Súbita mano de algún fantasma oculto 
entre los pliegues de la noche y de mi sueño 
me sacude y yo despierto, y en el abandono 
de la noche no diviso gesto ni bulto.
Pero un terror antiguo, que insepulto 
traigo en el corazón, como de un trono 
baja y se afirma mi señor y dueño 
sin orden, sin meneo y sin insulto.
Y yo siento mi vida de repente 
presa por una cuerda de Inconsciente 
a cualquier mano nocturna que me guía.
Siento que soy nadie salvo una sombra 
de un bulto que no veo y que me asombra, 
y en nada existo como la tiniebla fría.
Traducción: Miguel Ángel Sepúlveda Espinoza
      
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