bien. Y está muy bien porque llama la atención frente a lo institucional que padece de los efectos que ya hemos mencionado. Lo primero, no solamente entre lo que señala el feminismo de que las instituciones son mayoritariamente masculinos, los premios, los jurados, sino, y ahí está lo importante, y ahí yo creo que hay un choque generacional que por una cuestión de formación toda la gente que pertenece a la institucionalidad donde los menores son mayores que yo no es gente joven, por su formación están muy alejados de los debates feministas. Entonces no hay posibilidad de diálogo, porque unos van haciendo un enfoque desde el universalismo y otros vienen a hacer un enfoque desde las nuevas teorías de discurso de género.

P—El universalismo asumiéndolo como propiedad masculina.

R—Sí, es que lo ha sido. Como también ha sido endocéntrico, y eso es lo que se señala y se debate. Pero yo de lo que estoy hablando es de que los propios agentes aunque tuviesen la mejor voluntad no pueden dialogar, porque están hablando idiomas distintos.

P—¿El problema sería entonces una falta de renovación institucional?

R—Sí. Eso antecede a Internet. Por ejemplo, Bolaño en algún momento de su escritura de humor escribe que va a visitar en Barcelona a Olvido García Valdés. Dice, García Valdés es una buena poeta, probablemente una de las mejores poetas de España, pero esto hay que tomarlo con pinzas porque hay que ver cómo es la poesía de las mujeres de España. Eso es lo que dice Bolaño, y lo dice un poco haciendo un chiste pero ese chiste puede funcionar como chiste, pero también transmite cierta ignorancia y superioridad. Y la ignorancia y la superioridad no se pueden justificar. Pero la ignorancia sí está justificada, porque en ese momento la producción poética femenina estaba completamente olvidada. O sea, hay algunas antologías de poesía femenina desde los años 80, que sacó dos o tres una que hacía Ramón Buenaventura y donde había cuarenta poetas, que ahora las mayores tendrán sesenta y tantos años, que sus obras no han tenido seguimiento, y estoy absolutamente seguro de que esas mujeres siguen escribiendo pero prácticamente para ellas mismas porque no les es fácil conseguir editoriales. Y eso precisamente hace valioso proyectos como Torremozas2. Pero esos libros, esas publicaciones, no salen reseñados en la prensa nacional. Entonces es muy difícil seguir esa producción. Y en ese momento las mujeres no sólo lo tenían difícil para publicar sino que, aunque ganasen un premio, no tenían el control de los medios que eran periodísticos, institucionales, los premios literarios, o todo lo que daba liderazgo a la ciudad letrada. Y eso lo ha cambiado Internet. Porque las mujeres nacidas a partir de los ochenta que han comenzado a trabajar con Internet como una herramienta central de su alfabetización han trabajado primero con su generación, con su imagen, con su autogestión. Y esa explotación de la imagen de la juventud ha sido afín a los intereses económicos de los medios, y entonces ahí ha habido esa retroalimentación, ese pacto, y está bien que haya sido así. Lo que pasa es que pasado ese momento, y ya son más de diez años, y además que en Internet el tiempo es velocísimo, no se puede seguir pensando que eso es todo lo que hay.

P—Tú señalas que las poetas mujeres tienen que estar dispuestas a mostrarse y hacer pública su intimidad para poder pertenecer a la generación y encajar en el sistema.

R—Por supuesto. Y eso es muy difícil que lo haga alguien mayor de 35 años. Y aún más si vienes tú de un paradigma letrado, que un punto clave de esto es el pudor. El pudor burgués o el recato clásico como característica literaria, que esto incluso formalmente también tiene expresión, que es lo de la métrica… Y esto es lo que las poetas jóvenes han roto. Ya no solamente el uso de la imagen y del vídeo, esto serviría ya no solamente para expresarlo a nivel formal poético con nuevas propuestas de un lenguaje más suelto más desenfado, con modelos que se buscan más allá de la tradición española. Todo es parte del mismo proceso. Pero creo que lo que estamos definiendo es que ningún fenómeno es totalmente positivo ni totalmente negativo y entonces en la movilidad se van dejando cosas de lado que creo que es función de alguien como yo señalar, porque si no reducimos toda la producción cultural a un afán de posicionamiento generacional. Es decir, a los cuatro que salen en la foto en el 2019. Y esperamos que pasen diez años más para que salgan otros cuatro más. ¡Cuatro o diez! Pero es que por una cuestión de demografía los que hacen producción simbólica en este momento son centenares.
»Yo he hecho a todo esto una antología de poetas mujeres, que se llama «Decir mi nombre»3, y en el rastreo en serio empezó con más de cien nombres pero al final por una cuestión de espacio decidí no incluir a los nombres que tienen total visibilidad porque el mercado necesita solamente dos nombres en el caso de las mujeres, porque con esos dos nombres hace la cuota. Entonces en un momento de eclosión de propuestas, en un momento histórico de renovación, porque ya las poetas más jóvenes, las nacidas a partir del 88 ya todas tienen en su ADN de formación universitaria el discurso, no la sensibilidad, no la compañía sentimental, no, el discurso de los feminismos. Pero si tú lo simplificas todo y lo resuelves con dos nombres, porque también lo comercial busca simplificar lo que propones, entonces es un contrasentido. Es la famosa frase de vamos a cambiar un poco para que todo siga igual. Entonces yo creo que el caso, y es lo que no se entiende, es que defender a unos no es estar en contra de otros. Y el propósito del tipo de escritura que yo hago es construir, contrastar, señalar pero fundamentalmente termina en hacer preguntas y esas preguntas están para quienes puedan responderlas, para quienes tengan poder al ejercerlas. El poder puede ser desde el ministerio de cultura hasta si tú decides compartir en Facebook o Instagram una velada poética organizada por poetas africanos en España. Es decir, el poder se ha masificado, aunque no todo el poder sea igual en su efectividad. Pero bueno, tenemos un poder que antes no existía y tenemos que ser conscientes de eso.

¡No te pierdas aquí la segunda parte de la entrevista!

REFERENCIAS

1. «Mejorando lo presente. Poesía española última: posmodernidad, humanismo y redes». (Caballo de Troya. 2010)

2. La Editorial Torremozas publica desde 1982 obras escritas por mujeres, siendo su especialidad la poesía y el relato breve. Visita su portal.

3. «Decir mi nombre: muestra de poetas contemporáneas desde el entorno digital». (Editorial Milenio. 2019)

Primera parte de la entrevista al poeta y ensayista peruano, Martín Rodríguez-Gaona a propósito de su libro «La lira de las masas» (Páginas de Espuma).

Comentarios1

  • Luis Estable

    Esto me fue muy util. El Internet ha cambiado la manera de escribir y la manera de leer la poesia. Uso poesia aqui en termino general. Todo lo que aparece como poesia o bajo el nombre poesia en todos los lugares donde esta se divulga.
    Gracias por la valiosa informacion.
    Luis A. Estable



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