Herman Koch y la violencia

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Herman Koch y la violencia

Es tan frágil la línea que divide el bien del mal que muchas veces sin darnos cuenta la atravesamos.

Existen en torno a este tema diversas preguntas, tales como: ¿quién delimita las paredes que las separan? ¿por qué ideas deberíamos dejarnos llevarnos? o incluso ¿podríamos dejar a un lado lo políticamente correcto para atrevernos a vivir más intensamente, teniendo menos miedo a la muerte, a los errores y a la violencia?

Son preguntas que persisten en las obras de Herman Koch, un amsterdamés que se atreve a cuestionar aquellas costumbres más arraigadas de su pueblo, que tienen que ver con la corrección y el comportamiento entendido como «normal».

La Feria del Libro de Buenos Aires recibe a Koch

Durante la Feria del Libro de Buenos Aires, Koch hizo acto de presencia en el Café Ámsterdam, un espacio preparado para homenajear a la literatura de los Países Bajos y para dar a conocer a aquellos autores menos conocidos en Argentina.

No es éste, sin embargo, el caso de Koch, quien desde hace unos años viene recogiendo éxitos a lo largo de todo el mundo. Siendo comparado incluso con autores americanos de la envergadura de Faulkner . Y es que él creció deseando escribir como él y otros escritores pertenecientes a esta tierra. Su estilo franco y directo lo convierte en un autor de Ámsterdam con una escritura americana.

Herman Koch y la violencia

A Koch no le gusta que los habitantes de Holanda se jacten de ser tolerantes con los inmigrantes; considera que la tolerancia no es algo positivo, porque incluye la sensación de superioridad.

Considera que ni siquiera debería plantearse la mera posibilidad de que dos personas se vean diferentes, en cuanto a que una se sienta en superioridad de condiciones respecto a la otra.

En su última novela, “La cena”, Koch reflexiona acerca de la violencia y el racismo. Cabe mencionar que con ella cierra una trilogía enmarcada en las relaciones familiares y los conflictos surgidos entre jóvenes y adultos.

Ámsterdam está considerada como una de las ciudades menos violentas del mundo, pese a ello o quizás a causa de ello, en la literatura de Koch la violencia ocupa un lugar protagónico.

Herman Koch y la violencia

Herman asegura que le interesa. Dice que le parece sumamente importante que le demos el lugar que se merece, porque de tanto reprimir los pequeños impulsos inofensivos de violencia, hemos llegado a construir una sociedad sumamente violenta, que se rige a partir de ella, aún en la negación.

Creo que es un tema muy interesante. No está diciéndonos Herman que salgamos a golpear, sino más bien que seamos más naturales, que estemos en contacto con nuestros sentimientos e impulsos y entendamos cuáles son peligrosos y cuáles no. Y me atrevería a agregar más, entender por qué tenemos esos impulsos y trabajar desde el origen sobre ellos.

La estrecha línea que nos separa

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Un instante es suficiente para «perder los estribos». Podemos verlo en cientos de películas, aunque no hace falta dirigirse a la ficción.

Nuestras vidas se encuentran rodeados de actos de violencia explícita o de impulsos violentos reprimidos. Ella se encuentra en los deportes, en las conversaciones de todos, en los documentales.

Herman Koch y la violencia

Es uno de los rasgos que posiblemente caracterice a todo ser vivo. El tema es que hemos llegado a entenderla negativamente y por ende, a usarla de este modo.

Por eso, y para evitar convertirnos en seres despreciables, preferimos ahogar los impulsos naturales, que nos llevarían a decir algo «fuera de lugar» o a expresar con claridad cuando algo no nos gusta, en pos de convertirnos en seres afables. Pese a ello, portamos un nivel tan alto de violencia reprimida, que siempre estamos al límite de exteriorizarla. Y cuando lo hacemos, provocamos consecuencias totalmente impredecibles.

Estamos siempre a un paso de sobrepasar los límites y de perder el control, porque llevamos una historia cargada de cosas no dichas y de expresiones subyugadas a lo políticamente correcto. ¿No sería más fácil ser un poco menos estructurados y tomarnos menos en serio ciertas cosas, permitiéndonos decir y escuchar lo que sea sin horrorizarnos?

En fin. Considero que sobre este tema hay mucho más para decir, pero mejor leer a Koch y comprender a esos personajes que en la vida real podríamos considerar funestos, pero con los que dentro de la ficción llegamos a empatizar.

Con esta obra, «La cena», Koch despide la trilogía. Y ya ha anunciado que en su próxima novela, si bien abandona el tema de la familia, continúa con la crítica a la sociedad holandesa y con ella, a la de muchas otras culturas, donde lo políticamente correcto ha deseheredado a la naturalidad en los actos.

Habrá que seguir leyéndolo ¿no les parece?

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