
El 22 de noviembre de 1965 nació en Belgast (Irlanda) de C.S. Lewis. Desde pequeño, C.S. Lewis sintió una gran vocación imaginativa. Disfrutaba mucho de pasarse las horas entre libros y se sentía fascinado a partes iguales por el mundo de las letras y el de la zoología. En el artículo de hoy vamos a hacer un repaso a lo largo de su vida personal y su obra, y abordaremos un tema sumamente interesante: la influencia de su amistad con Tolkien en la construcción de su universo mágico.
Vida y obra de C.S. Lewis
Durante su primera juventud C.S. Lewis construyó junto a su hermano Warnie un universo propio, el mundo de Boxen, donde habitaban criaturas mágicas y sorprendentes. Su interés por los seres antropomórficos le llevó a estudiar con atención las bases de la morfología y la anatomía. Sin embargo, a la hora de elegir su vocación se decantó por la literatura.
En 1925 comenzó a trabajar como profesor de Lengua y literatura inglesas en la Universidad de Oxford, donde coincidió con J.R.R. Tolkien. Unos años más tarde, fundaría con el autor de El señor de los Anillos y los escritores Charles Williams y Owen Barfield el Club de los Inklings, que se reunía de forma periódica a conversar y discutir temas literarios y filosóficos.
El grupo se reunía en el bar de la universidad. Y fue allí donde Tolkien leyó en voz alta las primeras líneas de su obra más famosa y donde Lewis habló sobre su interés de crear un universo mágico, que años más tarde se convertiría en su tierra de Narnia. La amistad de este grupo fue sumamente importante para el desarrollo de todas las obras.
Un momento crucial en la vida de Lewis fue la conversión al cristianismo, después de haber sido un ateo convencido durante gran parte de su vida. En 1931 expresó que, influido por lecturas teológicas y, sobre todo, por sus conversaciones con Tolkien, había descubierto la fe. Desde aquel momento toda su obra fue un reflejo de esa conversión; al punto de convertirse en una de las voces cristianas más influyentes del siglo XX.
En lo que respecta a su vida amorosa. Lewis vivió un intenso y bello romance con la escritora Joy Davidman, con quien vivió durante una década. En 1960, el fallecimiento de Joy causó una gran conmoción en Lewis, que reflejaría en su obra Una pena en observación, uno de los libros más potentes respecto a la experiencia del duelo.
Lewis falleció el 22 de noviembre de 1963 en Oxford, el mismo día que otro escritor importante de la época, Aldoux Huxley, y en que fue asesinado John F. Kennedy. Es recordado como uno de los grandes pensadores de su tiempo, y el creador de uno de los universos mágicos más influyentes en la literatura fantástica del siglo XX.

Una generación de escritores ambiciosos
La influencia de Tolkien en la obra de Lewis
Una de las influencias más significativas en la vida y la escritura de Lewis fue el escritor J. R. R. Tolkien. Los unió una intensa amistad que no estuvo exenta de cierta rivalidad. Conversaron mucho sobre los cimientos y el proceso de la escritura y, sin lugar a dudas, esas charlas contribuyeron a la ampliación de sus particulares universos mágicos. En el caso de Lewis es imposible no ver la influencia profunda, a veces soterrada, de Tolkien, en su obra. Y en este punto habría que señalar que la misma no se revela a través de la imitación sino a través de un manejo de los temas y elementos que coincide. Más allá de eso cada uno tuvo un estilo único y difícil de confundir.
En el seno del grupo literario de los Inklings, los escritores leían sus borradores y conversaban sobre el futuro de las tramas en ese espacio íntimo donde el oficio era el gran aliado. Fue un fabuloso laboratorio de mundos posibles, donde cada uno probaba ideas narrativas, estructuras y tonos, y sentía la aprobación o la crítica de sus amigos más cercanos. Para Lewis estas jornadas fueron muy importantes y algo que le llamó mucho la atención, y que marcaría el futuro de su obra, era la gran importancia que daba Tolkien a la coherencia interna del universo fantástico. El manejo del misterio que en Tolkien era claro, en Lewis se veía plasmado en alegorías morales explícitas. Y, en ese sentido, tenían serias discusiones sobre la ética en la escritura.
Otro de los grandes aportes de Tolkien para Lewis se ve reflejado en la evolución de su pensamiento religioso, que se plasma en su obra en el cambio de una alegoría tradicional hacia una narración más densa en símbolos y menos literal. Si nos fijamos en Las Crónicas de Narnia, encontramos una fuerte presencia de lo alegórico, pero también una gran cosmología rica y una lógica interna mucho más coherente que la que tenían sus obras anteriores. Sin duda, su amistad con Tolkien tuvo algo que ver con esto.
Si Lewis es un escritor tan accesible y, a la vez, tan cargado de resonancias simbólicas, es en gran medida porque Tolkien le enseñó a tomarse la fantasía en serio; algo que el monstruo británico nos ha enseñado a todos. La fantasía se convirtió para Lewis a partir de su vínculo con Tolkien como un vehículo moral para reflexionar sobre asuntos importantes, usando como eje la fantasía y la imaginación.

C.S.Lewis aprovechó su amistad con Tolkien para transformar su escritura

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