La poesía de José Luis Piquero

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La poesía sabemos que es un género donde conseguir popularidad puede resultar sumamente difícil, no es común encontrar poetas que tienen entrevistas, que son buscados por los medios, que son difundidos con el mismo empeño con el que se presenta a los cantantes o aquellos artistas de géneros más populares. Pero hay enormes poetas en las calles, escribiendo, viviendo, enseñando y hoy, hablaremos de uno de ellos: José Luis Piquero.

Vida y obra de Piquero

José Luis Piquero nació en Asturias en 1967 es un poeta y traductor español. Actualmente vive trabajando de la literatura en Huelva.

Entre sus obras más prestigiosas se encuentran «Las ruinas», «El buen discí­pulo», «Monstruos perfectos» y «El fin de semana perdido». A su vez, ha participado en varias antologías de poesía española como «Selección nacional» y «Poesia espanhola de agora». Sus poemas han sido traducidos a numerosos idiomas, como francés, húngaro, portugués y neerlandes.

Como traductor, publicó a comienzos de este año la traducción del clásico «Caín» escrito por el impresionante escritor George Gordon Byron. Esta traducción fue la primera realizada sobre esta obra en los últimos 100 años y salió en febrero a la venta. Como ésta, Piquero ha realizado traducciones de otros autores importantes.

Cabe señalar también que escribe crítica sobre literatura y arte en general y colabora como columnista en varios medios de la prensa.

Libertad sexual en la poesía

En varias ocasiones, Piquero ha manifestado su bisexualidad e incluso ha escrito acerca de ello. Podemos citar por ejemplo el poema «Romeo en el internado».

En el mismo se describe la historia de dos chicos que están en un colegio de varones, y les toca representar la obra de Shakespeare en un acto de fin de curso, no sólo frente a todo el colegio, sino también frente a los padres de todos los alumnos.

Los versos se encuentran escritos en primera persona, desde uno de esto jóvenes, perdidamente enamorado del otro. El joven le amaba profundamente pero no podía decírselo. Va recordando a través de los versos cada uno de esos instantes en que lo había amado en silencio… Ahora, lo tiene frente a él, disfrazado de Julieta y finalmente, puede decirle lo que siente sin miedo a las repercusiones, sin miedo a las reglas malformadas de la sociedad, sin miedo a lo que expresaran sus padres.

Era sólo una obra de teatro, pero para ese joven significó mucho más, fue la oportunidad de exteriorizar todo aquello que había sentido durante varios años y meses y que por los mandatos impuestos a través de la educación, no había podido expresar. Piquero dice que ese poema trata sobre alguien que puede decir su nombre a través de la literatura. Bonita forma de entenderlo, ¿no les parece?

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Me gustaría también citar otra de sus poesías que me ha hecho saltar las lágrimas, se llama «Ivan y Arancha en Praga» y es un poema tierno, donde la soledad se entremezcla con las sensaciones de vivir tus emociones a través de otras vidas.

Es sobre un viajero que ama a una pareja en Praga, que los desea, que siente la imperiosa necesidad de convertirse en uno de ellos, de dejar de ser él; que los busca, que los ama en silencio y que, cuando todo termina, se marcha solo; convencido de que no será capaz de olvidar esas voces, esos latires, esas dos vidas que amó intensamente sin que apenas distinguieran su presencia.

Me parece que este poema podría servir para establecer un paralelismo entre ese viajero y un escritor, siempre apoderándose de historias que no son la propia, pero a través de las cuales su existencia cobra una mayor intensidad; ese escritor que adora a sus personajes y que por momentos, daría lo que fuera por dejar esa posición objetiva y convertirse en los verdaderos protagonistas de la historia.

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La ternura de Piquero

La ternura parece empapar todas las palabras de Piquero. Hay un niño huyendo en cada verso, temeroso, deseoso de comerse el mundo pero incapaz de enfrentar lo que más aturde.

Su poema «Retiro sentimental», donde confiesa que en su casa no se usaban las palabras «te quiero» posiblemente sea una forma de atrapar aquellos lectores afanosos de la poesía, que van buscando en cada poesía, en cada poeta desconocido, las palabras que no pueden ponerle a su propia historia. Y seguramente en este punto es donde la poesía es una herramienta imprescindible de nuestro tiempo, porque ayuda a expresar aquello que duele, que magulla, e incluso sirve para hacer catarsis no sólo escribiéndola, sino a través de la lectura; porque al encontrarte con una voz que en tantas cosas se parece a la tuya, a una historia con la que consigues identificarte profundamente, entonces te sientes un poco menos solo en el mundo.

En la poesía de Piquero podemos encontrar una sed de transmitir aquello que parece que debe esconderse, una frontalidad y una capacidad de poner en palabras lo que parece indeseable, como la sexualidad, el amor… Porque mientras el mundo parece volverse sobre sus pies e imponer siglo a siglo las mismas reglas, disimuladas tras diversos disfraces pero sin dejar de ser las mismas; por otro lado existen voces y surgen nuevas que son capaces de expresar aquello que no nos dejan decir, de quejarse frente a las insoportables rutinas a las que parecemos condenados tan sólo por haber nacido.

Luis Piquero es una de esas voces necesarias, que nos recuerdan que cuanto más libres vivamos más posibilidades tenemos de ser felices. Partiendo de la libertad de la cama, siguiendo por la decisión de andar por la vida como queramos y concluyendo en el llevar a cabo aquello que nosotros creamos que nos hace felices, sin importar ninguna regla social, sólo aquellas que nosotros creemos.

Si no lo conocen, les recomiendo que se acerquen a su poesía, seguro que le encantará tanto como a mí. Para empezar, les dejo un vídeo de su presentación en la Perfopoesía 2010.



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