Yanira Soundy

Poemas de Yanira Soundy

Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Yanira Soundy:

Amor eterno

Fallezco en el intento de tocarte, amor de tierra, espacio y piel, porque este viento sólo habla de tormentas y sombras que se rompen en pedazos.

Soy el beso virgen que prendido de tus ojos hace florecer todos sus campos; soy esa mujer, eternidad que yerra sola por la sombra, amor de manos ciegas.

Y tú, doliente rama de hojas transparentes, mil promesas, mares, cerros y collados.

Quiero cubrirme toda con tu cielo para desvestir mi piel inmóvil. Ven...desordena mi corazón, y mitiga el hondo sin fin de mi tristeza.

Amor efímero y eterno que se desploma en el adiós.

Seremos sombra y olvido tomados de la mano, dos almas que lloran en la oquedad del pensamiento. Tan libres, tú en el viento, yo en el secreto del mar; tú en los llanos y las sierras, yo en los hilos del sol y en los acantilados.

Fallezco en el intento de tocarte.

Amor efímero y eterno, el más puro, el más pequeño.

Abril

Ha crecido el abril en mi abandono.

Ha venido a llenarlo todo con su llanto, para humedecer las
lunas del cristal, los tallos verdes, la gracia que toca el
suelo duro.

Se ha llenado de cigarras, que miran con tristeza.

Cigarras que golpean el fruto de mi nombre, y ponen una
mordaza de hielo entre mis labios.

Existo silenciosa, con una carta estrujada y un invierno eterno;
con una piedra que se destroza y un gusano voraz que me
devora.

Ha llegado mi abril, humedeciendo el luto de este cuerpo de
alas tronchadas. Vino despacio por los juncos y las breñas.

Allí donde los espejos de las hojas apagan sus luces y los
crisantemos se arrojan a la noche del alma.

Voy a bajar a su misterio, triste y fría, y encontraré su túnel sin
origen.

Abril de miedo frío...me roba los sueños y deja mis ojos
abiertos, gastados por el llanto.

A ese hombre

Pienso en ese hombre que besa como si el mar fuera a
desbordarse, que siembra su sonrisa en mi piel con la altivez de
la espiga, que dibuja mi soledad sobre la niebla.
Pienso en ese hombre, dócil a mis ojos, fiel, pleno, íntegro.
En su vuelo humedecido sin tiempo y sin espacio.
Como primavera sobre el trigo del otoño.
Pienso en ese hombre que inventa soles, aguas de seda al tacto
y una verdad sencilla para amarme.
Ese hombre cierto, inconstante, mío.
En el callado temblor de sus latidos, en sus ojos de oscuros
desafíos.
Pienso en ese hombre que me espera con dulce arrobamiento.
En su cabello de trigo que me inunda en un pleamar de pétalos y
trinos.
Ese hombre:
Sol salvaje, río de música y silencio, pájaro en el alba.
Pienso en ese hombre y hay aroma en la música y color en el
aroma, claveles recién abiertos y flores niveas en mis sueños. 

Rincón de sueños

Prefiere verse rubia de polen que llenarse de perfume.
Lleva en la mirada la luz de las luciérnagas 
y bajo sus alas blancas, una canción de niña que arrulla a sus muñecas.
Hace sonar sus piedrecillas de colores y lee mis libros con sus vocales sueltas.
Cuando empieza la lluvia, llena su cuarto de sonrisas, 
porque caen cristales del cielo y se alfombra el suelo con charquitos. 
En un rincón de sueños, 
trae el cuento del 'Patito Feo' para que yo le invente paisajes de fresas 
con leche y nubes de azúcar, de redondas toronjas y mangos rosados.
Enlaza al corazón del alba, un ancho racimo de alegrías.
Juega a ser misteriosa como un ave, 
y pasa sobre el secreto del tiempo cantando a los bosques del invierno.
Mira islas blancas de cielos y alondras 
que anidan con invisibles vuelos.
Juega con el chocoyo parlanchín verde y nervioso, 
que vuela como pájaro de mar sobre su pecho.
Llena cajitas de caracoles, hojas y flores, improvisando torres.
Prefiere gotas de rocío a muñecos de felpa.
Es una niña que goza con atrapar ríos de astros 
para hacerlos el surtidor de su risa encantada...
Me busca con sus manos firmes 
para hacer viajes imaginarios a países blancos, 
hasta un rincón de sueños 
donde la vida apenas empieza... 

Como otras tantas veces

A los niños y niñas que fueron violados bajo la noche...




Esta noche ha entrado la luz casi dormida, atrapando estrellas y violines.
Ha venido con su boca helada y rendida, con su alma gris templando mis raíces.
Ha venido a tallar el tiempo, con un manojo de violetas, como un sueño sin aurora, pintado de nuevo con cenizas.
Murmura secretos y deja caer sus lágrimas en mi garganta, triturando la angustia hundida entre mis venas.
El viento cruza el resto del cielo, moviendo los platos vacíos. Una miel rota se derrama en los cartones de los niños que duermen abandonados en las calles.
La noche es una puerta abierta...
Hombres de vidrio desgarran los jacintos y descapullan las rosas inocentes.
Un aire frío se cae, se levanta y se consume...
La luz pasa de largo, como otras tantas veces.

Amor de pampa y mar adentro

Te toco en la memoria y una luz cae mar abierto, eres fuerza irresistible que me atrae y voluntad que precipita cada uno de mis pasos. Impulso que mezcla el gozo y la tristeza, suspiro y amor que corta el viento.

¿Qué importa si no estrecho más el coral de tus labios ni arribo a tus ojos con las sienes serenas?

Si soy el hálito que te absorbe el pensamiento y me tocas en la memoria inalterable del recuerdo.

¿Qué importa si es agreste el mar y tú no llevas rumbo?

Si beso la ribera y el vuelo de las aves, donde tus ojos encienden matorrales de deseo.

Déjame esta voz para hablarte en el silencio, hombre, cielo gris de ritmos y gaviotas, amor de pampa y mar abierto.

Déjame esta voz, luego estallarás en risa fresca, me querrá tu alma, buscarás mis brazos y la triste cigarra hará revuelos en el viento.

¿Qué importa si se cierra nuestro cerco y apago los latidos de mi pecho? Si ahora soy la cóncava gruta para tu cauce serpentino y tú la lluvia torrencial que me humedece desesperada, honda y doliente.

No sé si volverás, no sé si existes o eres sólo un vano sueño.

¡Amor de pampa y mar abierto!

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