Tardes alcanforadas en vidrieras de enfermo,
tras los adioses últimos de las locomotoras,
y en las palpitaciones cardíacas del pañuelo
hay un desgarramiento de frases espasmódicas.
El ascensor eléctrico y un piano intermitente
complican el sistema de la casa de 'apartmentes',
y en el grito morado de los últimos trenes
intuyo la distancia.
A espaldas de la ausencia se demuda el telégrafo.
Despachos emotivos desangran mi interior.
Sugerencia, L-10 y recortes de periódicos;
¡oh dolorosa mía
tú estás tan lejos de todo,
y estas horas que caen amarillean la vida!
En el fru-fru inalámbrico del vestido automático
que enreda por la casa su pauta seccional,
incido sobre un éxtasis de sol a las vidrieras,
y la ciudad es una ferretería espectral.
Las canciones domésticas
de cocos a la calle.
(¡Ella era un desmayo de pretigios supremos
y dolencias católicas de perfumes envueltos
a través de mis dedos!)
Accidente de lágrimas. Locomotoras últimas
renegridas a fuerza de gritarnos adiós
y ella en 3 latitudes, ácida de blancura,
derramada en silencio sobre mi corazón.
Volver a Manuel Maples Arce
Buen poema, sabiendo en todo donde colocar cada letra.
Siga escribiendo así, encierra muchos sentimientos.
Bellas letras, que describen el paisaje de una emoción regional.
Rafael.
Debes estar registrado para poder comentar. Inicia sesión o Regístrate.