Te escribí muchas veces,
quise saber por qué la ansiedad en tu alma tenía el simple anhelo
de mirar mi sonrisa,
como si en ella habitara
un refugio, una promesa tibia que no se había hecho.
No sabía que despertaba en ti
ese lento deseo,
esa sed que se instala en la piel
antes de llegar al pensamiento.
Luego quise creer
que fue el alcohol el culpable,
que el licor aflojó tus miedos
y dejó escapar palabras
que quizá el corazón
jamás se habría atrevido a desnudar.
Nunca envié el mensaje.
No por falta de ganas,
sino por exceso de fuego.
Temí provocar una avalancha
de emociones sin freno,
temí perder lo que quizá ya no tengo pero aún cala cuando en ti pienso.
Temí las miradas que juzgan,
los dedos que señalan,
y lo peor: caer presa de ese dolor inmenso
que comienza como un gozo lento,
un estremecimiento dulce,
y termina rompiendo la voluntad más que los huesos.
Hoy acepto las culpas en silencio:
el licor, por liberar tus miedos,
y yo,
por esconder en mi pecho
los míos,
ardiendo, vivos, llenos de deseo.
MS
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Autor:
MorningStar (Seudónimo) (
Online) - Publicado: 23 de diciembre de 2025 a las 20:04
- Comentario del autor sobre el poema: Una experiencia única, el saber que se despiertan emociones en alguien que sin saber haz deseado en lo más íntimo de tu ser.
- Categoría: Amor
- Lecturas: 2

Online)
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