Remedios Zafra: «Necesitamos posicionarnos para el ejercicio crítico»

Entrevista a Remedios Zafra (Segunda Parte)He escrito ya varios textos sobre «Ojos y capital» de Remedios Zafra (Editorial Consonni), pero sigo. Y es que ¿cómo se niega una a silenciar aquello que conmueve con rotundidad? En este libro Zafra no sólo reflexiona sobre cómo nos cambia nuestro entorno sino que nos invita a que seamos activos trabajadores en modificarlo a nuestra medida. Y no es sólo lo que dice sino el cómo, porque en su escritura no hay espacio para las palabras huecas: todo adquiere un sentido conmovedor y vital. Si en nuestra primera parte de la entrevista hablamos sobre la importancia de detenernos a reflexionar-nos; en esta, nos confiesa que sus referentes intelectuales son aquéllos que cuestionan la normalización de las cosas. ¿Cómo no recomendarla una y otra vez? ¡Léanla!

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P—Te preguntas si existirá una forma de recuperar la conciencia sobre lo que vemos y lo que implica. ¿Apagar la ventana exterior de nuestro cuarto propio puede ser una buena forma de recuperar dicha conciencia?

R—Los tiempos de desconexión son hoy imprescindibles. Personalmente detesto el teléfono móvil porque a menudo es intrusivo y capaz de apropiarse de los tiempos y lugares de descanso.

»Hay sin embargo algo a matizar en esta idea. Por una parte creo que vivimos en una cultura que siempre permanece con el piloto verde encendido, de extrema incondicionalidad online, y que saber regular esta disponibilidad es importante para nosotros. Por otro lado, esta cultura-red se vale de ser “desactivable”, es decir, de contener siempre entre las opciones posibles un botón de apagado, cierre, vuelta atrás, cambio de nivel, etc. La desactivación no puede ser entendida sólo como formas de desconexión, sino también como forma de edulcorar el mundo en red, de evitarnos caer en lo que duele, en lo que no gusta, o directamente evitarnos disentir, favoreciendo así una vida falsamente fácil, infantilizada, superficial y escurridiza con el conflicto.

»Este ser “desactivable” difiere de la desconexión liberadora de la que hablo. De hecho la desconexión es aquí entendida como un ejercicio voluntario que pudiera permitir distanciamiento y conciencia sobre la voluntariedad y necesidad social de las pautas de la cultura-red.


P—Hablas sobre el mecanismo de defensa frente al dolor, que nos lleva a negar la realidad para no tener que sufrirla. ¿Cómo puede la sobreexposición al sufrimiento causar el efecto contrario a la empatía y la compasión?

R—La ficción como paliativo o como ilusión es algo que me interesa e inquieta. Pienso que en el futuro muchas ficciones que fantasearán sobre la vida por venir tratarán este asunto y que es del todo probable que ya estén trabajando en ello. La razón es que en un mundo cada vez mediado por pantallas, todo converge en este marco de fantasía que es la interfaz. Los juegos y superposiciones entre lo real, lo simbólico y lo imaginario acontecen hoy difuminados y esto fascina e inquieta porque nos permite (y sobre todo nos permitirá) formas de enfrentarnos al dolor y a las ausencias recreando lo que hemos perdido. Las maneras en que seremos capaces de imaginar ese mundo requiere no sólo proyectos de ciencia (y) ficción, sino también de ejercicios críticos de la conciencia, la ética y la fantasía. Quiero decir que no podemos delegar meramente en la industria dicha especulación. De ahí que me anime a reflexionar sobre lo que para mí supone la fusión de la ficción con al vida a niveles más complejos desde mi experiencia y, como apuntas, desde mi dolor.

»En todo caso, no tengo claro si a lo que te refieres con “sobreexposición al sufrimiento” guarda relación con la estrategia creativa de la que a menudo hablo en mis libros y que yo denomino “repetición y duelo”. Una estrategia que alude a la escenificación de aquello que punza y duele reiteradamente como manera de acelerar su muerte simbólica y poder rendirle un duelo que nos permita pasar página. En este caso, se trata de un recurso creativo usado por ejemplo en muchas performances feministas como metáfora ante muertes que tienen que ver con unx mismx, es decir, muertes derivadas de una toma de conciencia.


P—“La velocidad y el exceso quieren neutralizarnos”. Parece como si no entendiéramos la importancia de desconectar de nuestras pantallas. ¿A qué le tenemos tanto miedo?

R—Posiblemente a ser desplazados de la época o de la comunidad que nos arropa y sostiene… Los tiempos marcan ritmos, rutinas y prácticas que asumimos sin cuestionar. Son inercias que fácilmente nos convierten en parte del engranaje de la máquina y esto arropa y aprieta al mismo tiempo, como toda forma identitaria en la que reconocemos a la mayoría. Estar “donde están todos”, “hacer lo que la mayoría”… Habitualmente no son las grandes guerras las que nos afectan y nos duelen, sino como sugería Virginia Woolf, la manera en la que los demás “nos miran y ríen” y suben las escalerillas del autobús.

»Aunque no tengo claro si se trata de miedo o de una forma de apatía, como un apagamiento frente a esa celeridad y exceso cuyo enfrentamiento nos expondría como frente a un espejo interior. La angustia de la conciencia es algo que muchas personas esquivan porque no valoran la libertad de una existencia verdaderamente asumida. El pensamiento y el arte han sido grandes aliados en esta tarea. Pienso que la crisis de ambos junto al temor anterior hablan de lo mismo, de cómo estamos perdiendo o podemos perder este valor (auto)reflexivo, sucumbiendo a convertirnos en cosa.

»Muchos creen que es más cómodo o más útil seguir esa inercia y ser masa llevada por el vaivén de los tiempos, antes que posicionarnos de otra manera que nos interpele y nos permita intervenir “activamente” en los tiempos que vivimos. Otros, por el contrario, vemos este posicionamiento como un sentido vital.


P—Señalas a la masa que es movida a golpe de marketing como símbolo de lo que hoy llamamos democracia. ¿Se puede luchar contra una sociedad de consumo y excedentes sin autoexcluirse de ella?

R—En el libro hablo de democracia en relación a la que pudiera ser una deriva dañina cuando el pueblo se convierte en muchedumbre instrumentalizada y la democracia deviene “oclocracia”.

»Pero si, claro, podemos luchar. Incluso aceptando nuestras contradicciones: que vemos con los ojos de un sistema que criticamos, del que formamos parte y que, de muchas maneras, contribuimos a mantener. Pienso que más allá del chantaje que a veces nosotros mismos propiciamos haciéndonos ver que sólo tenemos dos caminos posibles, hemos de valorar y crear nuevos escenarios, desde lo micro, desde la crítica, sin necesidad de autoexcluirnos (aunque ésta también es para muchos una opción posible desde la libertad).

»Mi sensación es que los mundos se pueden transformar sin caer en el dogmatismo maniqueo que enseguida nos hace frustrarnos por impotencia y resignarnos en la parálisis. Cierto que necesitamos posicionarnos para el ejercicio crítico y que ahí nos identificamos como “alteridad”, pero me parece que desplazarnos fuera del sistema es algo que finalmente beneficia al sistema y nos apaga. Puede que haya muchas maneras de enfrentar el mundo que habitamos pero “infiltrarnos” críticamente allí donde queremos un cambio y generarlo (educación, creación, tecnología, ciencia…) me parecen no sólo formas de resistencia, sino formas revolucionarias de la transformación…


P—¿Qué conclusiones has sacado en este camino de escritura y pensamiento que fue crear “Ojos y capital”?

R—Lo cierto es que no suelo sacar conclusiones cuando termino mis libros, más bien ellos me ayudan a concluir una etapa personal que necesitaba ser compartida, pero siempre dejándome más preguntas e ideas que antes. De hecho, habitualmente cuando los termino siento cierta incontención y ganas de seguir diciendo. Quizá por ello me cueste mucho resumir y estructurar conclusiones que siempre espero sean hiladas o desmontadas por quienes leen (que algo pueda removerles). Quizá esta dificultad que tengo hacia “lo que sintetiza” sea clave en mi necesidad de escribir libros; así cada uno me lleva a otro…

Entrevista a Remedios Zafra (Segunda Parte)


P—¿Cómo es el proceso de creación de un libro tan vasto como éste?

R—En mi caso, los libros se materializan en una etapa acotada pero se construyen en un periodo mucho mayor. Necesitan nutrirse de todo lo previo (no sólo de lecturas, también e incluso te diría que especialmente, de vivencias). Me refiero a que siempre están insertos y vinculados con los libros anteriores y con un posicionamiento de curiosidad e interrogantes ante el mundo. Casi afirmaría que hay mucho de las preguntas primeras que como niños o jóvenes nos hacíamos, ahora disfrazadas de otras cosas…

»Ojos y capital además tiene su origen y su proceso en Consonni, una productora vasca de gente que admiro y que me animaron a publicar este libro con ellxs. Su conversación ha sido todo un estímulo y una novedad para el proceso de relectura y revisión que antes de Ojos y capital era en mi caso muy solitario.


P—Te dedicas casi exclusivamente al ensayo, ¿por qué? ¿qué te permite este género que no crees factible en la ficción?

R—Comencé escribiendo poesía y relato pero a medida que estudiaba y me situaba políticamente en el mundo, las ideas interpelaban a las cosas que quería contar y conversaban de manera más pensativa con ellas. Sin embargo, en mis libros siempre habita (o quiere hacerlo) la ficción y la poesía. Esta última surge de manera natural, como forma de decir que no resbala al sujeto (y al cuerpo) que escribe. La ficción casi siempre es intencionada y pretende sumar un doble sentido a lo que escribo, dotarlo del carácter que tiene la obra creativa objetual que reclama tiempo para ser mirada de otras maneras.

»Para mí el ensayo es ante todo sujeto que reflexiona y se pregunta, pero no por ello evita las contradicciones, la emoción o la ficción. De hecho, asumiría las consecuencias de entorpecer el trabajo a librerxs y bibliotecarixs. No me importa que mis libros generen indecisión sobre a qué estante o género pertenecen, asumiría el riesgo de no casar bien con determinados epígrafes porque forma parte del posicionamiento de cuestionar clásicas formas de crear y docilizar conocimiento.

»De hecho, tengo un par de libros más literarios que no son muy conocidos pero que comparten la misma pasión y preocupaciones que mis ensayos y la misma mirada política y reflexiva. Justo en estos días en que hablo contigo, termino de revisar algo que muchos llamarían “novela”, y que para mí es una obra especial y valiosa, escrita paralelamente a Ojos y capital y con muchas preocupaciones e ideas compartidas, pero éste narrando la cultura del hoy a través del duelo por la muerte de mi hermana. Un duelo que a veces aparece pero se esconde en la capa más profunda de Ojos y capital… Pienso que hablar de esta muerte es para mí no sólo una manera de narrar lo que punza sino un intenso punto de entrada a la cultura que habito.

 

Entrevista a Remedios Zafra (Segunda Parte)


P—Vuelvo a la poesía. Hay en tu escritura mucha. ¿Eres una lectora de este género? ¡Háblame sobre tus referencias literarias!

R—En el pasado leía todo tipo de libros y cómics. Tenía en casa de mis padres una biblioteca de lo más peculiar, hecha con las selecciones que mi padre y un paisano traían de la sección de saldo y oportunidades de un centro comercial de la ciudad en la que este último trabajaba. Esto tenía mérito pues una casa sin ningún libro comenzó a llenarse de todo tipo de libros. Pienso que la mezcla de aquellas colecciones incompletas y su carácter imprevisto me han ayudado a hacerme preguntas y a generar vacíos de contexto. Especialmente cuando, frente a bibliotecas ordenadas de amigos, por contraste identificaba la falta de criterio que tenía la mía o el criterio llamativamente parecido que reinaba en la biblioteca de los demás. Quiero decir que lo que me acomplejó durante mi infancia y adolescencia en relación a no tener ninguna asesoría de lecturas y autorxs recomendados (más allá de lo que proporcionaba el azar de un stand de saldo y el deseo de cambiar una herencia humilde de unos padres que nunca habían leído un libro), incentivó en mí preguntas por quiénes hacían y leían libros, quiénes los ordenaban y quiénes en esas historias faltaban… En este sentido, mis referencias son más bien “el cuestionamiento de las referencias que hasta hace poco hemos tenido” en los libros que nos llegaban. De aquello se deriva hoy buscar libros que habiten las zonas de sombra, pero también el intento de no sólo leer a aquellos que piensan como yo, desperdiciando la oportunidad de crecer cuestionando lo que pienso.

»Curiosamente ahora que mi escritura deriva más hacia tonos más literarios es cuando más ensayo leo (filosofía, antropología y estudios culturales, sobre todo). Pero confieso que adoro leer y “escuchar” poesía (especialmente cuando viajo). Son probablemente los mejores y más intensos momentos.
Leo poesía muy diversa, últimamente a muchas mujeres y también a poetas jóvenes. ¿Obras y nombres? La lista es larga y ecléctica por lo que te propongo dejarla para la siguiente conversación que deseo tengamos pronto… Tal vez cuando leas mi libro #Despacio o la cara B de Ojos y capital que muy pronto será publicada. Quizá entonces veas que estos libros de corte literario tienen algo de ensayo y nos encontremos mirando lo mismo desde el otro lado…

»Gracias por tus preguntas y por tu tiempo Tes.

 

Entrevista a Remedios Zafra (Segunda Parte)


Comentarios1

  • Rapsodico

    Interesantísima entrevista. Estoy de acuerdo con todo lo que Remedios nos dice en esta parte de la entrevista. Se nota que hay dos mujeres inteligentes a ambos lados de la entrevista. Un abrazo, Tes.

    • Tes Nehuén

      Remedios es una maravilla, Rapsódico. Léela, porque estoy segura de que te encantará. No hay con qué compararla, te lo aseguro. Abrazote y gracias por tus palabras. 🙂



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