El hombre de los ojos
atormentados,
que ha mirado mil auroras del mar
desde las grandes proas,
tiene el secreto
de las neblinas, las compactas y húmedas neblinas;
tiene el secreto de las claridades,
de las muy anchas, de las ilimitadas claridades
que estallan como granizadas
sobre los barcos clavados y desclavados
en los planos soleados de los días.
¡Los barcos que alzan sus ojos en la noche
cual surcos conmovidos, ardientes y sedientos
de las semillas
de los cielos lejanos!
El hombre de los ojos
atormentados,
sabe todos estos secretos;
y al estrechar mi mano con la cordialidad
de las almas supremas,
me ha entregado el don de los horizontes;
me ha iniciado en las expansiones;
me ha libertado de los cuatro puntos cardinales,
y del bien y del mal;
de mi ciencia de biblioteca,
de mis pequeños sueños de orangután civilizado.
¡Él, el hombre salvaje,
me derramó su olor marino
sobre mi olfato torpe que vive en las alcobas!
¡Él, el hombre salvaje me ha traído la música
de las islas bienaventuradas,
en su silencio abismal
y en sus palabras pintorescas,
alegres, puras,
de una elevada, de una cósmica simpatía!
Él, el hombre salvaje,
que ha reído con las olas del mar;
que ha llorado con las olas del mar;
que ha sufrido el asombro y el espanto
frente a las tempestades
que hacen y deshacen los mundos
y destrozan ciudades y amplían las hogueras
con sus gritos tan rojos;
él, el hombre salvaje
me ha dejado oír los órganos profundos
de su alma golpeada por las visiones de la inmensidad;
y éste mi corazón se ha agitado en el sueño
del universo;
porque el alma y el corazón del hombre salvaje
traen el múltiple canto del mar y de los astros
y los abismos altos y los abismos bajos;
las expansiones y las desolaciones
prendidas a la rueda del universo.
Él, el hombre de los ojos
atormentados,
que ha mirado mil auroras del mar,
me ha desclavado de las calles grises
de mis hábitos viles de hombre civilizado
que nada tienen que hacer en mi destino
en mis pies, en mis manos
ni en mis ojos hambrientos
de una proa, de un astro y de una aurora.
¡Ahora yo también soy un hombre salvaje!
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Jacobo Fijman
Comentarios19
( [email protected] )
y queremos cambiar.
el poema es en realidad una clara muestra de lo que puede producir en un lector la voz poetica del artista, es como si el poeta nos mostrara el momento justo en el que halló entre la maraña de palabras un poema que lo invitó a abrir los ojos, a comprender que en medio de la vaguedad existe la posibilidad de lo altereo, lo aleatorio; la fantasia que se desborda de las realidades inmediatas y que posibilita mezclar la realidad y lo onirico a traves de imagenes cargadas de simbología y encanto cotidiano, con lo que el autor nos da un matiz de poesia mitico-urbana que se acreca a las verdades del lector y le invita a fantasear entre humos.
el verso final es más que una confesion; es una invitacion a que busquemos el poema que nos haga hombres salvajes y con ojos atentos, como un nómada que se descubre en cada paso...
[email protected]
Dejo mi direcc... para aquellos que quieran charlar de [email protected]
'me ha libertado de los cuatro puntos cardinales,
y del bien y del mal;
de mi ciencia de biblioteca,
de mis pequeños sueños de orangután civilizado'.
De verdad nos hace reflexionar, Luis Fernando.
No hombre jajaja, es como un despertar y ver la ciudad n.n
me ha gustado mucho
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