El entierro del poeta

Luis Rogelio Nogueras

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A Víctor Casaus



Dijo de los enterradores cosas francamente
impublicables.
Blasfemaba como un condenado
y a sus pies un par de águilas lloraban pensando
en las derrotas.
En el entierro estaba Lautréamont,
yo lo vi desde mi puesto en la cola:
dejaba el sombrero al borde de la tumba
y cantaba algo triste y oscuro
(lloraba honradamente, ya lo creo, y los
caballos devoraban higos en silencio).
Hubo discursos,
sonrisitas de Rimbaud junto a la cruz,
paraguas abiertos a la lluvia como
a él le hubiera gustado.
Hubo más:
hubo viernes y
canciones funerarias,
palomas que volaban sin sentido, como niños,
versos oscuros,
la hermosa voz de Aragón,
suicidios deportivos de Georgette y nunca más
y hasta siempre.
A la hora más triste del asunto
no quería bajar porque decía que allí estaba
oscuro.
Pero estaba muerto y hubo que bajarlo.
Los sombreros abandonaron las cabezas,
se alzaron copas, adioses, letreros de nunca te
olvidamos.
(Un joven poeta a mi derecha le mesaba las
rodillas a la muerte).
Lo bajaron.
Se aplaudió en forma delirante;
la gente corría como loca asumiendo lo grave
del momento.
Lo bajaban.
Las mujeres lloraban en silencio
porque bajaban las águilas, los sueños, países
enteros a la tierra.
Se intentó una última sentencia:
Nerval se acercó con una tiza y escribió con
letra temblorosa:
Su cadáver estaba lleno de mundo.
Desde el fondo, Vallejo sonreía sin descanso
pensando en el futuro,
mientras una piedra inmensa le tapaba el
corazón y los papeles.

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Comentarios6
  •  
    Rafael Merida Cruz-Lascano Bello poema, Excelente literatura. Gracias por compartírnoslo.

    rafael.-
  •  
    Ligia Lo. Unicornio Linda poesía, decir un adios en versos..
  •  
    Pedro Aros Castro Aunque son inevitables no me gustan los entierros,
    es un momento tenso, es como detenerse en el umbral
    de la vida, poema triste, que también muestran como algunas personajes solo van a mostrase cuando se despide a alguien que tuvo alguna notoriedad, gracias por compartir.
    saludos
  •  
    Annabella Un placer leer tan bello homenaje, escrito por magistral pluma que denota precisas, hermosas metáforas, con un ritmo elegante y soberbio.

    Muchas gracias,
    Annabella
  •  
    rocsa Si tan solo al llegar nuestra hora, una persona se convirtiera en ave y se posara en nuestra lápida, si se quitara el sombrero y derramara una solitaria lágrima, abra valido la pena luchar por vivir cada día
  •  
    fadvis poema muy hermoso y de una visión del poeta maravillosa, lo leo y leo
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