La literatura, protagonista de revoluciones

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La literatura, protagonista de revoluciones

Estos son los versos de un poeta al que los jóvenes árabes involucrados en la búsqueda de un cambio veneran, y en cuyas palabras se sienten reconocidos. Abu al-Qasim al-Shabbi confiaba en que un cambio era posible, y por eso escribía. Sus poemas, inspiraron y continúan haciéndolo a cientos de activistas en el mundo Árabe. Personas que también creen que es posible y necesaria una transformación. Gracias a esa confianza es que la Primavera Árabe se convirtió en un evento sin precedentes.

Pero no todo lo que reluce es oro. Por eso, ya nos olvidamos de ello. Porque al golpe de vista nos gusta lo novedoso pero no interiorizamos acerca de lo que otros pueblos tienen para enseñarnos. En el caso de los guerrilleros árabes, quizás esa fuerza por creer que en las manos del presente se encuentra la semilla para la evolución.

Y es cierto, lo conseguido siempre es mucho menos reluciente y esperanzador que lo que se deseaba, pero ¿no vale la pena, después de todo, la lid? Y en medio de todo esto ¿no son acaso la literatura en general y la poesía en particular, fantásticas herramientas para luchar por un mundo mejor?

Literatura y revolución

La literatura es una herramienta social infalible. Ha sido protagonista de los cambios más importantes en la historia de la humanidad y continúa siéndolo.

La literatura, protagonista de revoluciones

Todos hemos escuchado seguramente al Che Guevara leyendo «Los heraldos negros» de César Vallejo. Una declamación que te pone los pelos de punta, al saberte tan poco capacitado para la batalla, o tan ajeno a ella. Guevara creía en la revolución tanto como en la poesía y por eso ella lo acompañaba. Porque frente a las peores desgracias, cuando el mundo se ensombrece, lo único que nos queda es la literatura. Ese espacio en el que podemos resguardarnos, y donde podemos reconocer nuestros pensamientos y sentimientos sin temor al rechazo.

Y en esta época, también convulsa, continúa siendo la literatura una herramienta imprescindible, para aquellos que saben usarla. Para los que no se pierden en estúpidas historias que solo han sido creadas para entretener. Los que confían en que a través de lo mejor que saben hacer (escribir) pueden colaborar con un cambio.

Estos individuos son los que están detrás de los cientos de proyectos y movimientos dispersos por el mundo que luchan por una causa en particular. Buscando la igualdad y la libertad en todos los sentidos posibles. Y la transformación viene en camino. Tal es así que el contundente documental «Blackfish» consiguió entre otras cosas que la productora monumental «Pixar» cambiara el desenlace de su última película, a fin de no promover una injusticia tan cruel como la explotación animal. Este es solamente un ejemplo de todo lo que se está gestando en este preciso instante en el mundo.

Y es que para contribuir con esta transformación solo hace falta descubrir qué sabemos hacer y ponerlo a disposición del presente revolucionario.

La literatura, protagonista de revoluciones

Así lo creen las autoras del blog Afgan Woman Writing Project (AWWP); un espacio en la red donde decenas de mujeres afganas escriben (utilizando seudónimo) y muestran la realidad de su país y trabajan a través de las letras por conseguir un cambio.

Por cierto, es un blog en el que podrán encontrar preciosos poemas, relatos y puntos de vista que pueden ser primordiales para comprender de verdad lo que vive una mujer afgana que lo ha perdido todo a causa de la guerra y de la aseveración del sexismo. Una fotografía de una tierra que fue libre antes que muchas otras y que en los últimas décadas ha vivido un violento retroceso.

Literatura y Primavera Árabe

También la literatura ha sido protagonista de la llamada Primavera Árabe. A través del trabajo de jóvenes blogueros, la situación se difundió rápidamente, llegando a todos los rincones del mundo. Gracias al aprovechamiento de las nuevas herramientas, los jóvenes revolucionarios fueron capaces de plasmar esa realidad y contarnos lo que estaban haciendo por el cambio y el despotismo con el que eran tratados los pueblos por los regímenes autoritarios. Cabe mencionar que la inmensa popularidad de Twitter y Facebook también a estos chicos se la debemos.

Y este presente lleno de revueltas y, sobre todo, motivado por una ilusión férrea en el futuro se encuentra irrigado de versos; tal es así que los poemas de Abu al-Qasim al-Shabbi parecen escucharse con más frecuencia. Seguramente uno de los referentes árabes más relevantes en lo que a búsqueda de justicia se refiere.

Puede que muchos hayan olvidado su nombre. Puede que ni siquiera lo hayan escuchado. Pero hubo un hombre-niño, de seudónimo Gemyhood, que formó parte de esa realidad. Fue un guerrillero del teclado y sufrió la persecución y la tortura en tiempos de Mubarak por poner en palabras sus ideas. Participó activamente en la revolución del 25 de enero que en 2011, que cambiaría la historia del mundo para siempre. Gemyhood continúa trabajando pero después del auge del boom revolucionario, ya no es una persona que pueda interesar al mundo parece. Él también creía en las palabras de este poeta. Y también de él tenemos mucho que aprender.

La literatura, protagonista de revoluciones

Estamos decepcionados. Esperamos ¿qué cosa? En el fondo no queremos la realidad pero nos da pereza sacar lo mejor de nosotros mismos para transformarla. Mejor es criticar lo que hacen otros.

Nos acostumbramos a vivir como nos dicen que hay que hacerlo. A alimentarnos como teóricamente nos hace bien (aunque sobradas pruebas tenemos de que lo que hace un par de años se consideraba imprescindible, no lo era tanto), a consumir lo que nos indican (nos convencemos de que sin un teléfono de última tecnología, un coche, un trabajo estable, una hipoteca, etc… no hemos conseguido nada) y a mantener vidas prefabricadas y huecas.

Vivimos atados a una situación económica y social impuesta y preferimos mirar a un costado; disfrutando de lo instantáneo aunque a causa de ello no podamos acceder a esa vida que soñábamos de pequeños. Vivimos queriendo una vida diferente, pero sin buscarla. Y caemos en frustraciones sucesivas sin que los golpes nos resulten lo suficientemente fuertes como para despertarnos de ese letargo, de este mal sueño del que no logramos desperezarnos.

Puede que no estemos de acuerdo con la violencia pero ¿acaso es la única forma de hacer una revolución? «Yo soy de letras» decimos, pero ¿realmente lo somos? La literatura es una fantástica herramienta para trabajar por un cambio DE VERDAD. ¿Estamos aprovechándola efectivamente?

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