La importancia de los transcriptores y traductores

La importancia de los transcriptores y traductoresFedor Dostoievski, Fiodor Dostoievski, Fedor Dostoyuski: tres nombres para un mismo autor. Si tan sólo miramos en las publicaciones de las editoriales españolas podemos encontrar seis o siete formas diferentes de escribir los nombres y apellidos de este escritor ruso. Y así como ocurre con él sucede con muchísimos otros.

Desde que Svetlana Alexijevich fue condecorada con el Nobel de Literatura he visto su nombre escrito de tres o cuatro formas diferentes. Esto me llevó a preguntarme cómo debía escribirse realmente con nuestras letras y encontré este texto de la Fundeu que lo explica clarísimo. Todo esto me llevó a proponerme escribir un texto sobre la importancia que las transliteraciones, transcripciones y traducciones tienen en nuestra formación lectora y en la difusión de la literatura.

Lo que la transliteración, transcripción y traducción nos ofrecen

En el mundo de los libros los conceptos vinculados a la literatura extranjera a veces se confunden; aunque a la larga lo que otorgan es claridad a la hora de leer en nuestro propio idioma el objetivo de cada uno de estos trabajos: el de la transliteración, la transcripción y la traducción, es diferente y sus métodos se encuentran bien definidos. A continuación explico brevemente en qué consiste cada uno.

Se define como transliteración al trabajo que consiste en la representación de letras pertenecientes a una lengua a otra que utiliza caracteres. Se espera que el reemplazo se reduzca a reemplazar caracter por caracter (letra por letra); así lo estipula la International Standard Organization (ISO), encargada de homogeneizar este trabajo. El objetivo es representar los signos tal cual se escriben sin importar el valor fonético o etimológico que contengan; por ende cada carater puede ser representado únicamente por otro.

A diferencia de la transliteración, la transcripción persigue la representación auténtica de los sonidos para lo cual cuenta con una serie de símbolos diseñados para este trabajo. A grandes rasgos sería la representación de los elementos que conforman una lengua (sonidos y signos) en otro sistema de escritura o fonético para que al leerlo se perciba el sonido primitivo de dicho elemento.

Por último, aunque no en orden de importancia, la traducción es el uso de unas determinadas palabras en una lengua que sirvan para expresar el significado de esas palabras en otra. En este caso las diferencias entre la frase primitiva y la traducida suele mostrar muchas variaciones debido a que muchas palabras pueden significar varias cosas, porque las frases hechas en un idioma a veces no tienen sentido en otro, o porque el sentido de una frase puede necesitar el uso de palabras diferentes en otro idioma para no perder intensidad. En la traducción lo único importante más allá de la ortografía y la fonética es el sentido de los textos.

La importancia de los transcriptores y traductores

Otros dos conceptos vinculados a la representación de las palabras de un idioma en otro son los de romanización (representar caracteres de lenguas no latinas con el alfabeto latino: más utilizado en lenguas que no son literales, como las orientales) y la latinización (transcripción al alfabeto latino de nombres y textos que no han sido escritos en él).

Pese a que a grandes rasgos las diferencias parecen bien claras, en la práctica no lo son. Tal es así que durante mucho tiempo para realizar las transliteraciones, algunos países aplicaban un sistema de base fonético. Esto dio lugar a muchísimas ambigüedades dado que en el alfabeto latino el sonido de cada carácter, dependiendo del idioma que lo utilice puede diferir considerablemente; por esta razón los nombres y las palabras transliteradas en las diferentes lenguas no presentan la misma grafía.

Se espera que la transliteración ofrezca al lector la posibilidad de recuperar la grafía de las palabras en su lengua original aún si se lo desconoce, pero si se apoya en una base fonética, esto es imposible porque, dependiendo de la representación de cada sonido será el carácter al que reemplace. La transcripción no se fija en la ortografía, sólo le preocupan los sonidos y por eso ofrece un servicio menos exacto porque dependiendo del idioma con el que se revise esa obra serán los caracteres utilizado.

Es importante señalar que no podríamos vivir sin ninguna de las dos disciplinas. La transliteración, por ejemplo, es fundamental para reflejar la forma exacta que pudo tener una palabra en su idioma original; puede servir también dentro de un mismo idioma para conocer la grafía de las palabras en otra época o para expresar gráficamente los conceptos de una lengua alóctona.

La importancia de los transcriptores y traductores

Solución a las ambigüedades

Debido a estas confusiones, la ISO decidió someter la transliteración de todas las lenguas de alfabetos no latinos a una serie de reglas estáticas que permitan alcanzar una mayor homogeneidad en el trabajo.

Algunas de estas reglas recomiendan atenerse a la transliteración fonética cuando se adapta a la pronunciación latina en la mayoría de los idiomas e inclinarse por la simbólica cuando no existe esta concordancia. Evitar todo lo posible ambigüedades y complicaciones y, sobre todo, intentar apoyarse en la base de transcripciones que se utilicen en el mayor número de países para conseguir apostar por una transcripción más exacta o entendible.

Para ello se han creado tablas que ponen en concordancia los diversos alfabetos y sus símbolos correspondientes en los demás. Los transcriptores deben intentar al máximo apoyarse en ellas y, en caso de no hacerlo, deben explicar por qué no lo hacen.

En el caso de las traducciones, la libertad del traductor es mayor puesto que su trabajo consiste en conseguir en el idioma al que traduce el sentido más cercano que pueda encontrar al texto original. Por esta razón para traducir también se requiere una cierta habilidad en la escritura y creatividad en el uso del lenguaje.

Como verán, los que apenas mascullamos algún idioma dependemos muchísimo de estos trabajadores apasionados; así que para finalizar, sólo me resta agregar una última cosa: ¡que vivan los transcriptores y traductores!

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