Las sirenas no lloran
cuando están tristes.
¡Emergen!
A las turbias orillas
de playas olvidadas,
y plantan sus semillas.
Caminan cabizbajas,
vencidas,
como si estuvieran
por dentro destrozadas.
Las sirenas no lloran
cuando están tristes.
¡Sufren!
Detrás de la quimera
que les quemó su rostro
y rasgó, con mil garras,
sus espaldas.
Amamantan sus crías
con sus pechos de nácar,
hasta, por ellas ser
casi succionadas.
Las sirenas no lloran
cuando están tristes.
¡Rasgan sus vestiduras!
Y dejan media vida
en busca de la nada.
¡Se flagelan a sí mismas!
Hacen brotar su sangre
por sus poros y escamas,
y humedecen sus ojos,
e inundan los océanos
con sus torrentes lágrimas.
Las sirenas no lloran
cuando están tristes.
¡Gritan!
Por desesperación,
como un lamento eterno
que al maltrato arrebata
y arrastra a su verdugo
a lugares oscuros.
Y su furia desatan,
descargan su venganza
desde el dolor y el odio,
con estridentes voces,
y hasta más no poder…
¡Solo cantan!
Apolo
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Autor:
Apolo (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 24 de diciembre de 2025 a las 13:09
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 4
- Usuarios favoritos de este poema: Hernán J. Moreyra

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