Hace un tiempo publiqué dos artículos en los que reflexionaba sobre la importancia de escribir poesía para niños por todos los beneficios que esto podía significar para su aprendizaje y su vida emocional. Hoy retomo el tema para hablar de la función que ocupa la poesía en nuestras vidas.
Leemos poesía porque algo de ese universo metafórico nos atrae de forma sublime. Podríamos encontrar mil explicaciones lógicas para afirmarnos en nuestra elección; no obstante, a la hora de la verdad, poco importan las razones. Lo único cierto es que sin la poesía no somos capaces ni queremos vivir, y es ella quien nos ilumina a cada instante.
La poesía que le sirve a los niños
A raíz de la lectura de un artículo de la autora María José Ferrada, en el que recomienda la lectura de diversos autores latinoamericanos para ayudar a los niños en ese camino del autoconocimiento y de nombrar el mundo, pensé en escribir este texto. Les recomiendo, no obstante el de Ferranda que pueden leer en este enlace.
Cuando somos niños, padres y maestros nos conducen a la poesía porque están convencidos de que a través de ella podremos adquirir y mejorar ciertas facultades; porque la poesía nos hace capaces de comprender el ritmo y los tiempos de la memoria.
Así se da el primer encuentro con este maravilloso mundo; la toma de contacto. Es gracias a acercarnos a las palabras y al ritmo de la poesía que conseguimos comprender nuestras emociones; la poesía nos invade y en lugar de alejarnos de nosotros mismos nos acerca más. Y es que la poesía se diferencia de otras formas de expresión en que, gracias a que posee música, permite nombrar el mundo de una forma particular, de una forma sonora.

La utilidad de la poesía
La poesía sirve para mejorar la memoria y para entender el tiempo de la música; no obstante me pregunto ¿es acertado acercarnos a ella como si de un recurso se tratara?
O quizás, la pregunta que deberíamos hacernos y que siempre surge es ¿tiene que ser la poesía un fin en sí misma? ¿debemos buscar en ella un sentido utilitario? Por supuesto no existe una única respuesta válida. Pero personalmente me inclino a pensar que ver este bello arte como un recurso a través del cual podemos aprender cosas o practicar habilidades es reducirla absolutamente, y me niego rotundamente a hacerlo.
La poesía no sirve para nada. Esta premisa aunque para muchos pueda resultar irreverente, intuyo que es cierta. La poesía no debe concebirse como un fin para obtener algo, en sí misma no debe ser responsable, ni combativa, ni siquiera bella.
No está bien pedirle a los poetas que sean los artífices de una nueva realidad. Principalmente porque ellos son personas como cualquiera, ni santos ni demonios, que simplemente se expresan a través de la palabra escrita. Ahora, distinto es que al final de cuentas, la poesía termine sirviendo porque transforma la vida de los otros, y la nuestra. Pero esa podría ser una consecuencia aleatoria que no debería estar ligada al acto creativo.

Cosas que la razón no entiende
El arte es un fin en sí mismo: la necesidad de alguien de expresar algo de una forma estética y el deseo de otro de disfrutar de ese arte. Como dijimos antes, esto no significa que lo creado no pueda tener una trascendencia, lo que sí está claro es que a la hora de sentarse a escribir el poeta no debería plantearse cambiar el mundo, sino más bien poner en palabras sus sentimientos e ideas en torno a ese mundo, a los colores, a los aromas que lo forman.
En una época donde la palabra cada vez tiene menos relevancia y donde la poesía pierde significancia a medida que las imágenes ocupan más y más espacio, los niños leen poesía. Ofrecerle a un niño la posibilidad de leer o escribir poesía es la mejor manera de ayudarlo a nombrar su propio mundo: un mundo donde la poesía en sí no tiene un valor sino que puede ayudar a que el niño consiga dárselo.
La poesía nos atrapa, nos impulsa, nos mantiene en equilibrio. Leemos y escribimos poesía movidos por una serie de estímulos que difícilmente podríamos explicar con claridad. De todas formas, posiblemente, si nos lo propusiéramos, podríamos citar mil explicaciones sobre por qué nos gusta tanto este arte y por qué lo necesitamos; sin embargo, vuelvo a preguntarme ¿realmente son necesarias las razones? ¿No debería bastarnos tan sólo la poesía: la poesía porque sí?
