Los escritores y sus casas

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La casa de un artista es un lugar único y posiblemente uno de los escenarios que mejor explicaría los por qués de sus obras de arte. Nuestra casa es el lugar de refugio, donde nos sentimos cómodos y seguros y donde las amenazas del mundo exterior parecen volverse menos poderosas. En nuestro hogar están los seres que queremos, los que hemos escogido para compartir nuestra vida, nuestr@ amad@, nuestras mascotas, nuestras plantas, o nuestra soledad. En definitiva, todo aquello que nos da vida, que nos recuerda nuestra existencia y nos permite actuar con libertad. Por todo esto, recorrer los ladrillos que rodearon la vida de un autor para conocerlo más puede ser una muy buena idea, es la mejor forma de acercarnos a su esencia humana; porque detrás de ese autor o autora a la que admiramos hay un hombre o una mujer que sufrió, rió, lloró, pensó, amó….en definitiva que vivió.

Hace unos días se publicaron en la sección «Libros» del diario «El país», fotografías sobre algunas de las casas de escritores de gran prestigio internacional, como Pablo Neruda, Emily Dickinson y Truman Capote. Eso me ha despertado el bichito de la curiosidad y entonces me puse a investigar. Son muchas las casas que desearía compartir, pero aquí están algunas que me parecieron alucinantes para comprender la esencia de la escritura de sus residentes. ¿Las visitamos juntos?

La Isla Negra de Neruda

Se dice que para Pablo Neruda ninguna casa tuvo mejor espacio en su alma que la que tenía en Isla Negra, en la que se dice vivió momentos de mucha creación y romanticismo. De hecho, era allí donde llevaba a sus amantes: primero fue Matilde, y varios años más tarde a Alicia, de la que poco se habla en las biografías.
La casa de Isla Negra era muy especial para Neruda, posiblemente porque él mismo la había construido, colocando cada objeto en un determinado lugar para que cumpliera una función particular.
En sus paredes puede notarse la afición del poeta por el mar y la vida en el agua, un establecimiento lleno de embarcaciones, veleros en botellas, cabos, anclas y mástiles y otros tantos objetos que hacen referencia al universo del mar y la vida de los pescadores. Elementos que podemos encontrar en su poesía pero que se vuelven reales en este museo increíble que es su casa de Isla Negra.

Casas en Francia

Se cree que en Francia existen más de 120 casas de escritores, sin contar aquellas que se han convertido en casas-museo, de hacerlo el número ascendería hasta 265. Las hay desde hace cinco siglos, ocupando una parte importante del paisaje de diferentes lugares.

Una de ellas es la casa donde vivió el escritor Victor-Hugo, un palacete construido en el siglo XVII en la plaza de Los Vosgos, pleno centro de París. En este inmueble, el poeta francés vivió alrededor de 26 años junto a su mujer y sus hijos, durante los cuales escribió las obras más prestigiosas de tu su trayectoria como «El último día de un condenado» y «Las voces interiores».

También Marcel Proust residió en esta país. En la fotografía, podemos ver su habitación en casa de la tía Elisabeth Amiot, ubicada en Illiers-Combray. En esta casa Proust pasaba el verano y parecía sentir por ella un amor especial, como si se tratara de su refugio, ese lugar al que volvía una y otra vez en sus novelas. Cabe aclarar que su misma tía fue inmortalizada por Marcel en la obra «En busca del tiempo perdido», donde recibía el nombre de Léonie. La casa de la tía Léonie es un universo en sí misma, con los muebles antiguos, la habitación de huéspedes, el aroma del campo provinciano. Quienes la han conocido aseguran que en este ambiente se huele toda la obra del increíble autor francés.

Otra casa increíble de Francia es la de Pierre Loti, en Rochefort, con viñedos, una terraza enorme y la vista del valle del Garona. Su nombre es Malagar y gracias a la gran restauración que se ha hecho de ella, hoy podemos disfrutarla; incluso se realizan allí encuentros culturales que promueven la cultura francesa y la lectura de este gran autor que convirtió esta casa en un perpetuo teatro.

Mis casas favoritas
Recuerdo que cuando mis padres se fueron en un viaje romántico a Misiones trajeron cientos de recuerdos y fotos y hubo una que me enamoró, no la foto sino lo que en ella había. La casa de la selva de Horacio Quiroga, ya para ese entonces estaba fanatizada con este escritor y el sólo hecho de imaginarlo escribiendo sus «Cuentos de la selva» y su «Historia del almohadón de plumas» me ponía la piel de gallina, juré que visitaría esa misma casa algún día. Es de las promesas de la infancia que aún no he podido cumplir, pero que tengo presente.

Fédor Dostoyevski es el autor por excelencia, de cuyas obras se puede aprender, disfrutar, odiar, amar, entender… En lo que respecta a sus casas, se dice que era un tanto paranoico, le gustaba que estuvieran ubicadas en una esquina y en las inmediaciones de una iglesia para poder escuchar las campanadas. En San Petersburgo consiguió una vivienda que reunía esas condiciones, en la que vivió varios años hasta su muerte, y la que actualmente es una casa-museo. Imagino que estar en el despacho donde un escritor tan extraordinario dio vida a cientos de personajes y a la vez se dio vida a sí mismo, debe ser una de las mayores alegrías de la vida. Por ahora podemos mirar la fotografía, hasta que nos dignemos a pisar ese mismo suelo por el que camino uno de los mejores escritores que diera la Rusia Clásica.

Truman Capote
residió en New York durante muchos años, en una mansión de Brooklyn. Posiblemente el amarillo de sus paredes y el aspecto rígido y frío de su estructura puedan decirnos mucho más de este autor de lo que podemos imaginar, un hombre acomplejado, perfeccionista y capaz de rodear al máximo sus sentimientos, consecuencia posiblemente de su temperamento el haber pasado una infancia en el campo, aislado del mundo, y recluido en sus escritos.

También Emily Dickinson vivía muy aislada. Incluso pasó muchos años de su vida encerrada en una mansión de Massachusetts, la cual había sido construida por su abuelo y estaba en Amherst. En ella se dedicó básicamente a escribir, y dio a luz a más de dos mil poemas.
Emily es una de las poetas norteamericanas de mayor renombre hoy en día, pese a haber pasado su vida encerrada, camuflada en las paredes de su habitación y publicando escasísimos poemas. La mayor parte de su obra ha sido publicada de forma póstuma y permite que nos encontremos con una mujer atormentada e incapaz de hacerle frente a sus propios fantasmas.

En la obra de Ana María Matute la infancia ocupa un lugar casi absoluto, en todas sus historias ella aparece como protagonista, como parte completa de toda la existencia. En la fotografía podemos comprobarlo, al encontrar que su despacho, no sólo se encuentra atiborrado de libros sino que también tiene espacio para una casa de muñecas, porque asegura que siempre le han gustado. La inocencia, la sencillez, la precosidad y la risa infantil se apoderan de los visitantes y permiten que comprendamos la verdadera esencia de la obra de la Matute, el color de la vida.

Dime donde vives y te diré cómo escribes. Espero que les haya gustado el artículo y las fotos, y que disfruten de las preciosas obras que nos han regalado estos autores. ¡Muchas gracias por leerme! :-).

Comentarios1

  • Rafael Merida Cruz-Lascano

    Muy hermosa compilacion la que naturalmente me sirve de inspiracion para dejarle algo a mis nietos. Gracias.

    Rafael.-



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