«Contra el diagnóstico. Desmontando la enfermedad mental», de Marcos Obregón (Editorial Rosamerón)

Vivimos en un mundo cada día más estrecho. Las normas y las barreras se imponen y la individualidad o la autenticidad son bichos cada vez más exóticos. En ese mundo estandarizado escribe Contra el diagnóstico Marcos Obregón (Editorial Rosamerón), un ensayo reivindicativo de la libertad, del derecho a vivir la propia intimidad y de enfrentarnos a los miedos como podamos, y no perder en el camino nuestra posibilidad de formar parte de ese todo que es la sociedad. Un ensayo sobre los mecanismos del sistema para controlar las acciones de los ciudadanos, coartando a través de diagnósticos categóricos la libertad de muchos.

La vida y sus preguntas

Uno de los rasgos principales de Contra el diagnóstico es su clara oposición a que para cada situación exista sólo un camino posible, una solución estática. La vida es compleja y lo único permanente en ella son las dudas, las preguntas. La lectura de este libro nos acerca a muchas de ellas: algunas de tipo íntimo –nuestra relación con el pasado, de la rotura, de la dificultad para entendernos a nosotros mismos– y otras de tipo colectivo –la fuerza del discurso biomédico y sus consecuencias en la vida de las personas diagnosticadas con una enfermedad mental–.

Las preguntas permiten abrirse paso en un mundo denso. De este modo, Obregón nos va contando cómo ha cambiado su vida desde que un determinado día recibió un diagnóstico clínico que fue tratado con la correspondiente terapia farmacológica hasta ir anulando sus capacidades y apartarlo de las cosas que más disfrutaba de la vida. A partir del acercamiento a otras personas con una realidad similar fue capaz de hacerse las preguntas adecuadas para conseguir romper con el yugo del sistema.

Este libro, sin embargo, no está escrito desde el victimismo, sino desde la desesperación y el deseo de construir un mundo distinto. Hay muchísima luz, que se asoma a través de la lectura de algunos autores y autoras fundamentales de la literatura. Hay una intención clara de impulsarnos a pensar en ese doblegamiento hacia el sistema controlador que promueve la biomedicina y de llevarnos a pensar en la importancia de la disidencia. Todos somos distintos y para poder superar el dolor debemos enfrentarnos a él. Para ello necesitamos nuestros sentidos al máximo y el adormecimiento que provoca la sobremedicación podría extender durante mucho tiempo, quizá toda la vida, nuestra recuperación.

La sociedad frente al dolor del otro

Vivimos en una sociedad insensible cuya propuesta de bienestar se basa en la negación –del dolor, de la alegría, de las diferencias– y en la imposición –de necesidades que no son tales, de normas de comportamiento, de tratamientos de todo tipo–. Vivimos a la espera de un diagnóstico que deberemos tratar con tal o cual especialista, sumidos a la dictadura de la medicina, como si la felicidad habitara en una noticia que vamos a recibir en un hospital, en vez de estar aquí, en la sala de casa, en nuestro encuentro con nosotros mismos. Vivimos en un mundo en el que somos por lo que hacemos, y eso que hacemos debe ser rentable.

Nos educamos persiguiendo el prestigio, el dinero, el respeto de los otros, un Nombre, y no nos enseñan a enfrentarnos a nuestros miedos; por eso, cuando nos rompemos, el mundo entero se vuelve liviano y nosotros somos una piedra hundiéndose en el océano. Atravesar esa masa de agua en un sistema que nos empuja más al fondo con un palo en forma de píldoras, es una tarea titánica. La soledad, la incomprensión, la imposibilidad de recuperar la vida que se tenía antes de la rotura, son experiencias que condicionan severamente el futuro de la persona.

En este punto, el deseo y el trabajo comunitario puede ser vital. La posibilidad de encontrar contención real –alguien que escuche y no juzgue– puede ser sumamente importante. Pero esos alguienes no van a poder hacer mucho mientras sigamos construyendo una sociedad como ésta donde el dolor del otro debe ser aplacado porque estorba la feliz armonía del grupo. ¿Es esta verdaderamente la sociedad que queremos? ¿Seguiremos caminando hacia ese futuro cada vez más doblegado al discurso biomédico?

Sobre todo eso escribe Marcos Obregón en un ensayo lúcido, extraordinario, lleno de verdades y donde podemos encontrar nuevos caminos para pensarnos. Que nadie deje de leerlo.

 
 
 
 
CONTRA EL DIAGNÓSTICO
Marcos Obregón
Editorial Rosamerón
978-84-124739-6-4
320 páginas
20,90 €