Lo que Sábato no publicó

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Ernesto Sábato es indudablemente uno de los escritores argentinos más destacados de los últimos tiempos; pese a haber publicado muchos menos cosas que contemporáneos suyos como Borges o Bioy Casares, puede compararse su pequeña obra con la publicada por estos dos, e incluso, algunos estarán de acuerdo conmigo con que la maestría de este hombre nacido en Rojas, provincia de Buenos Aires, en 1911, es superior a la de muchos.

Lo mejor de Sábato

«Sobre héroes y tumbas» es, desde mi punto de vista, una de las novelas más fantásticas que he leído jamás y cuando supe que Sábato estuvo a punto de quemar esas páginas porque no le inspiraban respeto, tuve una sensación de desesperación. ¿Podría el mundo seguir vivo sin aquel aporte? ¡seguro que sí!, el mundo puede seguir girando sin las grandes obras, sin embargo cada vida que fue afectada por la historia de Alejandra y Martín, personajes principales de la obra, seguramente que no serían lo mismo, al menos la mía no lo sería.

La novela que no vio la luz

Ernesto Sábato ha escrito mucho más que lo que se ha publicado. Las razones por las cuales no publicó más pueden ser muchas. Fue un hombre que sufrió infinitamente por las injusticias que lo rodeaban y que padeció depresión durante gran parte de su vida; en muchas de las entrevistas asegura haber sido un hombre autodestructivo, incapaz de luchar por aquello que podría hacerle bien, y dependiente de las palabras cariñosas, del afecto, de la aceptación, quizás esta necesidad pueda deberse a que siendo el penúltimo de once hermanos el amor fraterno le haya caído un poco gastado.

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En su libro «Antes del fin» asegura: «De alguna manera, nunca dejé de ser el niño solitario que se sintió abandonado, por lo que he vivido bajo una angustia semejante a la de Pessoa: «Seré siempre el que esperó a que le abrieran la puerta, junto a un muro sin puerta».

Ernesto Sábato ha muerto el 30 de abril de este año, faltándole apenas dos meses para cumplir su centenario, y ha dejado poderosas obras publicadas, a la vez que una cantidad de manuscritos silenciados por su autocrítica, que no han tenido la suerte de llegar a los escaparates de las librerías.

Elvira Gonzáles Fraga, la compañera durante el último tiempo de vida del escritor, recibió como regalo de él un rejunte de capítulos de su novela «La fuente muda», la cual será publicada próximamente por Babelia. Esta obra, que el propio autor intentó fuera surrealista, escrita en los años 50, cayó en el olvido durante décadas y recién ahora, verá la luz.

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Un hombre decepcionado del mundo

Es una historia desgarradora, que muestra un mundo en 1939 convulsionado, triste, lúgubre y la vida de un hombre capaz de todo, completamente desquiciado y frustrado por una realidad que no lo hace feliz.

«Un hombre puede huir y no ser un cobarde, puede abandonar un movimiento y no ser un traidor, puede matar y no ser un criminal».

En cartas escritas por el autor, a propósito de esta misteriosa novela, puede leerse:«¡Cuántas veces he estado a punto de quemar estos papeles! Ahora, aquí, lejos de Buenos Aires, sentado sobre la hierba, a la orilla de un arroyo, todo aquello parece tan lejano e increíble que me hace dudar una vez más sobre la necesidad de relatar nada. Quizá contribuya a crearme este estado de ánimo la guerra: después de esa guerra bárbara y después que miles de seres indefensos se pudrieron o fueron quemados en campos de concentración, parece hasta vergonzoso ocuparse del destino de un solo hombre».

Sábato fue un hombre obsesionado con la muerte, los incedios y la soledad, en todas sus obras pueden encontrarse estos tres elementos, los cuales como es de esperarse tampoco faltan en estos manuscritos obsequiados a Elvira, quien ha decidido publicarlos. Ella afirma que este amado escritor, vivió entristecido por la vida, capaz de disfrutar las buenas cosas que esta tiene, pero obsesionado con la maldad y las injusticias que se acometían a su alrededor.

Descreído de la fama, del poder, de las teorías, y persiguiendo incansablemente la felicidad en la escritura, en la pintura y en la música pues consideraba que la belleza era aquello que podía salvarnos y sólo podía encontrarse en el arte, donde lo intelectual no tuviera lugar.

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Pese a que las obras del autor que trascendieron fueron tres o cuatro, y que sólo publicó tres novelas: «El tunel», «Sobre héroes y tumbas» y «Abaddon el exterminador», el legado que Sábato ha dejado es incuestionable. Ha hecho un aporte inmenso a la literatura moderna, no sólo latinoamericana sino de todo el mundo y sus obras se han traducido a muchos idiomas.

Según Elvira las razones por las que Sábato dejó de publicar fueron que se sintió incapaz de competir con los escritores jóvenes que apestaban las librerías, se sentía viejo, pasado de moda, incluso se sentía inferior a su amigo José Saramago, quien publicó varias obras hasta poco tiempo antes de morir.

«Hay un momento preciso en que dejó de sentirse capaz de competir, cuando vio a Saramago en plenitud, y él mismo se vio disminuido, acariciado ya por las temibles heridas de la edad. Desde ese momento ya Sabato dejó de ser para sí mismo el que había sido. Ya estaba junto a un muro sin puerta, verdaderamente», expresa Elvira.

El niño que sufría de soledad

Su esposa Matilde, la responsable de que Sobre héroes y tumbas no sucumbiera a las llamas, dijo en una carta al hablar de Sábato: «Sabato es un hombre terriblemente conflictuado, inestable, depresivo, con una lúcida conciencia de su valer, influenciable ante lo negativo y tan ansioso de ternura y de cariño como podría serlo un niño abandonado.

Esta necesidad casi patológica de ternura hace que comprenda y sienta de tal manera a los desvalidos y desamparados. Para escribir, para liberarse de sus obsesiones y traumas necesita verse rodeado de un muro de cariño, de comprensión y de ternura. Ha sido desde niño un alma meditativa, un artista».

Algunos se animan a decir que Sábato se vio tan influenciado por las atroces críticas que recibió su última novela, «Abaddón el exterminador», que optó por no publicar ninguna más; sin embargo, en mi cabe la duda de si lo hizo por eso o porque descubrió que el mundo no sería capaz de comprender su obra, porque supo que nadie podría siquiera atisbar un poco ese espacio donde el escritor se desenvolvía, porque nadie sería capaz de comprender ni una de esas frases. La prueba está en que siguió escribiendo, pese a las críticas, lo único que no hizo fue regalarle al mundo sus escritos.

Comentarios3

  • Raoul Shade

    Sábato es la reivindicación del escritor autentico y legitimo que nunca codició premios literarios, ni menos todavía se prostituyó con las casas editoriales, como lo están haciendo Paolo Coelho, Isabel Allende, Gioconda Belli, y tantos otros. En su excelente ensayo “El Escritor y sus Fantasmas” nos dice: “No es, en suma, el artista quien está deshumanizado, no es Van Gogh o Kafka, quienes están deshumanizados, sino la humanidad, el publico.” (p. 117)

  • isapoema

    No puedo mas que decir que el artículo me ha dejado ver su forma de escribir,, el vídeo me ha mostrado su persona, y agradezco este momento que he tenido aquí, leyendo porque se algo mas de Sabato, y lo agradezco sinceramente.
    Un saludo.

  • Raoul Shade

    Bueno, puesto que nadie más comenta sobre Sábato, me permito citarlo nuevamente: “…hay algo auténtico en el surrealismo, que sigue manteniendo su validez y que, en cierto modo, se prolonga y profundiza en el movimiento existencialista: la convicción de que ha concluido el dominio dela mera literatura y del mero arte, de que ha llegado el momento de colocarse más allá de las puras preocupaciones estéticas para enfrentar los problemas del hombre y su destino.” “El Escritor y sus Fantasmas” p. 120 Sábato fue uno e los pocos escritores en detectar a los falso surrealistas: “ De la búsqueda de una autenticidad salvaje se desembocó en un nuevo academicismo, cuyo paradigma lo constituyó Salvador Dalí: farsante que, después de todo, fue producido por el surrealismo y que, de alguna manera, mostró de modo ejemplar sus peores atributos.”

    La autenticidad es lo más difícil de conseguir y también lo más difícil de detectar. Neruda, por ejemplo, nunca fue autentico. Incluso cuando él se dio cuenta que Stalin era un criminal de guerra, prefirió guardar silencio para no dañar la imagen del socialismo. En 1939 no dejó subir al barco Winnipeg a los refugiados que no estaban inscritos al Partido Comunista y la Policía Francesa de Vichy los entregó a la Gestapo.



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