La poesía de Erika Martínez

Te invitamos a leer dos libros de Erika Martínez, donde la poesía vincula lo político con lo poético de una forma extraordinaria.


Hoy es el cumpleaños de la poeta Erika Martínez y yo voy a hacer un alto en mi lista de artículos programados para hablarte de ella, una de las poetas a las que más admiro y quiero, y de cuya poesía aprendo cada día. Estoy convencida de que nadie debería dejar de leerla y voy a invitar a la lectura de sus dos últimos poemarios para iluminar el porqué de mi adoración. «El falso techo» y «Chocar con algo» son esos libros imprescindibles.

Las posibilidades del lenguaje

En la poética de Erika Martínez hay algo que me fascina especialmente. Es esa capacidad para formular razonamientos filosóficos o éticos usando un lenguaje que enlaza racionalismo y emoción. Al leerla siempre sales sabiendo algo nuevo o habiendo pensado mejor sobre algún asunto que estrecha lazo con la moral o la ética, pero al mismo tiempo te sientes parte de un universo poético donde los sentimientos y las pulsiones vitales importan tanto como el aparato lógico.

La sensibilidad de su estética me resulta también maravillosa. Erika Martínez puede detenerse en aspectos aparentemente anodinos y construir desde allí un poema contundente que te cambia la vida. Así lo hizo en «El falso techo», donde plantea una serie de poemas sobre los diversos sistemas que nos contienen, pasando de la experiencia individual a las concesiones colectivas con extraordinaria lucidez.

En su último libro, «Chocar con algo», volvió a hacerlo. Aquí el lenguaje le sirve de puerto para reflexionar sobre numerosos aspectos del aparato social y sistemático, y nos lleva a disfrutar de una poesía sensual a la vez que reflexiva, que sirven para renovar esa idea primigenia que la poesía es palabra y pensamiento en movimiento, útil para pensarnos y sentirnos.

Estos dos libros nos hablan de una poeta capaz de saltarse todas las normas y de hurgar en una tradición más ensayística que poética y, sin embargo, no perder el norte o el sur de la poesía. Pienso que la maravilla de estos libros habla por sí sola, y seguro que mejor de lo que puedo hacerlo yo.

Lo político en la poesía de Martínez

Si en «El falso techo» Martínez construyó una estética política con apoyo en la tradición poética clásica, donde cada verso es también la confirmación de una construcción lógica y social, en «Chocar con algo» fue un poco más allá. La exquisitez del lenguaje, la capacidad para jugar con las sentencias filosóficas y dar vuelta las cosas sin olvidarse jamás del lenguaje como punto de llegada, es fascinante. Sin lugar a dudas, el crecimiento entre ambos libros se nota a la legua y lo que deja en nosotros es un material fabuloso de ideas contundentes que se fijan en frases muy bien logradas, y que pueden servirnos para repensarnos.

«El falso techo» podría servir de guía para entender la desaparición del estado como punto de seguridad. Ese amor por la democracia y ese fervor casi fanático propulsado por el sistema funcionó hasta cierto punto; hasta que entendimos que nada nos protege, y que en la vida estamos solos y solas. Es en esa raja donde surge este libro y nos alienta a la rebeldía sin olvidarnos del compromiso político.

Pero tildar de meramente político este poemario sería injusto, incluso teniendo en cuenta que muy poquitas cosas no podrían circundar en lo denominado como acto político, en la poesía de Martínez hay más de compromiso con el lenguaje que con el mensaje, que en gran medida se encuentra compuesto de dudas y contradicciones. De hecho, reside aquí su mayor lucidez. No hay una mirada dogmática sobre el mundo, no hay ni siquiera una invitación a la reflexión política como tal; de fondo se da este proceso pero el objetivo parece hacer del lenguaje punto de partida y de llegada, y ahí el asombroso resultado de su poesía.

Hay que leer a Erika Martínez

La poesía como una herramienta para remover la noción de la historia; la poesía implicándose en la historia, a través de la búsqueda de una reflexión que busque preguntas en el pasado y genera nuevas miradas sobre lo mismo. Esta parece otra interesante razón para leer a Martínez. En «El falso techo» hay mucho de esa mirada, sobre la historia como espacio donde la poesía puede actuar, pero sobre todo lo vemos en «Chocar con algo», donde todo lo que nos obstaculiza puede dar lugar a una invitación para pensarnos de otra forma. Algo sumamente interesante si se quiere.

Y esto quizá tenga mucho que ver con la estética que atraviesa los versos de Martínez, siempre cerca del ensayo y del relato narrativo, donde la música la pone un ir en contra de lo predecible, y la rima está más cerca de la que nos ofrecen los aforismos que de la poesía como suelen explicárnosla. La poesía sin fronteras de Martínez es innovadora para el género y para lo que parecemos proponernos incluso los poetas; y es una invitación a remover los paradigmas y reinventarnos.

Si ya no estamos protegidos, si en ningún lugar podemos estar protegidos, entonces debemos reconsiderar la idea o el concepto que tenemos de sociedad, de grupo, y los límites que podemos permitirnos como individuos para impedir nuestra alienación. Esa creo que podría ser la mejor manera de invitarte a la lectura de estos dos poemarios deliciosos. Encontrarás poemas curiosos, emotivos, sensuales, eróticos y políticos y descubrirás a una autora de la que ya no podrás desprenderte. Al menos eso me ha pasado a mí, y eso te deseo.



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