Saúl Ibargoyen

Poemas de Saúl Ibargoyen

Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Saúl Ibargoyen:

Respiraciones

La piel de esta bestia posible
acumula deshojadas láminas
y un hálito herrumbrado
se apega a sus raíces.
Esta piel que cruje así
entre ínfimas tormentas de sal
viene quizá
desde las primeras respiraciones
de una larva enroscándose
en sutiles gelatinas.
Un animal de las aguas
gira otra vez sobre el eje
de su cuerpo incompleto:
así prepara la disolución de su cola
el tamaño negro de sus hígados
el advenimiento de patas y pulmones.
Una atmósfera estremecida
le cierra las narices:
son burbujas y espumas sin olor
sólo son una cifra de sustancias
un ronquido un ahogo
que los aires de afuera
tendrán que beber.
Y aquella piel repite
la ausencia del oxígeno
la falta del silbido
del estertor de la queja:
aquella piel como una lengua
mezclándose ya
a un silencio de ceniza
y de canciones vacías.

Hombre esperando

El hombre se acuesta
con sus mudas palabras
trepándole por la boca.
Hay miedo en esas palabras
miedo en esa lengua
miedo en la espalda enterrándose
entre las vaciedades de la sábana
miedo en el cuerpo que no encuentra
ahora la suave sombra carnal
que lo sustente
miedo en los relojes
que se gastan
miedo en el grito que solamente
las orejas del hombre
pueden escuchar.
El hombre espera con sus huesos solamente
y un silencio oscurísimo
fluye sin prisa
por todos los teléfonos.

Ciertas lágrimas

Una muchacha arroja sus lágrimas
a través de los nervios negros
del teléfono.
¿Dónde ha nacido
el origen de esas aguas
desesperadas que manchan
la acidez de la sal?
Una muchacha simplemente
expulsa respiraciones floraciones
dulces mocos
y oxígenos oxidados.
Hay palabras sin alcohol
en la oreja derecha
de su nuevo corazón:
esas palabras
son casi las mismas
que usa cualquier distancia de aire
para sentarse junto al dolor
ahora cerrado de sus ojos.
Esos sonidos tienen
una silenciación que el vacío mastica
un idioma que sólo dos lenguas comprenden.
Esos sonidos soplan
sobre piel y pelos
y requemados párpados.
Una muchacha recoge sus lágrimas
como simples objetos de sales y agua
y las ordena en un rincón
de su recámara:
allí donde cruje el mundo
allí donde los ángeles
se peinan las plumas
después de orinar.

Morir en Medellín

(al uruguayo Carlos Gardel, 65 años después)


Todavía en Medellín / el cielo reconstruye / sus hojas
de espuma / sus fibras de agua verde. / Al cielo agregan/ los ladrillos bermejos / las torres coloradas / las tejas de
sustancia enrojecida/ el óxido de la sangre cotidiana / el
púrpura enredándose / en las lluvias que se mezclan / con
un aire de violento metal. / En ese cielo menos alto / que
la noche / polvo de aviones triturados abrazándose / cenizas
de ropas y uñas guitarreras / harina de sombreros y lenguas
cantadoras/ pies enmuñonados de negro / todavía no reposan. / Y escamas de un pasaporte / con apellido y
nombre destintados / con fechas revueltas / por el absurdo
fuego / no dejan de flotar./ Un apellido solo casi / de
extranjera madre duplicada / y un nombre extraído de
hombre semental/ que negara bautismos y registros / que
ofendiera enaguas y entrepiernas / se escuchan en cada
gota sonora / del cielo en Medellín. / Una avenida con ese
usado nombre / y con ese inventado apellido ayuntándose /
y una repetida figura como estatua / con la raíz de sus
zapatos enredada / en un sedimento de flores populares/
de esquelas suplicantes / de músicas mágicas/
simplemente permanecen sobre el asfalto / -tan encendido
tan mujerizado / tan varonizado tan entreterrestre-/ del
otro este otro / cielo en Medellín.

Perro con palabras

Estas palabras así tan otras
empiezan con un perro.
Nuevas y ya contaminadas
palabras que traen entre hilos
y fibras de silencio
el pedazo envejecido
de este solo perro.
Porque todo animal toda
pulsación de mugre o de energía
todo pétalo todo océano
toda mínima mancha de materia
en su momento de arder o morir
o estallar súbitamente también envejece.
Y la edad de cada muerte es medida
por las velocidades de la sombra
al traspasar sustancias huecas
y carnes sin dolor.
Un perro pues con su mitad
de cráneo despellejado:
hormigas ansiosas
agudísimas larvas
gruesos escarabajos
lenguas de más perros
trabajaron ahí.
Hay un orden de sucios viajes
y caminos
en este mapa de huesos adelgazados
con sus líneas que separan
las regiones donde estuvieron
las maneras de ladrar
la dirección del gruñido
los mandatos del hambre
las figuras soñadas de perros oscuros
el temblor de los flancos calcinándose.
Cada colmillo tiene todavía
negrores de grasa triturada
y el hueco del ojo absorbe
astillas de polvo incesante.
Los hijos de esta bestia familiar
tal vez huelan su ácida ausencia
en las arenas de las playas del Sur.
Allí otras voces empiezan a decirse
todos los trozos de un perro
que estas palabras
no pudieron nombrar.

Tercer mundo

(para Pilar Cabrera)




Aquel hombre sostenido
por su rostro de ciego completo
sufridamente iluminándose
en la carnal oscuridad:
¿le adjudicamos estos versos
un cuenco de arroz
unas monedas pálidas?
Aquella sirvienta
o costurera de a sesenta centavos
o hembra leprosa pariendo
o negra nada más
o puta de a una piastra
picándose las várices:
¿le ofrecemos otros versos
agua fresca en las manos
preservativos píldoras proyectos?
Aquel humano viejo
de s?mismo
mendigándose durmiéndose
en su esqueleto de piel
sin cobijas y sin sábanas:
¿le donamos más de nuestros versos
una hamaca receptiva
una almohada de pan?
Aquella niña aquel niño
destetados descomidos
despiojados desbebidos
despalabrados descosidos
vomitadores de ácidos espesos
lloradores de lágrimas lodosas
cagadores de sangroso vacío:
¿les entregamos un verso como as?
unos simples lápices
una vacuna enfebrecida
un balón de colores cansadosos
una muñeca de calzones azules
un documento con la cifra
de sus cuerpos faltantes?
Aquel oscurantándose
aquella deshembrándose
aquel esqueleteándose
aquéllos éstos muy adentro
del semen de aqu?
medulares selváticos impuros
costeros desérticos rurales
enciudadados desniñándose:
¿les damos a todos
estos versos todos?
¿qu?carnes nuestras
les damos
qu?actos qu?palabras
para que venga a nos
el aire
de un cántico otro
de un distinto silencio?