Historias de fantasmas en la época victoriana

Historias de fantasmas en la época victoriana

Casas en medio del campo, edificios a medio derrumbar en un barrio periférico, los escenarios más propensos para permitirnos una historia de terror.

¿Qué tiene que tener una casa para convertirse en el mejor escenario para una historia fantasmagórica? Supongo que no necesariamente debería tener ciertas características, que todo depende de cómo nos la presente. No obstante intuyo que una casona enorme, con grandes ventanales, techos altísimos y escaleras y pisos de madera pueden ser el escenario perfecto para crear una atmósfera terrorífica.

No es casualidad que múltiples historias de fantasma se ubiquen en casas antiguas y más aún que la época victoriana haya sido un período histórico que haya inspirado y motivado a decenas de autores como núcleo para el desarrollo de historias terribles.

Posiblemente cada género literario se amolda mejor a un determinado tiempo histórico; o quizás es que de acuerdo al tiempo histórico en el que se centra una historia, tiende a acercarse más a un género o a otro. Y seguramente la época victoriana presenta un ambiente ideal para las historias fantasmagóricas y húmedas. Quienes hayan vivido en una casa londinense que aún conserve ciertos vestigios de esa época esplendorosa, pueden saber perfectamente a qué me refiero.

La mejor historia, según Lovecraft

Si le estimaba Lovecraft ¿cómo no iba a interesarme este relato? Efectivamente, uno de los maestros de las historias fantasmagóricos, Howard, dijo que «La casa y el cerebro» era una de las mejores historias que se habían escrito sobre casas encantadas.

Historias de fantasmas en la época victoriana

La literatura sobrenatural tiene varios referentes, entre los que podrían citarse «Los mitos de Cthulhu» de Howard Lovecraft, «Frankenstein»,de Mary Shelley», «La Leyenda de Sleepy Hollow» de Irving Washington y «El gato negro» de Edgard Allan Poe, y sin lugar a dudas en esta lista también debería incluirse a Bulwer-Lytton.

En «La casa y el cerebro» nos encontramos un personaje totalmente perseguido y absorbido por la realidad, a un punto en el que no distingue lo que es real de lo que no lo es. Para muchos se trata de una verdadera obra maestra con un narrador que roza la fábula en una casa londinense de miedo. Un edificio del que todos huyen al presenciar apariciones escalofriantes.

El protagonista se queda y descubre a través de unas cartas que ese sitio fue el escenario de crímenes horripilantes. Y, al igual que en la historia de Barba Azul, toda la energía negativa se concentra en una habitación oscura, que permanece bajo llave. Una historia que mantiene a todos los lectores en constante tensión, sobre todo porque nunca estás preparado para encontrarte con el horror y porque en la obra de Bulwer-Lytton, a diferencia de la mayoría de estas historias, éste no se presenta de forma paulatina sino precipitada y te descoloca cuando menos te lo esperabas.

Posiblemente las casas victorianas se presten mejor que ninguna otra para esconder entidades subterráneas, que cobran vida en medio de la noche, que hacen crujir las maderas y nos hacen ver, oír o sentir situaciones o experiencias que no podremos olvidarnos en la vida. Lo mismo sentimos cuando leemos este libro, hayamos o no estado en Londres..

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La vida de Edward Bulwe-Lytton

Sin época victoriana no habríamos tenido a Edward Bulwe-Lytton, un autor que supo hacer del ambiente un verdadero protagonista de las historias. Seguramente su novela inolvidable fue «Los últimos días de Pompeya», obra que es altamente recomendable para los buenos lectores de las historias tenebrosas. No obstante, Edward ha escrito numerosas obras y ahora la Editorial Impedimenta publicará «La casa y el cerebro» una verdadera historia de casas encantadas.

Edward Bulwer-Lytton nació en Londres en 1803 y falleció en esa misma ciudad a los setenta años. Fue un autor muy precoz, publicando su primer libro a los 15 años, un poemario pequeñito. En su época fue un autor de renombre, considerándose a la altura de Dickens y Thackeray, con quienes además lo unió una larga amistad. No solo cultivó la narrativa; tiene un su haber numerosos poemarios e incluso varios libros de teatro.

Su entrega a la literatura no fue suficiente para perdurar; y aunque su obra «Los últimos días de Pompeya» aún goza de cierto protagonismo, el resto de sus publicaciones han caído en el olvido. Ni siquiera fueron suficientes las recomendaciones de Dickens y Lovecraft acerca de la maestría de este autor. A lo mejor, gracias a la editorial Impedimenta, la historia le esté dando una segunda oportunidad.

En la mayoría de sus obras podemos hallar escenarios del siglo XIX, con ambientes fantasmagóricos, y en general, personajes confundidos, dispersos y tristes. En «La casa y el cerebro» se puede apreciar la grandeza de este autor: su maestría para describir situaciones y su capacidad para llevarte a las emociones más intensas a través de una historia espeluznante y llena de recovecos, como cualquier buena casa victoriana.

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