Francisco Álvarez

Francisco Álvarez es un poeta español nacido en Corrales de Buelna (Cantabria) en el año 1935. Es licenciado en Filosofía y Letras y un apasionado de la poesía. Actualmente vive en California junto a su esposa y dos hijos.
Comenzó a escribir poesía desde muy joven; luego la dejó durante muchos años para abocarse a sus estudios. En 1997 retomó la escritura y enfocó sus conocimientos en mejorar, pero sin abandonar sus raíces (se mantuvo en el estilo clásico que lo caracterizaba en sus años de juventud). Entre sus obras más destacadas se encuentran "Poemas y Sonetos", "Breverías y Haiku" y "Luminarias".
Francisco es también un aficionado a la Historia y la Arqueología; de hecho ha realizado numerosos viajes para encontrarse con las riquezas escondidas en los rincones más insólitos del mundo. Asegura que la historia precede a la poesía, y ha escrito varios libros de España sobre esta materia.
En lo que respecta a las lecturas favoritas de Francisco, principalmente le gusta la literatura clásica, sobre todo las griega, latina, rusa y francesa, y autores de la España Medieval y del Siglo de Oro. Finalmente, les dejamos algunas poesías para que puedan acercarse a su estilo poético. Entre las mismas se encuentran "Besos dormidos", "Los cuatro elementos" y "Pérdida".

Poemas de Francisco Álvarez

Seleccionamos del listado de arriba, estos poemas de Francisco Álvarez:

PERDIDA


Recórreme la ruta del recuerdo,
tan desierta sin ti que nadie ha impreso
huellas sobre tus huellas, y me pierdo
en la niebla que impide tu regreso.

El ángel del olvido
contra mi mente alzó espada de hielo,
y amanecí en las sombras, abatido,
mi pasado filtrándose en el suelo.

¿En qué color tus ojos se perdían?
¿Tu cabello era liso, u ondulado?
¿Eran lentos tus pies, o parecían
danzar a un ritmo alegre, acelerado?

No sé, porque me miro y no te veo,
se me ha desvanecido tu figura,
y lo único de ti que ahora poseo
es un presagio: Nada más perdura.

Quisiera recobrarte
en todo el esplendor que hubo en ti un día;
resucitar la idea y cincelarte
con el mismo perfil que antes tenía.

Mas no lo podré hacer si no regresas
por el sendero azul de la memoria,
demostrando que cantas, lloras, besas,
y borrando tu línea divisoria.

LLEVAME CONTIGO


¿No me ves sumergida en el silencio,
y amordazada en soledad y olvido?
Al pasar por la sombra de mi vida,
dame la mano y llévame contigo.

Te esperé tantos años sin saberlo,
perdida dentro de mi laberinto…
ahora que me has abierto la salida,
dame la mano y llévame contigo.

No quiero abrir el libro del pasado,
porque detesto cuanto en él he escrito;
uno en blanco abriré para tu pluma;
dame la mano y llévame contigo.

Llena mis hojas de apretada letra,
yo no quiero escribir, hazlo tú mismo,
enrojeciéndome de sangre y fuego;
dame la mano y llévame contigo.

Dondequiera que vayas, te acompaño,
porque haré tu camino mi camino;
déjame despertar en tus mañanas;
dame la mano y llévame contigo.

No he de mirar atrás, sólo adelante;
perdí el pasado, y el futuro es mío;
no te quiero perder; dame la mano,
dame la mano y llévame contigo.

LOS CUATRO ELEMENTOS


Si tú fueras agua, yo quisiera ser
la copa de plata que te abrazaría;
o en tus humedades me sumergiría,
íntima, adaptable, profunda mujer.

Si tú fueras tierra, yo sería el pie
descalzo y ligero que no te oprimiera;
y en tu surco haría ardiente sementera
que me diera un día lo que en ti sembré.

Si tú fueras aire, yo seré la rama
bajo tu caricia temblando en mis hojas,
y si en recio soplo de ellas me despojas,
verás que mi abrazo desnudo te llama.

Y si fueras fuego, yo he de ser el leño
que tus lenguas lamen, que tu ardor calcina,
y si mi ceniza el viento arremolina
en él dormiré el definitivo sueño.

TU GEOGRAFIA


Permíteme explorar tu geografía
y aprender los secretos de tu historia.
Yo te abriré el caudal de mi memoria,
me guardarás en ti, y tú serás mía.

Contemplaré de cerca tu paisaje,
observándolo dulce y lentamente,
y con el gesto alegre y sonriente
aprestaré mi cuerpo para el viaje.

Desataré en mis manos diez corceles
para escalar las cumbres de tus senos.
Cabalgarán sin bridas y sin frenos,
y volverán cargados de laureles.

Se adentrarán en la espesura densa
de tus cabellos ondeando al viento,
y con un galopar raudo y violento
descenderán a la llanura inmensa.

Sus cascos herirán la superficie
de tu vientre desnudo, terso y suave,
y en un trote solemne, firme y grave,
llegarán al confín de la planicie.

Pasarán por tus muslos temblorosos
flotando de sus crines las banderas,
y lanzarán al aire en sus carreras
relinchos estridentes y furiosos.

Yo soltaré las águilas reales
de mis labios en torno a tus montañas,
y rondarán las verdes espadañas
en manso vuelo y suaves espirales.

Y buscarán el nido de tu boca
y las laderas de tu esbelto cuello,
y en su revuelo fulgurante y bello
sentirás su aleteo que te toca.

Sus plumas rozarán tu piel caliente,
despertando en tu cuerpo la agonía
de un más, y un más aún, y un todavía,
y un ansia de alargar este presente.

Libertaré al león que ruge dentro,
y con rítmicos saltos elegantes,
y el poder de un rebaño de elefantes,
se lanzará hacia el misterioso centro.

Irá con furia atávica y salvaje,
buscará la recóndita caverna,
penetrará con fuerza de galerna,
a través de la fronda y el ramaje.

Y tras la caza audaz y agotadora
reposará su cuerpo fatigado,
tendido al interior, aletargado,
pero alerta su mente cazadora.

Permíteme explorar tu geografía
y aprender los secretos de tu historia.
Yo te abriré el caudal de mi memoria,
me guardarás en ti, y tú serás mía.

SILENCIO Y LEJANIA


Vino, me amó y partió; dejó a su paso
plenitudes, placeres y vacíos;
se perdió como el sol en el ocaso,
como se pierden en el mar los ríos.

Ha de tener el sol otra alborada,
y aunque el río se va, también se queda;
pero de aquella fiera llamarada,
ni el recuerdo quizá en su mente rueda.

Mantúvose en silencio y lejanía
como quien duerme en brazos de la muerte;
y yo permanecí esperando el día
en que de nuevo su alma se despierte.

Y si al abrir sus ojos al pasado
se detienen en mí por un momento,
tal vez vuelva su amor arrebatado
a producir un nuevo ofrecimiento.

Y aquí estaré, en deseos y temblores,
sin recriminaciones, ni exigencia,
para dar nueva vida a aquellas flores
que a punto estuvo de agostar la ausencia.

TUS MANOS


Ah, las manos, tus manos, cómo extraño
la suavidad, la firme contextura,
su roce de caderas y cintura,
y los sondeos íntimos del baño.

Intento duplicar cada peldaño
trepando palmo a palmo mi estatura,
y al ver que no eres tú quien lo procura
me siento causa de mi propio engaño.

Vuelvan tus manos, ráfagas febriles,
a alborotar mis senos juveniles,
a suscitar sobre mi piel temblores.

Toca, acaricia, explora, roza, exprime,
que el cuerpo clama cuando el alma gime,
y mis gemidos son desgarradores.