LA HIJA PRÓDIGA

Dulce María Loynaz

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¿Qué me queda por dar, dada mi vida?
Si semilla, aventada a otro surco,
si linfa, derramada en todo suelo,
si llama, en todo tenebrario ardida.

¿Qué me queda por dar, dada mi muerte
también? En cada sueño, en cada día;
mi muerte vertical, mi sorda muerte
que nadie me la sabe todavía.

¡Que me queda por dar, si por dar doy
-y porque es cosa mía, y desde ahora
si Dios no me sujeta o no me corta
las manos torpes - mi resurrección...!

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Comentarios2
  •  
    Amelia Suârez Oquendo ¡Bello poema!
  •  
    Maricel peña Eternamente dulce Dulce María.
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