No hablo por nostalgia,
hablo por la memoria viva de lo que somos.
He visto dictaduras disfrazadas de orden,
he visto al poderoso jugar con el miedo del pueblo,
y he visto a los trabajadores—mis hermanos—
entregar su fuerza a quien nunca les dio futuro.
Hoy me duele el avance de quienes desprecian la democracia,
de quienes quieren domesticar al ciudadano
y reducir su voz a un murmullo.
Y me duele aún más ver a tantos defender a quienes los hunden,
como si la precariedad fuese un collar que temen quitarse.
Pero yo no voy a callar.
Porque el silencio también vota,
y siempre vota en contra de la libertad.
Yo no acepto que nos resignen.
No acepto que nos arrodillen ante falsos salvadores.
No acepto que nos hagan creer
que “no podemos hacer nada”.
Puedo pensar.
Puedo hablar.
Puedo recordar lo que costó cada derecho que hoy quieren romper.
Y eso, amigos, es poder.
Poder del bueno, del que nace en la conciencia
y se extiende como una chispa entre manos que se reconocen.
No escribo por pesimismo,
escribo por amor a la verdad,
por los hijos que vienen detrás,
por los que lucharon antes que yo,
y por los que aún no saben
que la democracia es frágil
solo cuando dejamos de defenderla.
Mientras yo respire,
no firmaré mi rendición.
Ni la tuya.
Ni la de nadie.
Antonio Portillo Spinola
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Autor:
Spinoport (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 23 de diciembre de 2025 a las 06:45
- Comentario del autor sobre el poema: Un mensaje sobre la memoria, la palabra y el poder que no nos quieren ver Este poema nace de una raíz muy concreta: el miedo a que normalicemos el olvido. No es un ejercicio literario. Es un acto de resistencia verbal. Cada verso está escrito contra la resignación, contra esa voz interior (y exterior) que nos repite que “no se puede hacer nada”. Lo que me duele no es una abstracción. Es el espectáculo diario de ver cómo se desmonta, ladrillo a ladrillo, la casa común de la dignidad. Es ver la democracia reducida a una formalidad vacía, mientras se alimenta el miedo y se silencia la disidencia. Lo que defenderé no es un pasado idealizado. Es la memoria viva de las luchas que ganaron el terreno donde hoy estamos. Es la convicción de que pensar, hablar y recordar son los primeros y más radicales actos políticos. Son el antídoto contra la domesticación. Escribo esto para los que sienten el mismo dolor sordo ante el avance de los autoritarismos, sean cuales sean sus banderas. Para los que ven con desesperanza cómo muchos defienden a sus propios verdugos. Este poema es un recordatorio: tu silencio ya es un voto. Decides a quién se lo das. No es pesimismo. Es amor. Amor a la verdad, a la justicia, a los que vendrán. Y es fe: fe en ese “poder del bueno” que solo existe cuando nos reconocemos, cuando la chispa de una conciencia salta a otra. Mientras respire, mi palabra no será un suspiro, sino un puño abierto para que otros se aferren a él. Porque la rendición no es una opción. Ni la mía. Ni la tuya. Ni la de nadie. Con gratitud por leer y sentir, Antonio Portillo Spinola
- Categoría: Sociopolítico
- Lecturas: 2

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