Francisco Morales Santos

Poemas de Francisco Morales Santos

Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Francisco Morales Santos:

Plural

Para escribir este poema,
pasé años buscándome las manos.
Debí quitarme telarañas de los ojos;
poner mi corazón al ritmo de las circunstancias
más que al de las novias efímeras
y, sobre todo, no olvidar que el poema
es la síntesis de toda una vida.

Para escribirlo, no escogí palabras
ni nube en que sentarme.
No era cosa de hablar a solas
y descubrir la rima en el eco de mi cuarto.

No es nada íntimo
ni cosa privada, mucho menos.
Cada quien que aparezca con su dolor o su ternura
lo encontrará abierto,
como el mar a las navegaciones.

Oración del Todopoderoso

Todos somos hijos de Dios (de la puerta del templo para adentro.
Mientras oramos para que las cosas prosigan como están.)
creemos en su santo nombre (pues nos protege siempre, junto con la herradura
y el manojo de ajos, bendiciones todas para nuestros negocios);
lo alabamos (preferentemente al caer la tarde que es
cuando hacemos el recuento de todas las ganancias);
le damos gracias (porque podemos disponer a nuestro antojo lo concerniente
a la oferta y la demanda, y la alteración de pesos y medidas);
así mismo, le pedimos librarnos del mal (mal, a nuestro entender,
es el término justicia, si va de boca en boca de los que tienen hambre,
los pobres que pusiste, ¡oh Señor!, sobre la tierra, porque sí,
porque alguien tenía que encargarse de los trabajos rudos
para prosperidad de nuestra mesa,
ahora y siempre).

Nacimiento del sol

A           Roque Dalton, cuya muerte fue doblemente injusta.

           "Tengo Sol.'
           Alma América





Nace enhiesto y donde le da la gana.
Si despierto a mi esposa se aparece
sembrado en sus pupilas como si fuera un aster.
Lo sabían los quechuas
y los que se mataban buscando oro en el lejano oeste,
lo han sabido los niños y también los locos.

Por eso está en Teotihuacan su vieja cuna:
alta, con piedras recocidas,
encalada de lunas y poemas tristes.
No nace una sino un montón de veces
y es como los comales en la inmensidad de la cocina,
brujo antiguo que gusta enamorarse
de todas las ventanas,
pasar lagos sin espantar el agua,
envejecer el plumaje de los pájaros,
cambiar la vestimenta de los árboles.

Es como un antojo en la profundidad de los espejos,
un don Juan obsesionado de cristales,
de prendas femeniles que alumbran la soledad
o el miedo.

Es un viejo con hambre,
un dibujante de ilusiones ópticas
cansado de amedrentar la noche
que se filtra con júbilo en los vientres
porque no tuvo edad para ser niño.

Por las noches

' Deja para la poesía las palabras'. Vinicius de Moraes




Te reclamo desnuda como una espada
dispuesta a la batalla.
Tu piel entre las sábanas
posee los hechizos del mito y el tamaño
de las islas deseadas
en años de inocencia.


Tus bellas formas cantan
himnos contra la sombra y el olvido;
tus formas, para quienes
la luna resplandece,
cada noche se entregan
como la vez primera:
temblorosas, sí, pero voluntarias.

Sueño imperfecto

Si en vez de ojos
me hubieran puesto piedras
de ríos cristalinos
o fragmentos volcánicos
o semillas
de ojo de venado.

Con los húmedos
ojos de un molusco
me habría conformado
para no tener nada
con las lágrimas;
quizá no contaría codazos
ni empellones
ni andaría buscándole bolsones
de luz a las ciudades.

El ánimo que falta
para que siempre giren
en torno a lo que vuela
o se desliza
o camina;
lo que cuesta aguantar a las personas
que viven con neurosis,
callándose la gana
de decirles
que son como cebollas.
Lo que cuesta mirar,
y sin embargo no me perdonaría
ignorar tus ademanes.

Madre, nosotros también somos historia (II)

No me puedo quejar de tu cariño del cual soy bien servido,
ni andarme por las ramas cuando hay que echar el hombro,
ni presentar excusas a quienes recolectan sentimientos dulces,
ni ser inexpresivo como los bustos de los parques
mientras sea tu nombre el engranaje central de mi existencia
y tu mano esté en las mías como una banderita,
mientras pases por la ventana de mi alma
invitándome a reandar tu vida más allá del tiempo
en que di con tu figura
y mi corazón realmente empezó a condescender.
No puedo, en definitiva, vivir sólo de broncas,
a menos que el motivo por el que te quedaste sin pan ni escuela
exija, como decía Ernesto, mi odio intransigente.

Y para que no quede nostalgia que alimentar mañana,
para que no quede canción insatisfecha,
para que no aparezcas frágil, borrosa, o no aparezcas,
lo cual sería injusto,
que se alcen los recuerdos, que devengan en sol
y viva tu gesto de heroína en el frente de la vida.

La suerte del poema no deja de inquietarme.
Nació en el peor momento
pero, ¿es que hemos tenido una época apropiada
para decirte: madre, ven siéntate y disfruta
pues en tu honor he puesto a rodar la poesía?
Nació cuando el reemplazo de lluvias orquestales
por lluvias radiactivas,
nació donde la muerte deja ayes esparcidos
que vamos espigando,
nació en el peor momento
desprendiéndose de esa misma circunstancia popular
desestimada, relegada a segundo plano;
nació extramuros de la lírica pura
y, sin embargo...