Delmira Agustini. Erotismo y transgresión del canon modernista

Delmira AgustiniDelmira Agustini es una de las figuras fundamentales de la poesía modernista rioplatense. Hoy, en el aniversario de su nacimiento, vamos a explorar con interés la forma en que supo trabajar el erotismo desde un posicionamiento contrario al canon. Agustini supo trabajar una dialéctica entre la iluminación erótica y la amenaza de disolución que es verdaderamente deslumbrante, porque resultó en una obra poética sin parangón en la literatura latinoamericana. Te invitamos a leerla.

¿Quién fue Delmira Agustini?

Delmira Agustini nació en Montevideo en 1886. Su familia era de origen burgués y esto permitió que la joven recibiera una buena ocasión desde su más tierna infancia. Fue una poeta precoz a la que el llamado de la poesía le llegó prontísimo. A los 21 años publicó su primer poemario, que supuso una tremenda revolución en la poesía de su tiempo. Un libro que se titula El libro blanco y que, aunque todavía sostiene los códigos del modernismo rubendariano, permite intuir las derivas que más adelante adoptará la poesía de Agustini, donde la imaginería de cisnes, princesas y atmósferas iridiscentes ocupan un lugar predominante.

Ya desde su segundo libro Agustini demostró ser una poeta cuya principal motivación era el cambio, la transformación. Cantos de la mañana y Los cálices vacíos la consagrarán como una de las voces más potentes de principios de siglo. La suya es una voz que se caracteriza por una intensidad singular que conjuga erotismo, misticismo y cierto coqueteo con lo simbólico de la muerte. Toda su obra poética recorrerá ese sendero marcado las pautas para lo que será en el futuro la poesía posmodernista latinoamericana y la línea que caracteriza a las poetas de los años 50 y 60.

Agustini aprovechó su sensibilidad para producir un lenguaje que ensambla con la carne. Su vida íntima, llena de tensiones, le permitió construir una poética sin igual. Pero la vida guardaría una desgracia para ella: su matrimonio con Enrique Job Reyes, un hombre machista y feminicida. Se habían separado pero después de los acosos de su expareja Delmira aceptó que se encontraran. Era el año 1914 y él tenía un plan terrible: aunque los detalles nunca se han esclarecido del todo sabemos que su plan era acabar con ella. Llevaba una pistola con la que asesinó a la poeta.

Durante mucho tiempo se ha utilizado esta tragedia para la mitificación romántica pero poco a poco nos vamos liberando de esa escoria. Quién sabe cuánta literatura podría haber escrito y disfrutado Agustini. Era una poeta extraordinaria cuyo futuro fue borrado de un balazo por el sistema patriarcal. En su corta vida, consiguió abriruna vía radical para la representación del deseo femenino en la literatura hispanoamericana.

Delmira Agustini

El fervor poético la encontró a temprana edad

Contra el canon: la revolución de la mirada erótica en la poesía modernista

Uno de los rasgos más interesantes de la poética de Delmira Agustini es que pese a haber emergido como una férrea defensora de las ideas más importantes del Modernismo, su voz la llevó por derivas mucho más interesantes. Después de un brevísimo tiempo en esta estética se lanzó hacia una tensión entre símbolo y palabra totalmente novedoso para aquella época, consiguiendo sentar las bases de una nueva poética que más tarde influiría en numerosas poetas.

Mientras el modernismo consagró un imaginario estético que situaba a la mujer como figura ornamental o musa idealizada, Agustini le dio un vuelco a esta idea al apropiarse de los símbolos y desplazarlos hacia un nuevo territorio, absolutamente suyo. Un territorio en el que el sujeto lírico femenino asume el centro del deseo y deja de ser objeto de deseo para desear. Su escritura erótica no responde a la lógica contemplativa del varón modernista, sino que articula una voz que mira, nombra y demanda con potencia activa.

Podemos analizar la potencia de esta transgresión desde tres niveles distintos. Por un lado, en la redefinición del cuerpo como espacio de conocimiento: en ella, el erotismo deja de ser un mero artificio decorativo y se convierte en experiencia vital con alcance ontológico. El goce se transforma en revelación, y en esa revelación se cuestionan las fronteras morales que regulaban la figuración del placer femenino. Por otro lado, aparece una dimensión nocturna y fantástica que aporta un tono inquietante en el universo del deseo: su simbología de lobos, sombras y dioses que conviven con imágenes de fuego y sangre, la sensualidad se mezcla con la amenaza de destrucción. Por último, podríamos observar cómo el eros deviene fuerza ambivalente que ilumina y desborda, capaz de elevar el espíritu o arrastrarlo al abismo. Lo carnal y lo simbólico nunca han estado más ligados.

Para terminar podríamos decir que esta nueva dimensión del imaginario erótico que propuso Agustini, fragmenta la idea que del mismo tuvo y sostuvo el Modernismo. Por esta razón, su poesía es tan significativa, puesto que consiguió desplazar al canon e imponer una atención hacia la compleja subjetividad femenina: que deja de ser objeto pasivo y aparece como algo que rompe y trastorna el orden simbólico y físico. La suya es una voz que reivindica el misterio y la soberanía del deseo propio, inaugurando una tradición que tendría profundas resonancias en la poesía latinoamericana posterior. ¡No dejes de leerla!

Delmira Agustini

Agustini supo sentar las bases de mucha de la poesía latinoamericana del siglo XX



Debes estar registrad@ para poder comentar. Inicia sesión o Regístrate.