Muro de Vogelfrei



  • Violeta

    Para mi es un gran placer , verme reflejada allí en tu nidito de amistades, gracias por tu amistad, saluditos

      • Vogelfrei

        gracias a ti querida amiga el placer también es mío, y mas al poder leerte, abrazos y cuídate mucho

      • Alfredo Saez

        Conmovedora y atrapante esa serie cuasi alucinògena, estimado Vogel!.

          • Vogelfrei

            querido amigo Alfredo, es un honor que pases por aquí, gracias por tus palabras

          • Vogelfrei

            Aullido Allen Ginsberg. He visto las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura, histéricos famélicos muertos de hambre arrastrándose por las calles, negros al amanecer buscando una dosis furiosa, cabezas de ángel abrasadas por la antigua conexión celestial al dínamo estrellado de la maquinaria de la noche, quienes pobres y andrajosos y con ojos cavernosos y altos se levantaron fumando en la oscuridad sobrenatural de los departamentos con agua fría flotando a través de las alturas de las ciudades contemplando el jazz. Quienes expusieron sus cerebros al Cielo, bajo Él y vieron ángeles mahometanos tambaleándose en los techos de apartamentos iluminados. Quienes pasaron por las universidades con ojos radiantes y frescos alucinando con Arkansas y la tragedia luminosa de Blake entre los estudiantes de la guerra. Quienes fueron expulsados de las academias por locos por publicar odas obscenas en las ventanas del cráneo. Quienes se encogieron sin afeitar y en ropa interior, quemando su dinero en papeleras y escuchando el Terror a través de las paredes. Quienes se jodieron sus pelos púbicos al volver de Laredo con un cinturón de marihuana para New York. Quienes comieron fuego en hoteles coloreados o bebieron trementina en Paradise Alley, muerte, o purgaron sus torsos noche tras noche con sueños, con drogas, con pesadillas despiertas, alcohol y verga y bolas infinitas, ceguera incomparable; calles de nubes vibrantes y relámpagos en la mente saltando hacia los polos de Canadá y Paterson, iluminando todas las palabras inmóviles del Tiempo, sólidos peyotes de los vestíbulos, amaneceres en el cementerio del árbol verde, ebriedad del vino en los tejados, puestos municipales el neon estridente luces del tráfico parpadeantes, vibraciones del sol, la luna y los árboles en los bulliciosos crepúsculos de invierno de Brooklyn, estrepitosos tarros de basura y una regia clase de iluminación de la mente. Quienes se encadenaron a sí mismos a los subterráneos para el viaje infinito desde Battery al santo Bronx en benzedrina hasta que el ruido de las ruedas y niños empujándolos hacia salidas exploradas estremecidas y desiertos golpeados de cerebros absolutamente secos de esplendor en la melancólica luz del Zoo. Quienes se hundieron toda la noche en la luz submarina de Bickfords emergidos y sentados junto a la añeja cerveza después del mediodía en el desolado Fugazzs, escuchando el crujido del destino en la caja de música de hidrógeno. Quienes hablaron setenta horas seguidas desde el parque a la barra a Bellevue al museo al Puente de Brooklyn, batallón perdido de conversadores platónicos bajando de espaldas las escaleras de escape de los alfeizares del Empire State lejos de la luna, gritando incoherencias, vomitando susurrando hechos y recuerdos y anécdotas y patadas en la bola del ojo y traumas de hospitales y cárceles y guerras, intelectos enteros disgregados en amnesia por siete días y noches con ojos brillantes, carne para la Sinagoga arrojada al pavimento. Quienes se desvanecieron en ninguna parte de Zen New Jersey dejando un reguero de ambiguas postales ilustradas de Atlantic City Hall, sufriendo sudores orientales y artritis Tangerianas y jaquecas de China bajo la basura en las salas sin muebles de Newark. Quienes dieron vueltas y vueltas en la medianoche por el patio de trenes preguntándose adónde ir, y fueron, sin dejar corazones rotos. Quienes prendieron cigarrillos en vagones traqueteando por la nieve hacia granjas solitarias en la noche del abuelo.Quienes estudiaron a Plotino, Poe, San Juan de La Cruz, telepatía y cábala debido a que el cosmos instintivamente vibraba en sus pies en Kansas. Quienes solos por las calles de Idaho buscaban ángeles indios visionarios que fueran ángeles indios visionarios. Quienes pensaban que sólo estaban locos cuando Baltimore destellaba en éxtasis sobrenatural. Quienes saltaron a limusinas con el Chinaman de Oklahoma impulsados por la lluvia de los pequeños pueblos a la luz callejera de la medianoche del invierno. Quienes haraganeaban hambrientos y solos por Houston buscando jazz o sexo o sopa, y siguieron al brillante español para conversar sobre América y la eternidad, una tarea sin esperanza, y tomaron un barco para África Quienes desaparecieron en los volcanes de México dejando tras suyo nada excepto la sombra del estiércol y la lava y la ceniza de la poesía quemada en Chicago. Quienes reaparecieron en la Costa Oeste investigando el F.B.I. en barbas y pantalones cortos con grandes ojos pacifistas atractivos en su oscura piel entregando incomprensibles folletos. Quienes se quemaron sus brazos con cigarros encendidos protestando contra la bruma narcótica del tabaco del Capitalismo. Quienes distribuyeron panfletos supercomunistas en Union Square sollozando y desvistiéndose mientras las sirenas de Los Alamos los deprimían, y se deprimía Wall, y el ferry de Staten Islan también se deprimía. Quienes rompieron a llorar en blancos gimnasios desnudos y temblorosos frente a la maquinaria de otros esqueletos. Quienes mordieron detectives en el cuello y chillaron con placer en autos policiales por no cometer un crimen salvo su propia pederastia salvaje y su intoxicación. Quienes aullaron de rodillas en el metro y fueron arrastrados por el techo ondeando sus genitales y manuscritos. Quienes permitieron ser penetrados por el ano por virtuosos motociclistas, y gritaron con alegría. Quienes chuparon y fueron chupados por aquellos serafines humanos, los marineros, caricias del amor Atlántico y Caribeño. Quienes eyacularon en la mañana en la tarde en jardines de rosas y en el pasto de parques públicos y cementerios esparciendo su semen libremente a quienquiera que llegara. Quienes hiparon sin cesar tratando de reír pero se torcían de llanto detrás de un cubículo de un Baño Turco cuando el ángel rubio y desnudo venía a atravesarlos con una espada. Quienes perdieron a sus amantes por las tres viejas musarañas del destino, la musaraña tuerta del dólar heterosexual, la musaraña tuerta que hace guiños fuera del útero y la musaraña tuerta que no hace nada sino sentarse en su trasero y corta las hebras doradas intelectuales del vislumbre del artesano. Quienes copularon extáticos e insaciables con una botella de cerveza, un novio, un paquete de cigarrillos, una vela y se cayeron de la cama, y continuaron en el suelo y por los pasillos y terminaron desmayándose en la pared con una visión del último coño y llegaron a eludir el último atisbo de conciencia. Quienes endulzaron las conchitas de un millón de chicas temblorosas en el ocaso, y tenían los ojos rojos en la mañana pero preparados para endulzar las conchitas del sol naciente, destellantes traseros bajo los establos y desnudos en el lago. Quienes iban a putas en Colorado por miríadas en autos robados, N.C., héroe secreto de estos poemas, semental y Adonis del alegre Denver a la memoria de sus innumerables encamadas con chicas en lotes vacíos, patios de bares, hileras de desvencijadas casas rodantes en la cima de montañas, en cavernas o con demacradas meseras en familiares subidas de enaguas al lado del camino y especialmente la secreta estación de gasolina solipsismos de Juan, y callejones pueblerinos también. Quienes se desvanecieron en vastas películas sórdidas, se transformaron en sueños, despertaron en un repentino Manhattan, y se encontraron a sí mismos fuera de los sótanos colgados sobre descorazonados Tokay y los horrores de los sueños de hierro de la Tercera Avenida y tropezaron con las oficinas de desempleo. Quienes caminaron toda la noche con sus zapatos llenos de sangre en los muelles esperando una puerta en East River para entrar a un cuarto lleno de vapor caliente y opio. Quienes crearon grandes dramas suicidas en el apartamento de los acantilados del Hudson bajo el rayo azul de la luna de tiempo de guerra y sus cabezas eran coronadas con el laurel del olvido. Quienes comieron la cazuela de cordero de la imaginación o digirieron cangrejos en el fondo lodoso de los ríos de Bowery. Quienes lloraron por el romance de las calles con sus carritos llenos de cebollas y mala música. Quienes se sentaron en cajas respirando en la oscuridad bajo el puente, y se levantaron para construir arpas en sus desvanes. Quienes tosían en el sexto piso del populoso Harlem con llamas bajo el cielo tuberculoso rodeados por las jaulas naranjas de la teología. Quienes garrapatearon toda la noche golpeando y rodando sobre elevadas incantaciones que en las amarillas mañanas eran estrofas de jerigonza. Quienes cocinaron animales podridos pulmones, corazón, pata, cola borsht y tortilla soñando con el puro reino vegetal. Quienes se zambulleron en camiones de carne buscando un huevo. Quienes tiraron sus relojes del tejado para dar su voto a la eternidad fuera del Tiempo y despertadores cayeron sobre sus cabezas todos los días por la siguiente década. Quienes se cortaron las muñecas tres veces seguidas sin éxito, se rindieron y fueron forzados a abrir anticuarios donde pensaban que se ponían viejos y gritaban. Quienes fueron quemados vivos en sus inocentes trajes de franela en Madison Avenue entre ráfagas de versos plomizos y el parloteo borracho de los regimientos de acero de la moda y los chillidos de nitroglicerina de las agencias de publicidad y el gas mostaza de los editores siniestramente inteligentes, o cayeron por los taxis ebrios de la Absoluta Realidad. Quienes saltaron del Puente de Brooklyn esto realmente sucedió y quedaron desconocidos y olvidados en el aturdimiento fantasmal de los callejones de sopa y camiones de incendio de Chinatown, ni siquiera una cerveza gratis. Quienes cantaron por sus ventanas de desesperación, cayeron de la ventana del metro, saltaron en el sucio Passaic, brincaron en negros, gritaron por toda la calle, bailaron descalzos en trozos de copas de vino rotas grabaciones de fonógrafos de la nostalgia Europea jazz alemán de 1930 terminaron el whisky y se lanzaron gemebundos en baños sangrientos, gemidos en sus oídos y la ráfaga colosal del silbido del vapor. Quienes rodaron por las carreteras del viaje al pasado para cada uno el látigo del Gólgota reloj de la soledad de la cárcel o encarnación del jazz de Birmingham. Quienes condujeron una visión para encontrar la eternidad. Quienes viajaron a Denver. Quienes murieron en Denver. Quienes volvieron a Denver y esperaron en vano. Quienes aguardaron en Denver y empollaron solos en Denver y finalmente se fueron para encontrar el Tiempo, y Denver es solitario para sus heroínas. Quienes cayeron de rodillas en catedrales sin esperanza rezando por la salvación de cada uno y la luz y los pechos, hasta que el alma iluminara su cabello por un segundo. Quienes chocaron con sus mentes en la cárcel esperando criminales imposibles con cabezas doradas y el encanto de la realidad en sus corazones que cantaban dulces blues a Alcatraz. Quienes se retiraron a México para cultivar un hábito, o a Rocky Mount para ofrecer Buddha o Tánger a los muchachos al Southern Pacific a la locomotora negra o a Harvard a Narciso a Woodland para la sepultura o daisychain. Quienes exigieron juicios de cordura acusando a la radio de hipnotismo y fueron dejados con su locura y sus manos y un jurado colgado. Quienes arrojaron papas saladas a los conferencistas de Dadaísmo en CCNY y subsecuentemente se presentaron ellos mismos en las baldosas de granito del manicomio con cabezas rapadas y un discurso arlequinesco de suicidio, demandando una lobotomía instantánea, y quienes a su vez se entregaron a la nulidad concreta de la insulina, Metrazol, electricidad, hidroterapia, psicoterapia, terapia ocupacional, ping pong y amnesia. Quienes en protesta seria dieron vuelta sólo una simbólica mesa de ping pong, descansando brevemente en catatonia, volviendo años después verdaderamente calvos excepto por una peluca de sangre, y lágrimas y dedos, a la visible fatalidad del hombre loco de los pupilos de los pueblos locos del Este, salas fétidas de Pilgrim States Rocklands y Greystone discutiendo con los ecos del alma, pegando y rodando en la soledad-banca-dolmen-reinos del amor de medianoche, sueños de vida en una pesadilla, cuerpos convertidos en roca tan pesados como la luna, con la madre finalmente, y el último libro fantástico arrojado por las ventanas del departamento, y la última puerta cerrada a las 4 A.M. y el último teléfono pegado a la pared sonando y la última pieza amueblada, un papel rosa amarillo torcido en un colgador de alambre en el closet, e incluso eso imaginario, nada sino un poco de esperanzadora alucinación ah, Carl, mientras no estés seguro yo no estoy seguro, y ahora tú estás realmente en la sopa animal total del tiempo y quienes por lo tanto corrieron a través de las calles congeladas obsesionados con un repentino destello de la alquimia del uso de la elipse el catálogo el metro y el plano vibrante. Quienes soñaron y encarnaron brechas en el Tiempo y Espacio a través de imágenes yuxtapuestas, y atraparon al arcángel del alma entre 2 imágenes visuales y unieron los verbos elementales y establecieron el nombre y rasgos de la conciencia al mismo tiempo saltando con sensación de Pater Omnipotens Aeterna Deus para recrear la sintaxis y medida de la pobre prosa humana y ponerse frente a ti estupefacto e inteligente y sacudirse con vergüenza, rechazando incluso revelar el alma para conformarse al ritmo del pensamiento en su desnuda y eterna cabeza, el vagabundo loco y el golpe del ángel del Tiempo, desconocido, incluso poniendo aquí lo que podría dejar de ser dicho en tiempo de volver después de la muerte, y surgieron reencarnados en los trajes fantasmales del jazz en la sombra del corno dorado de la banda y exhalar el sufrimiento de la mente desnuda de América para amar en un eli eli lamma lamma sabacthani saxofón que llora estremeciendo las ciudades bajo la última radio con el corazón absoluto del poema de la vida descarnada de sus propios cuerpos buenos para comer mil años.

            • Vogelfrei

              Allen Ginsberg se está muriendo
              Lawrence Ferlinghetti


              Allen Ginsberg se está muriendo
              dicen los periódicos
              los noticieros
              Un gran poeta está muriendo
              Pero su voz
              no morirá Su voz está en la tierra
              En Lower Manhattan
              en su propia cama
              está muriendo
              No podemos
              hacer nada
              Está muriendo la muerte que todos mueren
              Está muriendo la muerte que mueren los poetas
              tiene un teléfono en la mano
              y desde su cama en Lower Manhattan
              llama a todos
              Tarde en la noche
              en todos los lugares del mundo
              el teléfono suena
              “Habla Allen”
              dice la voz
              “Habla Allen Ginsberg” Cuántas veces han escuchado esa voz
              en todos estos grandes años
              No tendría que decir “Ginsberg” En todo el mundo
              en el mundo de los poetas
              solamente hay un Allen
              “Quería decirte” dice
              Les dice lo que sucede
              lo que se le viene
              encima
              La muerte la amante oscura
              se le viene encima
              Su voz viaja vía satélite
              sobre la tierra
              sobre el mar de Japón
              donde un día él se alzó desnudo
              tridente en mano
              un hombre joven de barba negra
              como un joven Neptuno
              de pie en una playa de piedras
              Hay marea alta y las aves marinas lloran
              Las olas rompen contra él
              y las aves marinas lloran
              en la costa de San Francisco
              Sopla un viento fuerte
              hay olas enormes
              azotando el Embarcadero
              Allen está en el teléfono
              su voz está en las olas
              Yo leo un libro de poesía griega
              en donde está el mar
              y los caballos lloran
              donde los caballos de Aquiles
              lloran
              aquí junto al mar
              en San Francisco
              donde las olas lloran
              Hacen un sonido sibilante
              profético
              Allen
              susurran
              Allen

              • Vogelfrei

                La vida sin fin
                Lawrence Ferlinghetti


                No tiene fin
                la espléndida vida del mundo
                no tiene fin su hermoso vivir
                su hermoso respirar
                sus hermosas criaturas sensibles
                observando escuchando y pensando
                riendo y bailando
                suspirando y llorando
                a través de las tardes sin fin
                noches sin fin de amor y éxtasis
                alegría y desesperanza
                bebiendo y fumando
                charlando cantando
                en los Amsterdams sin fin
                de la existencia
                de animadas conversaciones sin fin
                y de los cafés sin fin
                en los cafés literarios de las mañanas de lluvia
                sin fin las películas de la calle que pasan
                en los automóviles en los tranvías del deseo
                en las inagotables vías de la luz radiante

                Sin fin el baile de las melenas
                al ritmo sin aliento del punk rock
                y de la música disco su aire en la cabeza
                a través de las medianoches de la Vía Láctea
                hasta los paraísos del amanecer
                hablando fumando y pensando
                de todo aquello que en la noche no tiene fin
                en lo blanco de la noche la luz de la noche
                Ah sí el vivir y amar no tienen fin
                odiando y amando besando y matando
                No tienen fin los latidos la respiración la procreación
                la rueda de la vida de carnes
                girando constantemente en el tiempo
                Vida sin fin muerte sin fin
                no tienen fin el aire y la respiración
                Mundos sin fin
                en los que los días nunca terminan
                en las capitales del otoño
                sus grandes avenidas de hojas en llamas
                Sin fin los sueños y los cuerpos
                en los que el sueño desovilla
                las mangas tejidas de la ansiedad
                los laberintos del pensamiento
                las laberínticas ensoñaciones del amor
                las espirales del deseo y su exageración
                los innumerables finales de lo innombrable
                Sin fin los cielos incendiados
                sin fin el universo que gira
                Mundo sobre una hoguera de hongos
                No tiene fin el fuego que respira en nuestros cuerpos
                tatuados comedores de fuego bailando en las plazas
                tragando el aire incendiado de la gasolina
                Valiente el corazón batiente de la vida llameante
                sus pulsos compases y llamas apagadas
                Sin fin los campos de los sentidos
                los olores del deseo del amor
                los maullidos de los gatos en celo
                el aroma intenso de los sexos
                El sonido de los que hacen el amor no tiene fin
                el sonido de las camas chirriantes no tiene fin
                el gemido de los amantes no tiene fin
                escuchado en la noche a través de las paredes
                Los gritos del éxtasis inacabables
                las voces encendidas
                en la última y perdida culminación
                el ruido de las máquinas de música saltando
                el fluir del jazz del esperma sus ritmos
                difunden su energía en el paraíso
                Y luego los intentos de fuga no tienen fin
                huir de la náusea de Sartre
                de las colinas peladas
                donde se consumió la sensación
                en el lento fuego del tiempo
                de la alegría de vivir desesperanzada
                de los barcos cargados de ilustración
                de los barcos cargados de mierda
                que aún flotan
                en los infernales ríos de Caronte
                codicias histerias paranoias
                poluciones y perversiones
                Sin fin l’homme revolté
                en el anónimo rostro de la muerte
                en las huellas del estado monstruo
                No tiene fin sus visiones anárquicas
                No tiene fin su alienación
                No tiene fin su poesía alienada
                tábano del estado
                portador de la esencia de Eros
                No tiene fin el sonido de la vida
                del hombre que vive en la tierra
                las audiciones radiales sin fin
                las transmisiones de tv sin fin
                No tienen fin
                los rollos de papel en la rotativas
                el fluir de las palabras y las imágenes
                en las cintas de las máquinas de escribir
                escritura automática y garabatos
                sin fin los pòemes dictés por lo desconocido
                sin fin los llamados telefónicos
                hacia los confines de la tierra
                y la espera de los amantes en las terminales
                y el llanto de los pájaros en las terrazas
                y el graznido constante de los cuervos en el cielo
                y el multiplicado canto de los grillos
                y los mares rugientes y las aguas gimientes
                alzándose y cayendo sobre guijarros distantes
                y las mareas lamedoras durante los Idus del otoño
                beso salitroso de la creación
                Infinitas las campanas del mar anunciándose
                Más allá de las represas y los diques de la vida
                y el repetido llamado de las campanas
                en las iglesias vacías
                en las torres del tiempo
                Infinita la manifestación de calamidades
                del barbado hombre santificado
                No tiene fin
                La cuerda del corazón del mundo
                desenroscándose
                resplandeciente en el tiempo
                brillando a través del espacio
                No tienen fin los cruceros turísticos
                atravesándola
                barquitos pequeños en los canales infinitos
                millones de ventanas en llamas en el atardecer
                la ciudad quemándose con las sobras de la luz
                los distritos de faroles rojos brillan y danzan
                con pijas porno pijas de neón
                y los vibradores que vibran sin descanso
                en las piezas de edificios a medio derruir
                Sin fin el movimiento de las mandíbulas
                masticando las carnes de los sandwiches del deseo
                los jugosos bifes anchos del amor
                Sin fin los sueños y los orgasmos
                ritos de fertilidad ritos de pasaje
                y el vuelo de las aves fértiles
                sobre los techos de las casas
                y los huevos que caen en los nidos
                en las vaginas sin fin
                los intentos y tentaciones de la carne
                en las habitaciones por hora del amor
                donde canta la paloma golpeada
                No tiene fin el nacimiento de las criaturas
                en los sitios donde el amor y el deseo
                han tomado aposento
                Sin fin el dulce nacimiento de la conciencia
                y sus amargas muertes en vano
                Sin fin el marchitamiento
                de las pieles las frutas efímeras fugaces
                y las sirenas de neón
                cantando unas a otras en alguna parte
                Sin fin las leves variaciones
                de lo absolutamente familiar
                los fuegos de la juventud
                las brasas de la ancianidad
                la furia del poeta renacido
                No tiene fin toda creación
                en la danza muda de las moléculas
                Todo se transmuta todo cae en el silencio
                y todo gime llora una y otra vez
                Sin fin la espera interminable
                Dios y Godot
                nunca terminan de llegar
                No tienen fin las acciones los planes
                los dilemas y las demoras
                Absurda la espera que anula la acción
                y desea que ya no existan las guerras
                y desea la desaparición de los estados
                Es inútil la espera que niega la acción
                No tiene fin la lucha entre el bien y el mal
                las cabriolas del destino los viajes del odio
                sin fin la energía nuclear
                la energía interna de la tierra
                las reacciones en cadena sin fin
                del fogonazo final
                que fallan en sus intentos
                mientras las Blancas Bicicletas de la protesta
                circulan lentamente a su alrededor
                Pues algún día estos dioses con rostros caninos
                que calzan zapatos a la moda escarpines de Gucci
                botas tejanas y sombreros de latón
                y viven en bunkers
                con muchos botones e interruptores
                a su alcance
                desaparecerán les llegará el fin
                Pues lo que nunca tendrá fin
                es la esperanzadora posibilidad
                de elegir en nuestras encrucijadas
                elección que aún no ha sido realizada
                elegiremos
                la iluminación de las mentes oscuras
                los senderos de la gloria
                los verdes gigantes de la casualidad
                los anzuelos de la esperanza
                en los pantanos del desaliento
                las colinas en la distancia
                los pájaros en los arbustos
                los arroyos de la luz oculta
                las melodías desconocidas
                las sesiones del pensamiento dulce y silencioso
                y las muertes felices de los corazones todos los días
                y las pijas de barro
                y los pies enfundados en zapatillas
                recorriendo la bahía
                Y es más
                son infinitas las puertas
                de la percepción que aún deben ser abiertas
                y los potentes chorros de luz
                en el elevado espíritu del hombre
                en el espacio exterior muy dentro nuestro
                en el Amsterdam del Ying y del Yang
                Sin fin las rubaiatas sin fin las beatitudes
                sin fin los shangrilas sin fin los nirvanas
                sutras y mantras sin fin
                satoris y sensaras sin fin
                Bodhiramas y Bodisatvas
                Karmas y Karmapas
                Sin fin las Shivas cantando danzando
                en los humeantes vientres del éxtasis
                Brillos trascendencia
                penetrando la cristalina noche del tiempo
                en el silencio sin fin del alma
                en la larga y altisonante historia del hombre
                en el sonido y la furia sin fin
                significando todo
                con sus alucinaciones sin fin
                adoraciones e iluminaciones
                y destrucción total
                y erecciones e exhibiciones
                fascismo y machismo
                circos de las almas extraviadas
                parques de diversión de la imaginación
                Coney Islands
                del poema sin mente sin fin
                dictado por la voz individual
                del inconsciente colectivo
                ciego en las huellas
                del tiempo
                En los últimos días de Alejandría
                El día que precede a Waterloo
                Los bailes prosiguen
                En la noche se escuchan
                los sonidos de una fiesta bulliciosa

                • Robin.the wolf

                  Te agradezco que le hayas colocado como favorito a HOY TE OLVIDO.
                  Saludos desde Panamá

                    • Vogelfrei

                      gracias a ti querido amigo por publicar tus escritos!!! una placer pasar a leerte!! saludos de argentina abrazos y cuídate mucho!!!

                    • lyi roseblue

                      Gracias por llevar a favoritos
                      Tal vez ya sin retorno
                      Saludos cordiales

                        • Vogelfrei

                          gracias a ti por tus hermosos escritos un placer el pasar el leerte, abrazos y cuídate mucho!!!

                          • lyi roseblue

                          • Dulce

                            Gracias Vogelfrei por guardar mis escritos, abrazo

                              • Vogelfrei

                                gracias a ti querida amiga, continua publicando que lo haces muy bien, saludos y abrazos cuídate mucho

                              • Eco del alma

                                Muchas gracias estimado amigo por su visita y guardar mis letras
                                Un gran abrazo y cordiales saludos
                                Eco del alma

                                  • Vogelfrei

                                    gracias a ti seguiré pasando a leerte cada vez que publiques abrazos y saludos para ti también amigo mío,

                                  • Julián Yanover

                                    Bienvenid@ a Poemas del Alma!

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