Max Jacob

La vida del dramaturgo y escritor Max Jacob, quien además de brillar en el mundo de las letras supo demostrar su talento como pintor, comenzó en la localidad francesa de Quimper el 11 de julio de 1876.

Max-JacobTras crecer y estudiar en Bretaña, el creador de obras como “El cubilete de dados”, “La defensa de Tartufo” y “Espejo de astrología” se instaló en París, donde consiguió empleo en un almacén y entabló vínculos con varios cubistas.

Con el paso del tiempo, estrecharía fuertes lazos de amistad con el pintor español Pablo Picasso y conocería al artista italiano Amedeo Modigliani, al autor francés Guillaume Apollinaire y a Juan Gris, uno de los referentes en materia de cubismo.

Tanta atracción comenzó a sentir por el arte que terminó por abandonar su trabajo en el almacén para dedicarse por completo a la pintura y a la escritura. Por esa época, sus acercamientos a los pintores cubistas y a los intelectuales dadaístas se potenciaron.

En 1915, producto de su fe en Dios y en sus necesidades espirituales, este hombre que pertenecía a una familia judía decidió bautizarse y convertirse al catolicismo. Para la ceremonia de bautismo, según se cuenta, eligió a Picasso como padrino.

“Las meditaciones de un judío converso” y “Filibuth o el reloj de oro” son otros de los títulos que pertenecen a la producción literaria de Max Jacob, a quien las nuevas generaciones de lectores pueden descubrir en diversos idiomas gracias a las múltiples traducciones que se han hecho de sus obras.

El autor, pintor y dramaturgo fue capturado en la localidad francesa de Saint-Benoit durante la Segunda Guerra Mundial y llevado al campo de concentración situado en Drancy, donde falleció en marzo de 1944. Temporadas después, para ser más precisos en 1949, sus restos fueron enterrados en la comuna de Saint-Benoit-sur-Loire.



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