En 1949, el Premio Nacional de Literatura de Chile tuvo como ganador al arquitecto y artista Pedro Prado Calvo, quien nació el 8 de octubre de 1886 en Santiago, la capital chilena.
Durante su juventud fue alumno del Instituto Nacional José Miguel Carrera para formarse en Humanidades y, años más tarde, asistió al anexo de Arquitectura perteneciente a la Escuela de Ingeniería, aunque no concluyó estos estudios universitarios.
Tras el deceso de su progenitor, Prado comenzó a alternar su tiempo entre tres actividades que lo seducían: la agricultura, la arquitectura y la escritura. También demostró talento para la pintura al ilustrar textos y viñetas de la época. En reconocimiento a su sensibilidad para este arte, en 1917 en el Salón de la Exposición Anual de Bellas Artes le concedieron la Tercera Medalla en la categoría de Pintura y, temporadas después, expuso algunas de sus obras en el Salón Oficial de Santiago.
“Flores de cardo”, “La casa abandonada”, “El llamado del mundo”, “Los diez, el claustro, la barca”, “Los pájaros errantes”, “Las copas”, “Ensayo sobre arquitectura y poesía”, “Karez y Roshan”, “Androvar”, “Un juez rural”, “Camino de las horas”, “Esta bella ciudad envenenada”, “No más que una rosa”, “Otoño en las dunas” y “La reina de Rapa Nui” son algunos de los títulos que pertenecen a la producción literaria de este autor que, en 1910, fundó la “Revista Contemporánea”.
Prado, aceptado por la Academia Chilena de la Lengua como miembro de número, fue uno de los impulsores de la Sociedad Nacional de Bellas Artes, dirigió entre 1921 y 1923 el Museo Nacional de Bellas Artes y presidió la Sociedad de Escritores de Chile. Asimismo, en 1927 y 1928 se desempeñó en Colombia como embajador.
La muerte encontró al multifacético Pedro Prado en la ciudad chilena de Viña del Mar, el 31 de enero de 1952.
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