Hay un semáforo en mi calle
que parpadea sin decidir,
ni prohíbe ni permite,
ni avanza ni deja huir.
No hay rojo que frene,
ni verde esperanza,
sólo ámbar pidiendo cautela
al cruzar hacia una estación de nombre vida.
Y sin preguntar
me subí al último vagón
de un viejo tren.
El vagón se llenó
de mochilas y miedos,
el tiempo empezó a medirse en recreos,
niños fingiendo que todo era juego,
y nadie les pregunta
por qué duele tanto jugar.
Y nos fuimos,
como se va el miedo, sin hacer ruido,
con cicatrices marcadas
en asientos vacíos.
En el siguiente andén
se llenó de amigos,
codazos, risas y guiños,
todos apuntando al mismo destino:
el de quien viaja
para no quedarse sin tren.
Y así, sin saber cómo,
llegamos al último andén.
Ya no se viajaba,
solo se fichaba.
Y el miedo que antes corría
ahora se respiraba.
Siempre llueven las mismas palabras,
vuelan los mismos cuchillos.
Resuena la vergüenza
entre nalgada y nalgada,
y nadie dice nada,
porque en este lugar
es más peligroso hablar que callar.
Cada día es el mismo guión,
con distinto disfraz,
con el mismo final.
Y el miedo,
otra vez,
en el papel principal.
Cada día es el mismo guión,
con distinto disfraz,
con el mismo final.
Y el miedo,
otra vez,
otra vez,
otra vez.
Sergio F.G
Obra registrada
-
Autor:
Sergio F.G. (
Online) - Publicado: 23 de diciembre de 2025 a las 16:42
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 2
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