Apoteosis a la paz (Septiembre 1993)

Elisa Huezo Paredes

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Cuando el abismo era más hondo
y llamas, fragor y muerte se fundían
en el cruzado fuego
y cada noche y cada amanecer aquellas salvas
trepidantes,
sembrando de cadáveres los ámbitos,
temblaban los mayores y los niños
que en la sombra de angustia pernoctaban
vivos aún, mas con la muerte aliados...

Lejos. En lontananza algo se cernía
en el innominado espacio.
Una voz luminosa revelaba
a las mentes confusas
aquel tremor distante, que apenas insinuado
pronto se disolvía en el arcano
al resonar de nuevo el estallido
como oculto tambor, traidor y fiero.

¿Había sido un espejismo, acaso,
la lumbre y el lejano rumor ya presentidos?
!Era verdad el miedo en las entrañas!
!Evidente el mortífero tecleo

resonando por todo el horizonte
con la lluvia de plomo!

Otros seres sin máscaras ni balas
escrutaban también amplios contornos
y dolidos, clamaban a su paso
por las lóbregas sendas despobladas,
viendo la ruina que asolaba el suelo
amado de la Patria,
holocausto inocente,
ofrenda mancillada
de rotos cuerpos y perdidos rostros...

Pero otros ojos oteaban
con la intuición que sufre la esperanza,
acicateada el ansia por buscarla...
conquistarle y traerla como diáfana guía
para inundar con su lumbre poderosa
el umbroso destino que vivía
la tierra atormentada,
la existencia truncada de sus hijos
en plena flor de vida.
¿Mas...Si Ella se negaba...
si volviera la espalda y perdía la ruta de este suelo...?
¿Si esquiva se alejaba hacia su Gloria
y entre la inmensidad, no aparecía...?
!No! No podría ser ! Ella vendría
ilesa y pura como nueva aurora!

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